jueves, 2 de septiembre de 2021

Ante las oportunidades de la vida tú decides, sí o no, pero que sea con carácter


 

Una de las principales cualidades que definen a un adulto es la capacidad de hacerse responsable de sus acciones, estas acciones fundamentadas en un sustento de libertad nos hacen dueño de nuestro destino a la vez que impide responsabilizar a los demás de ello.

 

Sin duda alguna una de las principales características que tienen los niños es que no son del todo responsables de lo que hacen, esta responsabilidad la irán adquiriendo conforme vayan creciendo y teniendo en su persona esa madurez que permita responsabilizarlos de sus actos.

 

Sin duda alguna un escenario donde no somos del todo responsables de nuestros actos es bastante cómodo, después de todo tenemos a quien echarle la culpa: nuestros padres, los demás, la sociedad, el gobierno, ¡incluso Dios!, pero nunca uno.

 

Tal vez pudieras pensar que una actitud como la que planteo es casi imposible de encontrar en un adulto, pero eso no es así, al contrario, es mucho más común de lo que crees, más común a la vez que más sutil.

 

Pon atención en las conversaciones que sostienes con los demás y verás cómo es que en muchas ocasiones para lo que hacen o dejan de hacer habrá siempre una justificación externa, algo fuera de ellos que esgrimen como argumento para basar sus acciones, en otras palabras, una mente aniñada desde el punto de vista de no querer hacerse responsable de sus actos y que achaca a las demás personas o circunstancias lo que le sucede.

 

No estoy diciendo que lo que vivimos no nos afecte, para nada, estoy diciendo que los últimos responsables de nuestra vida y de lo que somos, en una mente madura (con carácter la llamo yo) somos nosotros mismos, no los demás ni lo que nos sucede.

 

Eso es a lo que yo llamo carácter: dejar de llorar metafóricamente como niñitos achacando a los demás lo que somos o lo que nos pasa y hacernos dueños de nuestras acciones y por ende responsable de nuestras decisiones.

 

Intenta a la otra que estés hablando de algo que hiciste o no hiciste, de alguna acción o decisión que tomaste o no tomaste, sí dar el contexto en el cual se dio eso, pero argumentar tu decisión, sea ésta a favor o en contra, como un acto emanado de tu propia voluntad, de tu razonamiento, de tus gustos, en otras  palabras algo que de lo cual solo tú eres responsable y nadie más.

 

Este ejercicio lo desarrollo con más ejemplos y con más tiempo en mis talleres de liderazgo y el resultado es sorprendente pues cuando ante una frase explicativa que alguien ha dicho donde justifica un hacer o un no hacer con base en los demás o la circunstancias pido se reformule sustentando el argumento en uno, muchos ni siquiera saben cómo plantearlo pues toda la vida han hecho responsables a factores externos de lo que hacen o dejan de hacer.

 

No son los demás, ni tu familia, ni el gobierno, ¡ni Dios! el responsable de tu vida, mientras más pronto entiendas esto mejor pues entonces cual obrero diligente te habilitarás con las herramientas que posees para hacerte dueño de tu destino ya que al no tener a quien o a que culpar de lo que eres o haces no te queda más remedio que trabajar con responsabilidad, con carácter, en tu proyecto de vida.

 

Pasar de un estado en la infancia de inocencia, sí, pero también de irresponsabilidad, a uno en la madurez de plena conciencia y plena responsabilidad es algo maravilloso que nos permite ser co-creadores de lo que somos y de lo que podemos ser, así que no olvides que ante las oportunidades de la vida tú decides, sí o no, pero que sea con carácter.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/6HmS6TBbIeY

 

 

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