jueves, 28 de octubre de 2021

El camino a la excelencia tiene dos condicionantes: controlarse a uno mismo y liberar a los demás


 Un líder por definición es un buscador nato de la excelencia, alguien que desea hacer las cosas mejor, alguien que desea ser mejor, y alguien que quiere que ambos deseos permeen e incidan en la vida de los demás, esta búsqueda de la excelencia debe llevarla a cabo con la maestría de contener la pasión que lo mueve para que ésta no se desborde y lo arrastre y al mismo tiempo incendiar el corazón de sus seguidores para moveros hacia mejores estados de desarrollo.

 

Cuando uno ve un líder, oye hablar de un líder, lee acerca de un líder, en ocasiones se viene a la mente la imagen de alguien casi casi desbocado en el sentido de que la fuerza y energía que lo mueven fluye aparentemente sin control generando por eso esa impresión de liderazgo. Si bien esto puede ser así los verdaderos líderes saben que deben contener sus impulsos para poder encauzar esa energía en acciones constructivas.

 

Si solo bastara dejar salir esa energía que todos tenemos dentro la cosa del liderazgo fuera mucho más sencilla pues solo implicaría eliminar las restricciones sociales o conductuales que impiden que esa fuerza surja y fluya. Pero esto no es tan sencillo. La misma cuestión del liderazgo, del buen liderazgo, del liderazgo productivo, eficiente, eficaz, estriba en que esa fuerza es guiada, es direccionada, lo cual implica que es contenida para que no se desborde.

 

Imaginemos un canal de aguas. Si éste es encauzado, incluso en época de lluvias contenido con bordos, termina siendo de extrema utilidad para encauzar el agua incluso para proteger las tierras que atraviesa. Pero si ese canal es descuidado y las aguas terminan por desbordarse, no solo pierde su utilidad en lo que al uso del agua se refiere sino incluso puede ocasionar daños a las tierras que por este hecho terminen anegadas. Igual el liderazgo. El liderazgo requiere esa contención para encauzar estratégicamente sus acciones en el logro de las metas y objetivos, tanto personales como grupales.

 

Pero por otro lado está la cuestión de los seguidores. Dada la definición inicial de que el líder está en constante búsqueda de la excelencia, eso implica que constantemente se está moviendo hacia lo desconocido, hacia otros terrenos que no han sido explorados y de los cuales no se sabe que pueda esperarse. Ante esto la reacción natural de cualquier persona es el miedo, o si queremos mencionarlo de otra forma que no tenga una connotación tan negativa: la precaución. Pero en cualquier caso implica ese equilibrio entre donde estamos y donde podemos estar que tiende más a bien a tratar de mantener las cosas como son, como se conocen, dado que eso da más tranquilidad que lo desconocido.

 

Independientemente del nivel al que llegue ese miedo, temor o precaución, el líder debe motivar a sus seguidores para que por ellos mismos rompan esa inercia y se embarquen en la aventura que implica partir hacia mejores estados de desarrollo.

 

Es por eso que el líder busca con sus seguidores liberarlos. Liberarlos de sus temores, liberarlos de sus dudas, liberarlos de sus inquietudes, no con un ánimo de impericia donde hay acción sin reflexión, sino con un ánimo de decisión en los pasos que se dan teniendo la vista fija en lo que se desea obtener.

 

El liderazgo no solo es hacer, sino también reflexionar, y no solo es reflexionar sino también hacer, y en ese juego irse formando y formando a los demás como personas completas y totales, así que no olvides que el camino a la excelencia tiene dos condicionantes: controlarse a uno mismo y liberar a los demás.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/8x-LWjWAndg

 

 

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jueves, 21 de octubre de 2021

Si quieres árboles de libertad, siembra semillas de justicia


 La realización de los individuos pasa necesariamente por el concepto de la libertad personal ya que sin esa libertad no puede decirse que el potencial personal es realizado, pero esa libertad debe ser vista como un fruto que se consigue después de mucho esfuerzo, esfuerzo que comienza con la justicia.

 

En muchas ocasiones en cursos, conferencias y talleres que me ha tocado dar, aunque no se trate del tema propio del evento, surge la cuestión de la libertad, respecto de esto algunos la dan como un hecho, es decir, como algo que poseemos y que debemos aprovechar, otros por el contrario son críticos en el sentido de señalar que más bien es algo que se construye día a día y que lejos estamos de haber alcanzado plenamente, sin entrar en este tipo de discusión ya que ambas partes parten de una percepción personalísima y por lo tanto respetable, siempre señalo que independientemente de cualquiera de esas dos posturas ambas pasan necesariamente por la cuestión de promover, luchar, procurar la justicia tanto a nivel personal como social, de otra forma no podemos hablar de libertad.

 

Menciono esto porque en muchas ocasiones me da la impresión que esa motivación, liderazgo y emprendedurismo que se promueve para alcanzar las metas y objetivos personales, deja de lado la cuestión de los demás volviéndose en algo no solo egoísta sino incluso excluyente. Sé que tal vez algunos no estarán de acuerdo pero una premisa de la que parto, la cual sostengo y defiendo, es que en ese camino de la autorealización no todo se trata de tener más sino, y más importante aún, de ser más. Pero esto a veces es difícil de entender o aceptar ya que para ello se requiere una filosofía de vida que permita poner las cosas a trabajar por uno y no al revés, ver a los demás como una parte de uno y a uno como una parte de los demás, y entender que tenemos una responsabilidad inherente con el mundo, la naturaleza y el futuro.

 

En este sentido esa justicia por lo que abogo no es la justicia legal contenida en las normas jurídicas y sociales (que desde luego son las premisas básicas de cumplimiento para el orden social y para la interacción personal), sino en esa justicia que parte de la visión anterior y que lleva la letra de la ley a un espíritu superior donde el extra en el comportamiento y la congruencia en nuestras acciones muestra el carácter del que estamos hecho.

 

Cuando platico de esto, y haciendo referencia con el tema de esta disertación, me gusta señalar el ejemplo de una huerta. Voy preguntando uno por uno la clase de frutas que les gustan, manzanas, peras, uvas y un sinfín de opciones van surgiendo. Luego ennumero todas las actividades que tienen que hacerse para que ese fruto llegue a ser: arar, sembrar, regar, abonar, limpiar, recolectar, etc.

“Levanten la mano todos los que dijeron un fruto que les gustaba”- les pido. Una vez que todos la tienen levantada les solicito “déjenla levantada quienes estén dispuestos a trabajar, no un año, sino toda la vida, arando sembrando, regando, abonando, limpiando y recolectando”. Obvio que la mayoría sino es que todos la dejan arriba. “Pues de la misma forma quien desee esa libertad para uno y para los demás todos los días deberá trabajar durante toda su vida en que la justicia sea en todos y para todos”- concluyo.

 

Y bueno, ¿esto qué tiene que ver con liderazgo, emprendedurismo y motivación?, casi nada solo que el hecho de liderar, emprender y motivar implica que pretenderemos cambiar las cosas, no creo que para mal, y por ende esa búsqueda de hacer las cosas mejor llegará a puntos donde esa búsqueda de justicia deberá aterrizarse en acciones concretas, de la misma forma nos sirve para entender que en el caminar a nuestras metas nos encontraremos con muchas injusticias y que si no nos gusta eso (que seguro estoy es así) la única acción congruente es luchar no solo contra la injusticia que encontremos en nuestro andar sino contra cualquier injusticia pues todo es un sistema donde no puede solo trabajarse un punto descuidando los demás.

 

Aquí no vamos a dar líneas de acción para esta búsqueda de justicia, eso queda para el libre albedrío de cada quien, la intención es mover a reflexión personal y despertar en cada quien ese consiente que yace en ocasiones dormido en nuestro interior para sabernos y reconocernos no solo como hacedores de nuestro futuro sino como verdaderos co-creadores del mundo, así que no olvides que si quieres árboles de libertad, siembra semillas de justicia.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/3zc9YRvyu-E

 

 

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jueves, 14 de octubre de 2021

Qué curioso, el camino al destino "Éxito" necesariamente pasa por la estación "Caída"


 La motivación requerida para avanzar en la conquista de lo que nos propongamos debe considerar no solo el avanzar sino el no retroceder y para esto último es menester tener bien claro que en ese caminar habrá tropiezos que deben aquilatarse como una fase más en nuestro andar y no como un destino al cual llegar.

 

El maestro de Beethoven lo declaró en su momento un caso perdido como compositor; el maestro de Enrico Caruso, uno de los más grandes cantantes de ópera, decía que no tenía voz y que no sabía cantar; los maestros de Charles

Darwin lo consideraban un chico ordinario por debajo del promedio intelectual; el editor de un periódico despidió a Walt Disney, cuando apenas empezaba su carrera, por falta de ideas. Los maestros de Thomas Edison decían que era demasiado estúpido para aprender cualquier cosa; el maestro de Albert Einstein lo describió en su momento como mentalmente lento, insociable y con sueños absurdos, de hecho en 1905 la Universidad de Berno le rechazó una disertación doctoral por considerarla irrelevante e irreal; del gran escultor Rodín se decía que era el peor alumno de la escuela, de hecho los “expertos” rechazaron tres veces su solicitud de admisión a la escuela de arte; a León Tolstoí, autor de “La Guerra y la Paz”, lo obligaron a abandonar la escuela ya que los “eruditos” lo consideraban completamente incapaz de aprender.

 

Todos estos ejemplos nos hablan de los grandes retos que uno tiene que enfrentar cuando persigue los grandes sueños que nos definirán en nuestra vida. Obvio que mientras más grandes esos sueños más grandes los riesgos y por ende las caídas. Pero de igual forma podemos ver como el empeño en la conquista de los mismos es lo que termina definiendo no solo el resultado de la lucha sino también la construcción de nuestra persona.

 

Los muchos cursos, talleres, libros y artículos que sobre el tema de liderazgo,

emprendedurismo y motivación conozco tienen un énfasis en la lucha y el esfuerzo, pero considero que no se le da la misma importancia, que según yo requiere, a las caídas, a los tropezones. Esto tal vez porque el énfasis debe estar en lo positivo pero si no hay un manejo de lo negativo éste puede dar al traste con todo el proyecto.

 

¿Cuántos de nosotros no conocemos a personas que a la primera de cambios han tirado todo por la borda? Tal vez nosotros mismos podamos contarnos entre estos, no con el abandono total de nuestro proyecto de vida, pero sí de algún sueño o meta cuya dificultad hizo que desistiéramos.

 

Es por eso que sostengo que el fracaso temporal (y mira que hago énfasis en la palabra “temporal”) es algo para lo cual no solo se nos debe preparar sino incluso dotar de las herramientas para enfrentarlo y para sacar incluso de eso lecciones de vida que nos permitan crecer como personas.

 

Esas caídas a las que hago referencias son reales, están en tu futuro, avances o no te las encontrarás por que la vida misma no se detiene, luego entonces hazte a la idea de que te enfrentarás con ello, pero en vez de verlo como un destino, lo cual sería así si te dieras por vencido, velo como una estación más en ese caminar hacia tu meta. Algo así como un viaje, por eso lo llamo estación, un viaje donde vas a un lugar que deseas pero que por el mismo trayecto podrías pasar por otros lugares que tal vez no te gusten tanto. De igual forma estos tropiezos son eso, algo de paso, un escalón más en tu ascenso a la meta que te has propuesto.

 

Con el simple hecho de que esos tropezones de vida sean vistos como algo de paso tu visión ya no queda fija en ellos sino que sigue puesta en la meta. Claro está que esa caída puede obligar a detenernos un poco, incluso completamente para tomar un respiro, pero una vez descansado y mejorado con esa experiencia que nos dio conocimiento, conciencia y humildad, continuar nuestro camino en nuestro andar.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/sYwtLltQXGA

 

 

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jueves, 7 de octubre de 2021

En la vida, carga lo que te hace mejor y deja lo que no, ¡ah!, y no olvides que al revés no funciona


 

Nuestro mismo caminar por la vida nos va dejando un cúmulo de experiencias que van definiendo nuestros valores, nuestras filias, nuestras fobias, en otras palabras nuestro carácter y nuestra personalidad, lo que somos y lo que mostramos, todo esto se convierte queramos o no en algo con lo que cargaremos, pero esa carga puede ser a favor o en contra de nuestro proyecto de vida si es que nos ayuda a construirlo.

 

Si analizas lo que actualmente eres te darás cuenta del conocimiento, las habilidades, las actitudes y los valores que conforman eso que puedes llamar tu personalidad. Todo eso se ha ido construyendo a lo largo de tu vida con base en las diferencias experiencias que has tenido. Esas experiencias, si han sido favorables en su percepción o si han arrojado un resultado agradable o aceptable generará en ti estados de ánimo positivos, caso contrario si estamos hablando de sucesos desfavorables o resultados desagradables.

 

Como esa experiencia se vuelve lo que somos, o nosotros nos volvemos esa experiencia, tenemos el problema de que no podemos decidir propiamente dicho con qué nos quedamos y que desechamos, ya que esas experiencias están ancladas en nuestra misma vida y desconocerlas solo sería posible si no las hubiéramos vivido.

 

Pero una cosa es no poder cambiar nuestra historia y otra muy distinta el que dejemos que la misma nos ancle en lo que fuimos, así es: lo que fuimos. Me ha tocado estar dirigiendo varios talleres de liderazgo, motivación y emprendedurismo y me he dado cuenta cómo es que esas experiencias negativas uno las va cargando por la vida como bolsas que cada vez nos pesan más y más y no nos permiten avanzar pues siempre están ahí para recordarnos que no podemos, que no intentemos o, peor aún, que no merecemos.

 

Hay muchas técnicas para aceptar nuestra historia, reconciliarnos con ella y avanzar tomando de la misma aquello que nos ayude a construir nuestro proyecto de vida. Algunas técnicas llevan más tiempo en hacerse o en dar resultado, otras son más personales e íntimas, pero al final todas concurren en lo mismo: aceptación, reconciliación, utilización.

 

Aceptación de nuestra historia de vida como algo valiosísimo desde el punto de vista de que nuestras experiencias nos han hecho lo que somos, reconciliación con todo aquello que podríamos enmarcar como negativo, sea que lo hayamos hecho o lo hayamos experimentado, para liberarnos de la pesadez que implica el conflicto, y utilización, así es, utilización ya que toda experiencia, buena o mala, conlleva una lección de la cual podemos sacar provecho si la usamos para no solo ser más sino mejores.

 

Te propongo un ejercicio sencillo para dar ese primer paso: toma una foto de cuando estabas chico y mírala. Trata de recordar como eras, como pensabas, como sentías. Después de un tiempo háblate, así es, háblate y platica de aquellas cosas negativas que aún te pesan de tu vida (te sugiero cada ocasión sea una sola cosa para no mezclar ideas y sentimientos). ¿Que qué vas a decirte? Lo que te nazca. Créeme, este ejercicio de manera natural te va llevando por caminos que requieren ser recorridos para ser sanados.

 

No me gusta dar muchos pasos pues la idea es que tú te vuelvas tu propio maestro de vida. Así que sólo háblate, háblate de esa experiencia, sin justificar ni condenarte, solo como algo que fue. Después de hablarte durante todo el tiempo que querías (eso lo sabrás cuando sientas que ya has dicho todo lo que tenías que decir) viene ahora la otra parte: quédate viendo esa tu foto y escucha la respuesta que ese niño que fuiste te daría. Solo escucha sin juzgar, sin criticar, sin condenar. Solo escucha. Poco a poco verás grandes cambios que te permitirán avanzar en tu vida con más ligereza.

 

Lo que somos está hecho de cosas buenas y cosas no tan buenas que hemos vivido, pero la magia de nuestro ser estriba en que podemos usar las primeras y transmutar casi milagrosamente las segundas para incluso de ellas aprender, así que no lo olvides en la vida, carga lo que te hace mejor y deja lo que no, ¡ah!, y no olvides que al revés no funciona.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/zm4PynlUGVs

 

 

También puede descargarse gratis el libro  “Liderazgo Cristiano Emprendedor 3”, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)