jueves, 16 de noviembre de 2023

Establecer un propósito le da sentido a nuestras acciones y permite focalizar nuestros esfuerzos y recursos


 

La vida está hecha de retos, retos que para superarse requieren de utilizar recursos, recursos que como el dinero son renovables o como el tiempo no lo son, pero que independientemente de ello requieren de estrategia para que dichos recursos no sean desperdiciados.

 

Las metas, más que como punto final de una serie de acciones, en muchas ocasiones se convierte en un nuevo punto de partida que nos permite iniciar nuevos andares en nuestra vida, en la medida que la meta establecida sea elevada y noble, nos permitirá partir con ventaja hacia nuevos horizontes.

 

La meta no solo es un “qué quiero lograr” sino más bien un “por qué lo quiero lograr”, eso es establecer un propósito, algo no solo que nos guíe sino que nos motive. La misma palabra “propósito” hace referencia a un acto volitivo, una acción donde tanto la mente como los sentimientos intervienen voluntaria y libremente para conseguir un objetivo, donde hemos calculado los costos y beneficios y donde nos sentimos lo suficientemente motivados para avanzar hacia la consecución de las metas, es así pues que para esto requerimos tener claridad de ideas y fuerza de corazón.

 

En este sentido, tanto mente y sentimientos deben ir a la par ya que si solo le ponemos cabeza a las cosas estaremos caminando por un terreno sumamente árido que fácilmente terminará desgastándonos; por el contrario, si somos todo corazón, es decir, sentimientos y motivación pero sin objetividad de pensamiento, corremos el riesgo de llegar con mucho entusiasmo a lugares que no queríamos.

 

Propósito es trazar una meta sabiendo los qué y andar el camino hacia ella sabiendo los porqué; y ambos, qué y por qué, son cobijados por las estrategias que incluyen esfuerzos y recursos.

 

En este punto, cuando hablamos de esfuerzos y recursos, ojo, nos referimos tanto a esfuerzos y recursos tangibles como intangibles. Entre los tangibles están los recursos materiales y financieros y dentro de los intangibles los de tiempo y motivación. Todos ellos se consumen como si fuera alimento para el alma y para el cuerpo en el camino hacia nuestra meta. En este sentido, mientras más elevada o retadora sea esta meta, mayores recursos tangibles e intangibles requerirá, es así que al iniciar el caminar hacia una meta debemos constantemente ver con que contamos en cuanto a recursos para conseguir nuestro objetivo.

 

Esto último, el saber con qué contamos, no necesaria y forzosamente implica que deberemos tener todos los recursos que necesitaremos para nuestro camino desde un principio, pero si al menos tener claridad en cuanto a lo que se cuenta para iniciar ese caminar y en la manera en que durante el andar se solventarán las necesidades de recursos que se vayan presentando.

 

No hay nada más satisfactorio que proponerse algo y alcanzarlo, y para ello se requiere esa claridad intelectual y esa fuerza interior de la que hemos hablado, todo ello nos permitirá eficientar nuestro andar ya que establecer un propósito le da sentido a nuestras acciones y permite focalizar nuestros esfuerzos y recursos.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/ZC8Ki6fv4_Y

 

 

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jueves, 9 de noviembre de 2023

Sin objetivos ni estrategias llegaras a cualquier lugar, menos a donde querías


 Hablando de metas de vida, una parte muy importante es la capacidad de automotivación que se pueda tener lo mismo para avanzar camino a dichas metas que para levantarse de las caídas propias del andar; pero de la misma forma, y por más motivados que se pueda estar, necesaria y forzosamente se requerirá que las metas planteadas tengan objetivos y estrategias claros y medibles para el logro de las mismas.

 

Hablando de metas, generalmente este término hace referencia a logros ulteriores y generales que se buscan conseguir, por ejemplo, tener éxito en esto o en aquello, ser el mejor en esto o en aquello, o llegar a dominar esto o aquello, pero para lograr esa meta necesariamente se requerirán objetivos (o sub-metas) que por su propia naturaleza deberán ser específicos en cuanto a los cómos y cuándos para ser susceptibles de evaluación, es así como un objetivo debe ser ante todo medible (en cuestiones tanto de tiempo como de indicadores de eficiencia). Por ejemplo, en tres meses lograr leer un libro o aprender 100 palabras nuevas en otro idioma en un mes son ejemplos de objetivos muy claros.

 

De la misma forma el o los objetivos que se establezcan como necesarios para lograr una meta deberán ir acompañados de estrategias, es decir, de acciones puntuales que permitan lograr esos objetivos, por ejemplo, para los casos planteados, ponerse el compromiso de leer por la noche antes de dormir 5 páginas del libro en cuestión o cada mañana aprender tres palabras nuevas en otro idioma es una manera muy concreta de cumplir los objetivos y, por ende, las metas planteadas.

 

Estas observaciones pueden parecer muy evidentes, pero parten de un hecho que también es mucho muy evidente y es que cada día podemos ver frases motivacionales que impulsan lo mejor que tenemos para llevarnos a alcanzar nuestros sueños, solo que esa motivación requiere de guía y dirección para ello, curiosamente la motivación –como seguro muchos de nosotros hemos experimentado-, puede venir de fuera, pero los objetivos y estrategias necesariamente deben venir de nosotros pues solo nosotros sabemos nuestros recursos y nuestras limitaciones para alcanzar estas metas.

 

¿Por qué esta serie de sugerencias?, pues por el simple hecho de que la vida misma, por su propia naturaleza, implica acción y dinamismo, pero en ocasiones esa acción y ese dinamismo puede ser puesto por factores externos, es decir, que nuestras acciones estén en función, no de nuestras metas, objetivos y estrategias, sino en función de la operatividad diaria que impongan esos factores externos (trabajo, sociedad, amigos). Ante esto, ¿cuál sería una sugerencia mucho muy práctica? Pues escribir la o las metas que queramos lograr (no se sugieren más de tres para estar en capacidad de darle seguimiento), seguidas de sus respectivos objetivos (por lo menos tres y que sean muy específicos y medibles) así como de las estrategias respectivas (otras tres por objetivo) para lograr estos últimos.

 

La vida es una serie de eventos en los cuales interactuamos como actores de nuestra propia existencia, en la medida que esta interacción sea pensada y voluntaria más dueños de nuestra vida seremos, es así como debemos tener claridad en lo que queremos y en cómo lo lograremos, después de todo sin objetivos ni estrategias llegaras a cualquier lugar, menos a donde querías.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/iF18iJmxwng

 

 

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jueves, 2 de noviembre de 2023

Qué curioso: cien errores te pueden conducir a un gran acierto, ¡nunca dejes de intentarlo!


 

El devenir de la historia humana demuestra con creces que lo que en ocasiones parece una derrota no es más que los preparativos para un éxito futuro, de ahí la importancia de no desistir en los intentos por lograr nuestros sueños.

 

Todos conocemos la historia de Thomas Alva Edison a quien los historiadores le adjudican más de mil intentos para fabricar la bombilla eléctrica, y su respuesta al señalamiento de estos fracasos en el sentido de que él no había fracasado sino que al contrario había descubierto mil formas de no hacer una bombilla, hasta que tuvo éxito.

 

Una de las características de nuestro tiempo es precisamente la rapidez y facilidad para lograr las cosas, lo cual contrasta grandemente con el tiempo y el esfuerzo necesario en el pasado para cualquier acción, simplemente pensemos que para cruzar el atlántico en la época de Colón eran necesarios alrededor de dos meses, hoy con 12 horas podemos pasar de un continente a otro.

 

Lo anterior genera una nueva personalidad en los individuos que tiende a desistir si las cosas no se obtienen fácil y rápido, pero a diferencia de los avances tecnológicos, la naturaleza del ser humano no ha cambiado por lo que sigue requiriendo de tiempo y esfuerzo para generar lo que denominamos carácter. Pensemos por ejemplo en las plantas, muchos avances científicos se han dado al respecto, pero los tiempos de nacimiento y maduración no han cambiado por lo que uno tiene que ajustarse a estos a fin de obtener fruto abundante.

 

De la misma forma el carácter de las personas requiere de tiempo y esfuerzo para crecer y madurar, tiempo y esfuerzo que permite, por un lado, la adaptación física de nuestro ser a las condiciones del mundo que vivimos, y por otro, la adaptación emocional e intelectual a ese mismo entorno, siendo la conjunción de estos elementos lo que forma lo que se llama carácter.

 

Ahora bien, ¿qué sucede entonces si a la primera de cambios se desiste en los intentos de conseguir nuestras metas? Curiosamente lo de menos es que no conseguiremos los objetivos planteados, el problema real y mayor es que no se desarrollará el carácter necesario para ser un triunfador. ¿Y qué puede hacerse ante lo anterior? Simple y sencillamente no desistir de nuestros intentos por conseguir nuestras metas, lo cual generará –ojo- independientemente de si se consiguen o no las metas, un carácter a prueba de caídas y vendavales pues nuestra fortaleza interna será tal que permitirá sortear los más grandes obstáculos.

 

¿Lo anterior quiere decir que nunca se resentirán las caídas? ¡Claro que no!, por más carácter que se tenga uno no deja de ser humano, de sentir, de alegrarse lo mismo que sufrir, la ventaja con el carácter desarrollado es que tendremos la fuerza necesaria para salir por nosotros mismos hasta el otro lado de la orilla lo que nos permitirá retomar nuestro camino haciéndonos dueño de nuestra vida y por lo tanto de nuestro destino.

 

Lo que en nuestra vida y ante los ojos de los demás pueden parecer errores, con el paso del tiempo y si uno persevera en conquistar no solo las metas planteadas sino la vida misma, después de todo qué curioso: cien errores te pueden conducir a un gran acierto, ¡nunca dejes de intentarlo!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/ZwzBn7fOWw8

 

 

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