viernes, 25 de enero de 2019

Lo que ves en el mundo es un reflejo de lo que haces o dejas de hacer, así que menos queja y más acción



En el mundo hay muchas cosas buenas, nobles, enaltecedoras del espíritu humano, pero de igual forma no puede menos que reconocerse que también existen cosas malas, viles, que nos empobrecen como personas, dado que ambas cosas no existen por sí mismas sino que nosotros las creamos ¿qué responsabilidad tenemos cada uno de nosotros en ello?

Generalmente tendemos a reconocer, a aplaudir, cuando vemos algo relacionado con lo que el mundo es, donde como humanidad tenemos injerencia, y que denota un avance, un progreso, una mejora material, intelectual, emocional o espiritual.

De igual forma cuando vemos en el mundo algo relacionado con la participación de la humanidad en él que lo demerita, que lo hace menos o peor, no podemos menos que emitir un juicio condenatorio al respecto.

Pero lo que la mayor parte del tiempo pasa por alto es que ambas situaciones no existen de sí y por sí mismas, sino que son creadas por el conjunto de seres que conformamos esto que llamamos humanidad.

En este orden de ideas, así como todas las gotas que forman el océano participan de él mismo y le dan su forma y su existencia, todos nosotros, de alguna manera, colaboramos para que aquello positivo relacionado con la humanidad exista, lo mismo que aquello que pudiéramos identificar como negativo.

En este punto no podemos menos que entender que todo lo que hacemos, bueno o malo, contribuye, como la gota del océanos, a ese efecto que acumulado deviene finalmente en un evento que identificamos como parte del quehacer de la humanidad y, que por lo tanto, somos corresponsables.

Cuando uno adquiere este nivel de pensamiento comienza a darse cuenta que sus acciones, por pequeñas e insignificantes que parezcan, terminan haciendo este mundo algo mejor o algo peor. Y mira que digo que esas acciones pueden parecer pequeñas e insignificantes, parecer, no ser.

Así como el ejemplo del océano y sus gotas, podemos pensar en muchos otros donde el conjunto de elementos llegan a conformar la unidad total: un saco de granos de trigo, una maceta con tierra, un galón de leche. Cada totalidad está conformada de particularidades, en el caso de la humanidad las particularidades somos nosotros y lo que hacemos.

Una manera práctica de ver esto es aquel pensamiento que tiene la persona que tira un papel en la calle, total: sólo es un papel, pero así piensan otros cientos, miles, que terminan generando un problema urbano de contaminación.

Pero bueno, la basura del ejemplo anterior sólo es un ejemplo, nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras emociones e incluso nuestra espiritualidad, ejercidas de manera individual en el fuero personal de cada uno, deviene poco a poco en un efecto acumulativo que finalmente emergerá como parte de la humanidad para ser reconocido por nosotros o para ser recriminado, siendo que en ese reconocimiento o en esa recriminación tendremos algo de parte en la responsabilidad.

Las cosas cosas positivas que este mundo tiene, así como las cosas negativas que nos presenta, nos habla del resultado final de lo que cada uno hace, después de todo lo que ves en el mundo es un reflejo de lo que haces o dejas de hacer, así que menos queja y más acción.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/dYM8o17iKVU


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viernes, 18 de enero de 2019

A veces hay que seguir luchando, no para cambiar a los demás, sino para que no los demás no lo cambien a uno



Siempre que con relación a la vida se habla de lucha que uno debe enfrentar se habla con un ánimo motivador que deja ver que prácticamente el triunfo está en nuestras manos, pero la realidad es que en muchas ocasiones esto no es así, ni uno logra lo que desea ni mucho menos consigue que los demás piensen como uno, pero el hecho de luchar permite defender lo que uno es.

Hagamos un ejercicio con honestidad: ¿cuántas veces has luchado por algo, alguna meta, algún ideal, sin que hayas podido conseguirlo? Yo creo que sin necesidad de mucho esfuerzo varias ocasiones son las que pudieran considerarse en este contexto pues así es la vida, algunas veces uno logra lo que procura y otras no.

Cuando uno está luchando por algo, de manera subyacente están las actitudes y valores que como personas nos definen. A veces esas actitudes y esos valores son muy nobles, otras veces son más bien prácticos, pero en todos los casos la lucha por algo que ellos generan es porque sentimos que eso que buscamos lo requerimos para ser o tener más como personas.

Esto está bien, pero algo que puede suceder cuando no se logran las cosas que uno procura es que uno puede desanimarse, puede pensar en tirar la toalla, total, parece que nunca se logrará lo que uno procura.

Si bien uno siempre es libre de decidir si lucha o si se da por vencido, hay que entender que, dada la ley de la dualidad, el darse por vencido implica que algo ajeno a nosotros ganó, este algo pueden ser las personas o las circunstancias que nos rodean.

Cuando son las personas o las circunstancias que nos rodean las que ganan es prácticamente como si ellas fueran las que pusieran e impusieran sobre nosotros las metas de vida.

Si bien es cierto que en ocasiones algunas cosas no pueden lograrse, los pensamientos y sentimientos que generaron esa lucha no deben tirarse por la borda ya que nos definen como personas, más si son nobles, y los mismos pueden ayudarnos más delante en otras batallas que ante la vida tengamos que combatir.

Las luchas que uno enfrenta en la vida no necesariamente conllevan un triunfo, mucho menos que los demás piensen como uno, pero aun así permiten definir lo que somos y por lo que estamos dispuestos a combatir, después de todo a veces hay que seguir luchando, no para cambiar a los demás, sino para que no los demás no lo cambien a uno.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/ZvLY3Fntbck


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viernes, 11 de enero de 2019

¿Un problema no tiene solución?... ¡pues créasela!



Si hay algo seguro en esta vida es que la misma no está exenta de problemas. Prácticamente cada paso que uno da trae su consiguiente reto que debe ser enfrentado y al que podríamos llamar problema, aunque visto de una manera positiva más bien estaríamos enfrentando una oportunidad.

Sin duda alguna hay de retos a retos. Retos los hay que casi son imperceptibles y que se resuelven con un mínimo esfuerzo de nuestra parte. De igual forma hay retos que prácticamente son insalvables y que uno termina por continuar con la vida sin haberlos resuelto plenamente.

Independientemente de si el reto que enfrentemos es pequeño o grande puede verse siempre a través de dos cristales: aquel que lo ve de manera negativo, como un problema, o aquel que lo ve de manera positiva, como una oportunidad.

Sin duda alguna un reto es un problema en sí, pero un problema que se nos presenta para que le demos solución, es así como si nos enfocamos en la solución adoptaremos la actitud positiva de ver el reto como una oportunidad, ¿oportunidad de qué? principalmente de crecer como persona.

Ahora bien, ¿cómo pudiera crecer uno como persona? Pues básicamente de dos maneras: una es encontrando efectivamente la solución para el reto volviendo el problema en un asunto resuelto. Es esta opción en la que uno adquiere conocimientos y habilidades relacionadas con el reto que enfrentó que lo llevan a moverse en el ámbito de las capacidades propias hacia más y mejores estados de desarrollo.

La otra opción es aquella en la cual no podemos encontrar una solución para el reto enfrentado con lo que tenemos que continuar con nuestra vida sin haberlo resuelto. No podemos engañarnos creyendo que ante todo reto que enfrentemos saldremos airosos, pero esto no quiere decir no crezcamos como personas. En esta opción de igual forma uno adquiere conocimientos y habilidades que tal vez en esta ocasión no nos sirvieron para resolver lo que enfrentamos pero que nos habilitan para estar en mejores condiciones de enfrentar retos futuros, pero independientemente hay un valor adicional colateral y es el de hacernos consientes de nuestras limitaciones y las de los demás, y por ende humildes y empáticos.

Visto de esta forma, todo reto, todo problema, siempre tiene un resultado positivo, sea que el problema en sí se resuelva o sea que aunque no se resuelva nos permita ser mejores personas. ¿Un problema no tiene solución?... ¡pues créasela!



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/aPlLo1tFmlM


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