jueves, 26 de octubre de 2017

¿Cometiste un error? ¡Excelente! Has descubierto un área de oportunidad de mejora personal


Tal vez una de las peores cosas que pueden pasarnos en esta vida son precisamente los errores que cometemos, pero de igual manera, si nos fijamos bien, pueden estos errores llegar a ser un punto a partir del cual logremos impulsar nuestro crecimiento personal.

Un error puede significar muchas cosas: falta de capacidad, percepción limitada, confianza exacerbada y sin sustento, etc., pero en todos los casos denotará algo negativo, más que de las circunstancias que conllevaron al error, de nosotros mismos. Es por esto que a nadie nos gustan los errores: nos muestran de una forma que no queremos que nos vean y, peor aún: de una forma que no queremos ser para nosotros mismos.

Independientemente de lo que origine un error, vamos viendo qué podemos hacer con él, y para ello sólo tenemos dos opciones: o dejamos que el error nos avasalle, o bien vemos la manera de aprender de él para ser mejores.

La primer opción es la más sencilla, incluso podríamos decir que es la más fácil  pues implica derrotarnos, tirar todo por la borda, dejar de esforzarnos, pero además nos pone, generalmente, o en una oposición de víctima o en una posición de verdugo, ambos lados opuestos de la misma moneda, una moneda falsa e ilusoria que corresponde, no con la realidad, sino con la percepción que de la realidad tenemos.

La segunda opción es la más difícil ya que implica no sólo aceptar el error, sino verlo cara a cara y de él aprender, lo cual implica ver y saber qué áreas de oportunidad detectamos para trabajar en ellas.

Como podemos ver la segunda opción requiere un esfuerzo no doble, sino triple: primero para seguir avanzando en la vida y no dejarnos abatir por el error, segundo para enfrentar, aceptar y usar el error cometido, y tercero para trabajar en mejorar esa área de oportunidad que hallamos detectado en nosotros.

El seguir avanzando en la vida implica decisión, carácter, esfuerzo. La primer reacción ante un error es abatirnos, por un lado por la depresión natural ante el caer, pero también en ocasiones por que nos autocastigamos pensando que no somos merecedores de seguir caminando para buscar ser más y mejores.

El enfrentar, aceptar y usar el error cometido implica verlo de frente, no ocultarlo, no dorarlo, no colorearlo, tratar, aunque sea difícil, de abordarlo lo más objetivamente que sea posible, por una parte para determinar aquellas circunstancias ajenas a nosotros que coadyuvaron a cometer el error (y que por ser ajenas están fuera de nuestro control), y por otro lado para dejar muy claras y delimitadas nuestras responsabilidades en el error cometido.

El trabajar en mejorar esa área de oportunidad que hayamos detectado en nosotros implica vernos y sabernos más que el error cometido, entender que el sentimiento negativo experimentado implica que el error no es lo que somos ni lo que podemos llegar a ser, pero sí una evidencia de algo que tenemos o de lo que carecemos, y que nos está obstaculizando avanzar en nuestras metas. Con esto, ponernos a trabajar para mejorar esa área de oportunidad detectada.

Caer, tropezar, fallar, no es el fin del mundo, en tanto tú no quieras lo sea. ¿Cometiste un error? ¡Excelente! Has descubierto un área de oportunidad de mejora personal.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/SQWuIuhxUCU


También puede descargarse gratis el libro "Liderazgo Emprendedor 5", desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)

viernes, 20 de octubre de 2017

El éxito es la combinación de constancia, disciplina y mucha, ¡pero mucha pasión!


Cuando hablamos de éxito, todos quisiéramos que de una u otra forma hubiera alguna manera rápida y fácil de alcanzarlo, afortunadamente para nosotros no existe tal camino fácil, pero el camino difícil genera en nosotros no solo el carácter del triunfador sino gozo si es que lo que hacemos nos apasiona.

Los tiempos actuales donde los productos y servicios son rápidos y fáciles, genera en el ser humano una sensación de que el éxito en lo personal o profesional guarda las mismas características, lo cual no es así. Todos los ejemplos de grandes logros en la historia de la humanidad están matizados de la constancia y la disciplina en su consecución. Por más que algunas voces quieran vender la idea del éxito instantáneo, éste no existe.

Tal vez alguien señale los golpes de suerte, como sacarse la lotería, como prueba de que el éxito instantáneo existe, pero no es así y por una simple razón: el éxito no está en lo que se obtiene sino en lo que uno se transforma.

Analicemos esta idea. Cuando algo se te da de manera fácil ni siquiera es valorado, pero cuando conseguir una meta u objetivo implicó esfuerzo la misma adquiere valor. Pero en el inter hay algo mágico que sucede y es la creación de un carácter de triunfador en la persona. Ojo con esto: Conseguir una meta fácil no le da tiempo a la persona  a desarrollar ese carácter de triunfador, le da lo que quiere sin que se lo haya ganado, pero peor aún, sin que se haya conquistado a sí mismo logrando la plenitud de sus capacidades.

Piensa en esto: si todos nos fuera dado fácilmente realmente nunca aprenderíamos ni creceríamos. Es por ello que todo logro que valga la pena necesaria y forzosamente requerirá de constancia y disciplina las cuáles como ingredientes extraordinarios generarán en nosotros la magia del cambio entre lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Pero esa constancia y disciplina debe estar aderezada por un ingrediente adicional: la pasión en lo que hacemos, de otra forma la constancia y la disciplina nos asfixiarán pues nos exigirán acciones en un camino no disfrutable.

Dalí, Picasso, Beethoven, da Vinci, todos ellos tenían algo en común: cuando estaban enfrascados en la creación de sus obras dormían muy poco, apenas unas horas cada día. ¿Te ha pasado que cuando estás haciendo o por hacer algo que te apasiona en extremo puedes prescindir del sueño e incluso a veces hasta de comer en forma?, entonces, ¿de dónde sale esa fuerza para emprender acciones tan dinámicas como cuando hacemos lo que nos gusta?

Cuando haces lo que te apasiona, tu, al igual que los grandes genios citados al inicio, se conectan con una fuerza dinámica que todos tenemos, que es superior y que solo se activa cuando lo que enfrentamos trae una mezcla de reto pero al mismo tiempo de gozo interno.

Así que si quieres una receta para el éxito recuerda que debes buscar aquello que te desborde de emoción cuando lo haces y aplicar en ello el rigor de la disciplina para llegar al dominio pleno tanto de tus potencialidades como de la meta planteada, después de todo el éxito es la combinación de constancia, disciplina y mucha, ¡pero mucha pasión!


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/4B1hcLDgVno



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viernes, 13 de octubre de 2017

No hay pretexto: Si puedes hacerlo, hazlo, y si no ¡al menos inténtalo!


El ser humano está hecho de deseos prácticamente ilimitados. Todos quisiéramos tener más, ser más, incluso vivir más. Cuando enlistamos todas aquellas cosas que quisiéramos lograr lo lógico es que algunas nos parezcan sino irrealizables casi imposibles, pero si valen la pena, ¿por qué no intentarlo?

¿Cuántas veces hemos escuchado la frase: "no creí que fuera posible"? Frente a hechos o logros de otras personas que nos pasman se nos vienen dos ideas a nuestra mente: lo fácil y realizable que parece el hecho una vez realizado y el por qué no fuimos nosotros quienes lo hicimos.

A veces pareciera que ante los retos solo estaríamos dispuestos a correr aquellos riesgos siempre y cuando tuviéramos la certeza de conquistar. Si así fuera ¡dejarían de ser riesgos! Un riesgo implica la posibilidad de ganar o perder, si solo intentáramos aquellos por lo que tuviéramos certeza de lograr la vida sería harta aburrida, pero no solo eso, en realidad nunca creceríamos como personas.

Piensa en lo siguiente, ¿cómo logra un campeón de levantamiento de pesas levantar en ocasiones hasta cientos de kilos? No es manteniéndose en aquello que desde un inicio puede levantar sino intentando levantar cada vez más.

Al inicio tal vez no pueda, luego le costará y finalmente podrá levantar lo que se propuso. Lo anterior se da por que ante la exigencia planteada, el cuerpo reacciona creando músculos, fortaleciendo huesos, endureciendo tendones, hasta que puede levantar el peso deseado. Ese mismo símil es aplicable a la natación, la carrera de velocidad, el lanzamiento de jabalina, el salto con garrocha... y el logro de los sueños.

Hay un ejercicio muy sencillo que me gusta realizar en algunos talleres.  Pongo una manzana en una mesa a diez pasos de una persona y le pido a alguien que llegue hasta donde está la manzana sin moverse de donde está (a veces tengo que repetir la instrucción, no porque no la entiendan, sino porque es totalmente ilógica). No pasa mucho tiempo antes que alguien (generalmente quien se le pidió la acción) señale lo imposible de lograr tal cosa con la condición dada, ¡y tiene razón! Pero la vida es igual, si nunca damos el primer paso, si nunca lo intentamos, nunca sabremos si lo pudimos lograr o no. El intentarlo te permite al menos plantear esa posibilidad, pero él no intentarlo te garantiza que nunca lo lograrás.

Todos tenemos en nuestra vida ejemplos de cosas que logramos después de intentarlo, cosas que creíamos al inicio que no podríamos, desde andar en patines o bicicleta cuando niños hasta terminar una carrera cuando grandes.

El intentarlo nos permite ver hasta dónde podemos llegar, pero lo que es mejor, desarrollar con la práctica capacidades que nos van haciendo mejores, y no mejores con relación a los demás, sino mejores con relación a nosotros mismos. Este ser mejor abarca crecer en miras, en sueños, en confianza, desarrollar carácter, valor, compromiso, superar nuestros miedos, obstáculos y límites, y finalmente llegar a ser los seres de excelencia que estamos llamados a ser.

Hay quienes llevan el razonamiento del éxito hasta extremos donde no vale intentar sino solo lograrlo, si así fuera el pesista, el nadador, o el corredor nunca lo lograrían pues generalmente las metas que valen la pena están fuera de los alcances de nuestras capacidades actuales. Inténtalo, pero no una, ni dos, ni tres veces... inténtalo tantas veces como sean necesarias para que al final logres tus metas. Recuerda: No hay pretexto: Si puedes hacerlo, hazlo, y si no ¡al menos inténtalo!


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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viernes, 6 de octubre de 2017

La cima de la montaña te permitirá descubrir más montañas que están esperando por ti


Todos tenemos sueños, metas y objetivos a los que imprimimos todo nuestro esfuerzo, constancia, disciplina y pasión. Lo mejore de esto, obvio, es conseguir lo que deseamos, pero después de ello lo segundo mejor es darnos cuenta que detrás de ese sueño, meta u objetivo alcanzado hay más que esperan vayamos por ellos.

Te pregunto, ¿qué sueño, meta u objetivo estás trabajando en este momento? Excelente. Y luego que lo logres, ¿qué harás? Es importante pensar en esto, aunque no mucho, déjame te explico por qué.

Nuestro andar por la vida no puede ser sin ton ni son sino que, para hacer eficiente y eficaz ese caminar se requiere de un plan estratégico, un plan estratégico que tenga que ver con tu proyecto de vida y donde consideraras las metas, sueños y objetivos que quieres alcanzar así como las formas de lograrlo.

Ese plan te permitirá encauzar tus esfuerzos y al mismo tiempo ir evaluando los logros que vayas consiguiendo o, en su defecto, hacer las correcciones que sean necesarias si encuentras desviaciones en lo que habías planeado.

Este planear no quiere decir que las cosas salgan tal cual uno se las ha imaginado, simplemente te permite establecer una línea de acción a efecto de que lo que hagas tenga un por qué y un para qué que incremente, aunque no garantice, las posibilidades de tener éxito en lo que te propongas.

Por eso te comentaba que es bueno pensar en lo que haces y en lo que harás una vez que lo logres. Pero de la misma forma te comenté que, sobre esto último, lo que harás una vez consigas lo que te has propuesto, no pienses tanto ya que no sabes dónde terminarás una vez que consigas lo que te has propuesto.
Es bueno, sin duda, el tener planes para tu proyecto de vida, pero de la misma forma, la vida nos va enseñando que una cosa es lo que planeemos y otro lo que logremos. Independientemente de esto después de que logres lo que te hayas propuesto en mayor o menor medida, podrás darte cuenta que aparecen frente a ti nuevos sueños, metas y objetivos a los que podrás ir en pos de ellos.

Es bueno tener un plan, al menos de manera general, sobre lo que harás una vez consigas lo que te has propuesto, pero este plan debe ser flexible para que puedas aprovechar las oportunidades que, después de alcanzar lo que te hayas propuesto, aparezcan  frente a ti o para que, si lo que lograste difiere en mayor o menor medida de lo que te propusiste, puedas a partir de ahí lanzarte en pos de nuevas metas, sueños y objetivos.

Imprime todo tu esfuerzo constancia, disciplina y pasión en ese andar que te lleva en pos de los sueños, metas y objetivos que te has planteado, siempre con la mente abierta para detectar, una vez hayas alcanzado lo propuesto, las oportunidades que se abran ante ti, después de todo la cima de la montaña te permitirá descubrir más montañas que están esperando por ti.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/bQ9cL-6Bj3g


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