jueves, 24 de junio de 2021

Un sueño deja de serlo, para hacerse realidad, cuando despiertas de ello y te pones a trabajar


 

Los sueños, las metas, los objetivos, todo ello tiene un necesidad natural de existir primero en la mente, en los sentimientos, pero la consecuencia lógica de ello debe ser, no regodearnos en un mundo de fantasía donde lo que queremos existe de manera inmaterial, sino aplicar nuestro mayor esfuerzo en transformar esas ideas en concreciones que no permitan construir nuestro proyecto de vida.

 

Cuando vemos una persona que consideramos exitosa, sea en el campo del desempeño humano que sea, lo que estamos contemplando no es sino la punta del iceberg del esfuerzo que dicha persona tuvo que realizar, algo así como el resultado final de muchos pasos que tuvo que andar hasta llegar a la meta que se propuso.

 

Esta reflexión, si bien razonable, parece que en ocasiones la obviamos cuando deseamos algo pero no el precio que se tenga que pagar por ello. Ese algo puede ser una meta, un objetivo, personal, profesional o social pero que por el solo hecho de no tenerla implica que algo debemos de hacer para ello. Ese algo son las acciones, muchas o pocas, difíciles o no, que tendremos que efectuar para conseguir lo que queremos.

 

En una ocasión en un taller de liderazgo hablando de este tema les pedí escribieran tres metas personales que cada quien pudiera señalar de gran logro y trascendencia para su vida. La respuesta a esta solicitud fue que todos casi de o acciones que, a partir de ese mismo momento, tenían que realizar para lograr lo que deseaban. La condición es que tenían que ser pasos o acciones muy concretos que sirvieran a modo de, por así decirlo, receta de cocina.

 

En este punto debo decirlo, y de hecho era el sentido del ejercicio, todos se pusieron a pensar para ver qué podía escribir como acciones a realizar.

 

La idea de este ejercicio, como pueden deducirla, era el mostrar que todos tenemos mucha claridad en las cosas que quisiéramos lograr, en esas metas y objetivos que nos harían sentir felices, realizados, completos, pero donde batallamos es en la serie de pasos o acciones que debemos hacer para lograr eso que deseamos, pasos y acciones que en caso de no tener claridad serán muy difíciles de dar y lo que deseamos, obvio, muy difícil de alcanzar.

 

Soñar está bien, es excelente, de hecho es algo que sugiero y promuevo. Es una manera de salir de los límites de nuestra existencia diaria y remontarnos en los cielos de nuestra vida para darnos mayor amplitud de miras. Pero ese soñar debe ir acompañado de las respectivas acciones para llevar a cabo lo que nos propongamos.

 

Estudiar, leer, escribir, cantar, construir una casa, una familia, una carrera, ¡lo que sea requerirá de tus acciones! Obvio dirás, entonces ¿por qué cuando no pasa, somos muy dados a echar la responsabilidad de ello a los otros o a las circunstancias? No hay nadie más responsable que tú, pero ¿y las adversidades para lograr las metas?, te preguntarás. Tienes razón, eso no podemos dejarlo de lado, pero de lo que estamos aquí hablando es de lo que sí puedes hacer y esas son las acciones que a ti te correspondan. Si por cuestiones ajenas a ti no se logra lo que habías deseado al menos que no sea porque no diste los pasos necesarios para ello.

 

La vida está llena de sueños, y si no hay que soñarlos, pero una vez soñado lo deseado hay que trabajar para que venga a la existencia, después de todo un sueño deja de serlo, para hacerse realidad, cuando despiertas de ello y te pones a trabajar.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/4Ps4V2084yU

 

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jueves, 17 de junio de 2021

La mitad de la batalla está ganada si sales a pelear con actitud triunfadora


 

Si consideramos los retos que nos presenta la vida como una serie de batallas que hay que a salir a pelear, en ese mismo sentido y siguiendo el mismo ejemplo, a cada pelea debe antecederle no solo una planeación basada en la estrategia sino un estado de ánimo basado en el optimismo y la motivación.

 

Sin que sea una regla general, más o menos la misma altura que tiene un árbol es la que éste tiene debajo de él en forma de las raíces que lo sostienen. De igual manera un edificio, aunque no lo veamos, tiene una serie de cimientos que lo sostienen y le permiten erguirse sobre las demás construcciones. Tanto en el árbol como en el edificio una parte es visible, la otra no, pero curiosamente la segunda, las raíces y los cimientos, son incluso más importantes pues son lo que sostienen todo.

 

El enfrentar los retos que nos pone la vida va en el mismo sentido: hay una parte visible que viene siendo la acción, la implementación de las estrategias, la actividad para conseguir lo que nos proponemos, pero de igual forma hay una parte invisible, escondida, que al igual que las raíces y los cimientos comentados, sostiene toda nuestra lucha y que es la actitud con que salimos a dar la batalla.

 

Esta actitud, si bien optimista y esperanzadora, no se basa, o más bien no debe basarse, en una falsa expectativa donde el autoengaño sirva para hacernos sentir bien aunque no tengamos ninguna posibilidad de éxito, al contrario, es una actitud que contempla todos los escenarios incluso los más adversos, que hace un balance de nuestras fortalezas y nuestras debilidades, y que con todo eso logra un conjunto de fuerzas que son empujadas hacia adelante con el ánimo que reviste la pelea.

 

De la misma forma esta actitud no se refiere a un “¡vamos, adelante, tu puedes!” que realmente no dice nada, sino a un carácter guerrero que sabe, comprende y acepta que una cosa es la batalla, otra el resultado y otra quien pelea ambas cosas. La batalla es ese esfuerzo que se imprime para lograr algo, el resultado es lo que se obtenga o se deje de obtener, pero el guerrero, quien pelea ambas cosas, es la persona misma y su dinamismo es multidimensional.

 

Este dinamismo multidimensional es el que el guerrero percibe al saber que independientemente del resultado de la batalla algo mágico está pasando con él al aplicar todo su esfuerzo y energía en pos de una meta, ese entendimiento le permite generar un optimismo basado en la alegría de ser y estar. Así, aunque no logre la meta, aunque la batalla se pierda, él sabe que ha logrado algo muy grande consigo mismo, algo que por ello no tiene precio.

 

De la misma forma este estado de ánimo al que nos referimos se basa en saber no solo el qué de lo que hacemos o intentamos, sino también el por qué y para qué, es decir, entender la trascendencia de nuestros actos y acciones y ver cada paso como un avance en nuestro proyecto de vida.

 

Luego entonces, como podemos ver, ese estado de ánimo optimista y de esperanza se basa en la percepción de algo mayor, incluso mayor que uno, en lo cual uno es partícipe y colaborador, entendiendo las fases de la batalla como eso externo que vemos, pero sabiendo también que hay batallas internas que libramos y de las cuales siempre saldremos victoriosos independientemente del resultado externo.

 

Esta forma de ver la vida y enfrentar los retos con los que nos encontramos, nos permite no solo construir nuestro proyecto de vida con mayor libertad al disponer de mayores recursos para ello, sino también de pelear con un carácter que nos vendrá a definir como exitosos, así que nunca olvides que la mitad de la batalla está ganada si sales a pelear con actitud triunfadora.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/wBv1WcS5LwE

 

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jueves, 10 de junio de 2021

Tal vez tu no escojas el camino, pero si puedes elegir caminarlo


 La motivación o mejor dicho la automotivación, no tienen nada que ver con hacer solamente las cosas que nos gusten sino en tener la capacidad de encontrarle sentido y valor a todo lo que tengamos que hacer independientemente si nos gusta o no.

 

Cuando trabajo cuestiones de liderazgo, motivación o emprendedurismo, a veces me da la impresión de que se ha confundido a la gente cuando se les señala que se dediquen a aquello que les guste como si siempre se pudiera escoger o como si la vida no fuera a presentarnos retos que no nos sean tan agradables.

 

Tener la filosofía de solo hacer aquello que nos guste no nos hace dueño de nuestro destino sino al contrario nos somete a los dictados que de fuera provienen. Yo esto lo menciono y lo comparo como la fábula del burro, la zanahoria y el palo. Para que un burro avance puedes o bien colocarle una zanahoria en frente para que se mueva o bien darle con un palo para que avance, pero al igual que el burro si uno solo hace lo que le gusta o rechaza lo que no entonces son los factores externos los que dominan nuestro andar.

 

Un carácter de madurez ante la vida implica el reconocer que en muchas ocasiones no podremos elegir aquello que tengamos que enfrentar pero que aún siempre estaremos en la disposición de hacerlo con el ánimo y la actitud que nosotros decidamos.

 

Sé que en ocasiones lo que nos toca vivir son circunstancias o situaciones por demás adversas o difíciles, pero de la misma forma sé que uno puede ser más que esas circunstancias o situaciones y decidiendo como enfrentarlas volverse entonces sí dueño de su propio destino.

 

Y bueno, ¿cómo podemos hacer esto?, tal vez se pregunten. Quiero aclarar que de inicio no es fácil, más fácil es dejarse llevar por las circunstancias. Mira, te pongo este ejemplo. Para quien dirige un barco será infinitamente más fácil dejarse llevar por el viento y por las olas, que arriar incluso contra viento y marea y trazar por sí mismo la ruta a seguir.

 

Pero el hecho de que sea difícil no quiere decir que sea imposible, y lo que es mejor, con el uso de tus facultades, igual que si hicieras ejercicio, cada vez tendrás mayor fuerza para enfrentar con carácter las pruebas que te ponga la vida.

 

Dicho esto va una dinámica que puedes implementar cuando el camino de la vida no te guste del todo y aun así te decidas a andarlo: no te preguntes el qué, sino el por qué y el para qué. Así es. El preguntarse el qué es ocioso ya que sabemos que eso es precisamente el caminar por la vida, solo que a veces queremos que ese qué sea agradable, pero lo interesante de esto es precisamente cuando no lo es. El preguntarse el por qué y el para qué de nuestro andar no implica que buscamos fuera las respuestas a estas preguntas sino que por el contrario buscamos dentro de nosotros las respuestas que se vayan a convertir en nuestra motivación.

 

Siempre habrá un por qué y un para qué que podamos adjudicar a nuestro andar aunque el camino no nos guste, y ¡mira! esto ya es un comienzo ya que no esperaste a que de fuera vinieran las respuestas a estas preguntas sino que tú mismo las contestaste, tu creaste esas respuestas, y dado que en función de ellas decides caminar comienzas a hacerte dueño de tu destino.

 

Nuestro andar por la vida nos pondrá constantemente a prueba sobre todo cuando de situaciones no tan agradables se trate, aun así, y aunque no puedas cambiar lo que se enfrenta si puedes decidir hacerlo con una actitud de triunfo, después de todo tal vez tu no escojas el camino, pero si puedes elegir caminarlo.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/gDGdy_8MLv4

 

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jueves, 3 de junio de 2021

El solo hecho de levantarte de cada caída te convierte en un triunfador


 

La cuestión del éxito, sea éste un éxito personal, profesional o social, implica un esfuerzo, esfuerzo que puede verse recompensado con el logro de la meta pero que también puede no serlo, la manera en que sepamos manejar esto último es lo que a la larga nos definirá como triunfadores.

 

En mis pláticas sobre liderazgo me gusta reflexionar sobre personajes icónicos de la vida pública, conocidos por todos en el ámbito artístico, político, empresarial, y comentar después de ver algunos de los fracasos por los que éstas personalidades tuvieron que pasar, que ese éxito que todos vemos, aplaudimos y reconocemos es la punta de un iceberg que se soporta en su base en las caídas que no terminaron por doblegar el carácter de estas personas.

 

Winston Churchill, Steven Spielberg, Walt Disney, Albert Einstein, Charles Darwin,

Oprah Winfrey, Vincent Van Gogh, Stephen King, Thomas Alva Edison, seguro estoy que la mayoría de estos nombres te suenan y que incluso puedes decir por qué se les recuerda, pero lo que tal vez no sepas es la historia, en algunos casos larga, de fracasos que tuvieron que experimentar todos ellos antes de llegar a ese éxito.

 

Los fracasos, por llamarlos en cierta forma aunque yo sostengo que solo puede decirse que se ha fracasado cuando se decide dejar de luchar, son ese cimiento sobre el que puede sustentarse toda acción que conlleve al éxito. El fracaso es, por así decirlo, el ingrediente indispensable de la comida que es tu vida, un ingrediente que bien puede decirse secreto, ¿por qué? porque nadie esperaría que precisamente el fracaso fuera necesario para conseguir una vida de éxito.

 

El fracaso, o más bien las caídas, son casi casi algo que no podemos quitarnos de encima pues existe a pesar de nosotros e incluso de todas las precauciones y preparaciones que hagamos, esto debido a la existencia de un ingrediente que no podemos eliminar y que es la incertidumbre: no sabemos qué va a pasar, pero peor aún, son tantas y tantas la variables con las que nos relacionamos en cada cosa que emprendemos que prácticamente no sabemos que vaya a pasar ¡y aun así decidimos intentarlo!

 

Tomando como punto de partida los referentes de personas exitosas que pudieras tener me gustaría pedirte que hicieras una lista con las cinco principales características que les reconocerías. Si no puedes cinco características al menos tres, pero que sean las tres principales que tú consideras explican su éxito. Ahora te pido pienses en una caída que hubieses experimentado en tu andar por la vida en pos de alguna meta, la que sea, solo que el requisito es que después te hubieses levantado para seguir luchando por esa meta. Por último quiero que me digas de las cinco o tres características que lograste identificar de la persona exitosa que hayas elegido cuál o cuáles crees se aplicaría a la actitud que tuviste al levantarte de la caída personal que señalaste.

 

Date cuenta que lo que a los personajes de éxito los hizo grandes tú lo tienes. Las características que puedas señalar para las personas de éxito están también en ti, el ejercicio anterior lo comprueba, cualquier cosa que puedas decir de ellos también puedes decirla de ti, solo que fíjate en algo: ellos llegaron a su meta, luego entonces para lograr eso se requiere que a pesar de las caídas estés dispuesto a levantarte para seguir luchando, no hay otra.

 

En tu andar por la vida en pro de aquellas metas que sientes son tuyas pero debes ganártelas, recuerda que muchas caídas, fracasos y decepciones te esperan, pero que al final lo único que contará será el ánimo con el que enfrentaste tus batallas, así que no lo olvides el solo hecho de levantarte de cada caída te convierte en un triunfador.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/S7XFLDUxWxg

 

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