viernes, 27 de diciembre de 2019

Cada meta no solo te lleva al éxito si no que además te acerca cada vez más a la persona que realmente eres



Todos hemos sentido en alguna ocasión el deseo de “ser alguien” en la vida, ese “ser alguien” no se refiere a otra cosa que llegar a ser uno mismo, solo que ese proceso requiere que en el camino logremos muchas cosas externas que evidencien esos cambios internos.

Desde el primer instante que un bebé llora para obtener algo tan básico como es el alimento, los seres humanos experimentamos en nuestra vida una constante necesidad por tener, por hacer, por poseer. Siempre estamos, por decirlo en cierta forma, inconformes con lo que somos, lo que tenemos o lo que poseemos. Siempre queremos más.

Esa perenne insatisfacción, que nos impele a continuamente estar en la búsqueda de algo más, es un reflejo de nuestro verdadero potencial: no estamos hechos para la mediocridad, sino para la excelencia, por eso no podemos conformarnos más que con la perfección.

Obvio que este deseo puede volverse crítico en nuestra vida si se desarrolla de manera patológica creando conflictos no solo internos con nosotros mismos sino incluso con las personas que nos rodean, pero por lo general es una fuerza dinámica que nos motiva a desarrollarnos, a crecer, a conquistar y conquistarnos.

Y en esto hay una pequeña trampa. Por nuestra propia naturaleza se nos facilita más lograr cosas externas a nosotros mismos: un negocio, una amistad, un estudio, una meta. Esta facilidad surge por el hecho de que las metas externas son fácilmente identificables tanto en cuanto lo que queremos como en cuanto al  indicador de cuándo lo hemos conseguido. Lo interno, nosotros mismos pues, es más difícil.

Pero la trampa, por decirlo así, es precisamente esa: lo que nos mueve a lograr cosas externas también nos va facultando para desarrollar nuestro potencial interno, ¿Cómo es eso? Simplemente con los retos, obstáculos e incluso las caídas que experimentamos.

Es como quien quiere levantar una pesa, de esas de muchos kilos, la meta impuesta lo llevará a entrenar y capacitarse hasta que pueda levantar la pesa, pero al mismo tiempo le desarrollará los músculos necesarios para ello y, más allá de ello, le dará una disciplina basada en la constancia del esfuerzo que finalmente lo conducirán a ser más que lo que era antes de iniciar su búsqueda de esa meta. Acabamos de mencionar que incluso las caídas sirven para el logro del propósito de convertirnos en lo que realmente somos, ¿por qué? pues porque las caídas nos hacen reconocernos humanos, nos dan una visión distinta de la vida, nos habilitan el carácter, nos fortalecen la intención y nos otorgan humildad.

En el caminar por la vida es bueno de vez en cuando detenerse para ver lo que se ha avanzado y lo que se ha conseguido, pero sobre todo para en una retrospectiva ver todo lo que hemos cambiado y como es que ese mismo andar nos ha ido moldeando, después de todo cada meta no solo te lleva al éxito si no que además te acerca cada vez más a la persona que realmente eres.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/FHfUkPErsAQ

También puede descargarse gratis el libro  “La imagen del Dios invisible
-el Hijo unigénito como revelador de Dios Padre-”, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)



viernes, 20 de diciembre de 2019

Sueños sin acciones es como tener la semilla de un árbol muy frondoso ¡en un cajón!



Cuando hablamos de la vida todos tenemos en mente lo que quisiéramos lograr, lo que quisiéramos llegar a tener, lo que quisiéramos llegar a ser; ese deseo nos señala el potencial que todos como personas tenemos, potencial que requiere de nuestro esfuerzo para verse fructificado.

Vamos caminando por la calle, de repente vemos en el aparador de una tienda una camisa, un pantalón o un vestido que nos llama la atención. Su corte es tal cual nos gusta, lo mismo sus colores y la hechura en sí, entonces decidimos comprarlo pero cuando preguntamos por el precio simplemente nos desanimamos y nos vamos.

Esa historia que tal vez en más de una ocasión nos haya pasado, la experimentamos también, y en mayor escala por los efectos de la misma, en nuestra vida cotidiana. Metas que deseamos alcanzar, pero cuyo precio no estamos dispuestos a pagar.

Al igual que la historia inicial, todo en esta vida, sino es que la mayoría, puede ser alcanzado; al igual que la historia inicial, todo en esta vida que puede ser alcanzado, tiene un precio. Cuando hablamos de precio no nos estamos refiriendo necesariamente a una cuestión monetaria sino a esa contraprestación que necesaria y forzosamente deberemos dar a cambio de lo que deseamos lograr. ¿Cuál puede ser este precio?, puede ser dinero, claro, pero también tiempo, esfuerzo, sacrificio.

Pensemos una dieta para llegar al peso o figura deseado, ¿qué implica? Pues mucha disciplina y sacrificio para contener el deseo de comer y poder así lograr la meta deseada. Ahora pensemos en algo de más alcance como una carrera profesional, ¿cuál sería ahí el precio a pagar?, claro está que hay una parte monetaria implícita referida a las colegiaturas que se paguen, pero más allá de eso está el tiempo y el esfuerzo dedicado a aprender los contenidos de las asignaturas y desarrollar las habilidades profesionales requeridas para ello.

¿Y en nuestra vida?, ¿qué situaciones de valor familiar, social o comunitario consideramos relevantes como para ser alcanzadas y, más importante aún, qué se requiere para ello? La familia, los amigos, la sociedad, cualquier tipo de relación necesaria y forzosamente de inicio requerirá de tiempo y en segundo lugar disposición, tiempo para dedicarle a la relación y disposición para crecer en ella.

En una ocasión, en un taller de emprendedurismo, les pedí a todos los presentes –y ahora te lo sugiero a ti- que en la mitad de una hoja pusieran diez, tan solo diez cosas que quisieran lograr en la vida antes de que ésta terminara. Obvio que con la perspectiva de conclusión de la vida todos pusieron metas de extrema relevancia para ellos. Después de que concluyeron esta primera parte del ejercicio les pedí que en la segunda mitad de la página, relacionada con cada una de las metas primarias, pusieran las acciones que estaban realizando para conseguir dichas metas. No es necesario decir que esta segunda parte estuvo más que deficiente en cuanto a contenidos. ¡Todos tenían metas de relevancia que lograr en la vida, pero pocos eran los que estaban dando los pasos correctos para ello!

Te sugiero hagas ese mismo ejercicio. Para no abrumarte pon cinco metas y de esas cinco escoge la que consideres más importante y ponle acciones, pasos concretos que tengas que dar para alcanzarla y –obvio- dale seguimiento digamos una semana para ver que tanto avanzas hacia la meta. Si en una semana no has dado un paso concreto, es necesario revisar tus acciones para que éstas te lleven a la meta deseada.

Dice un dicho que “nada en esta vida es gratis” y tiene razón, incluso la vida misma no es gratis. La vida y los sueños que compartimos en ella requieren de lo que hagamos para concretizarlos, para hacerlos realidad, para hacerlos nuestros, después de todo sueños sin acciones es como tener la semilla de un árbol muy frondoso ¡en un cajón!

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/b8Zspb-fbBI

También puede descargarse gratis el libro  “La imagen del Dios invisible -el Hijo unigénito como revelador de Dios Padre-desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)

viernes, 13 de diciembre de 2019

La constancia del aire erosiona hasta la roca, la constancia en tus acciones vencerá cualquier obstáculo



Cuando uno avanza por la vida, la vida misma se encarga de darnos las lecciones requeridas para ello. Es una relación dinámica donde la vida nos da lecciones, pero las lecciones nos dan vida. Es así como en el aprender está el avanzar y en el avanzar el aprender.

Cuando vemos los grandes fenómenos naturales, es palpable la manera en que éstos reconfiguran el entorno. Un huracán, un tsunami, un terremoto, son fuerzas descomunales que pueden cambiar todo el entorno de un momento a otro. Pero de la misma forma hay fuerzas de la naturaleza que no le apuestan a la cantidad de energía requerida, sino más bien a la constancia de la misma.

Por ejemplo, el viento, con su acción constante, puede llegar a erosionar la roca más dura, solo que no sería en cuestión de días, meses o años, sino más bien de décadas o centurias. Así como el viento otras fuerzas como el agua e incluso el andar de los seres vivos, van haciendo cambios que de inicio se antojan imperceptibles pero cuyos resultados son visibles en el largo plazo.

De la misma forma, cada uno de nosotros tiene en sí ambas posibilidades: fuerzas considerables para generar resultados en el corto plazo, pero también la fuerza de la constancia para alcanzar resultados en el mediano y largo plazo.

En lo que respecta a nuestra personalidad, los cambios duraderos surgen en este segundo escenario, ¿por qué?, porque de la misma forma que la roca, nuestra personalidad tiene esquemas de pensamiento y comportamiento fuertemente arraigados que requieren de tiempo para ser modificados.

En una ocasión, en un taller de capacitación, le pedí a quienes participaban en él que nos dijeran una gran meta que tuvieran en la vida. Todos pusieron una meta de valor, a veces personal a veces profesional. La siguiente pregunta fue que si que requerían para lograr eso. Las respuestas fueron variadas, algunos decían que dinero, otros que tiempo, otros que tal o cual estudio, otros más que tal o cual paso o acción y demás. Mi comentario final fue el siguiente: “todos esto que acaban de señalar es correcto, se requiere para lograr las metas que han señalado todo lo que han dicho, pero de entre todo hay un ingrediente que no han mencionado y que es finalmente el que permite que todo suceda: constancia.”

La constancia es ese ingrediente que no puede ni debe faltar en ninguno de los proyectos que uno emprenda, es la fuerza interna que nos habilita para dar los pasos necesarios para alcanzar nuestras metas, es lo que nos mantiene cuando cansados nos sentimos y lo que nos empuja cuando andar más no queremos.

Esa constancia no es algo emocional, pero tampoco eminentemente racional, es una mezcla de lo que sentimos y de lo que sabemos. Esas dos fuentes le permiten a la constancia existir y subsistir a las pruebas que pudiera enfrentar. Las emociones nos llevan hacia lo que queremos, la razón hacia lo que necesitamos, y en momentos de prueba uno puede acudir a una de las dos o a ambas para sacar de nuevo energía.

Por ejemplo, si existe un momento de desilusión o depresión en el camino a la meta, la mente –fría, analítica y objetiva- puede entrar al quite para mostrarnos los por qué debemos seguirlo intentando. De la misma forma si racionalmente vemos obstáculos imposibles de conquistar, la parte emotiva puede surgir para motivarnos a seguir en el camino.

En el andar por la vida muchas veces la constancia logra resultados que racional o emocionalmente parecían imposibles de lograr, ya que la misma va generando sus propios caminos para hacer realidad las  metas, después de todo la constancia del aire erosiona hasta la roca, la constancia en tus acciones vencerá cualquier obstáculo.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/eT_x64iJHJw

También puede descargarse gratis el libro  “La imagen del Dios invisible -el Hijo unigénito como revelador de Dios Padre-”, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)

viernes, 6 de diciembre de 2019

Llegar a tus metas te hace exitoso, pero además ayudar que otros lleguen a las suyas te hace trascendente




El caminar por la vida exige un esfuerzo considerable; los retos, las caídas, los problemas que uno enfrenta requieren en ocasiones no solo de toda nuestra energía sino incluso un cambio en nuestra persona, si a esto le sumamos las manos de otros que se extienden buscando ayuda para conseguir sus metas nos daremos cuenta que ser líder es un esfuerzo que nos trasciende.

Toda persona, desde el momento mismo de tomar conciencia de ello, emprende a voluntad un camino lleno de sueños, deseos, y metas. Este camino está lleno de obstáculos que tienen la finalidad, no de desanimar a quien lo transita, sino de habilitarlo para cada vez mayores empresas.

Esta habilitación a veces tarda un poco más de tiempo y en ocasiones puede frustrarse si quien se enfrenta a los problemas se deja abatir por ellos. Independientemente la vida seguirá su curso y nos dará una y otra vez la oportunidad de demostrarle y demostrarnos de lo que somos capaces.

Y es en este demostrar y demostrarnos de lo que somos capaces donde se obra el  milagro.  El milagro de llegar a ser más de lo que creíamos, esperábamos o siquiera intuíamos. El milagro de terminar el camino completamente diferentes a como lo empezamos pero siendo los mismos. El milagro de convertir alquímicamente los más grandes momentos de oscuridad en una luz radiante. Pero tal vez el milagro más grande sea el de darnos cuenta que, aún muchas veces en nuestra miseria, somos capaces de ayudar, apoyar, soportar y enriquecer la vida de los demás.

La reflexión anterior a veces puede parecer demasiado optimista, sobre todo por el último párrafo expresado, así me pasó una vez cuando pregunte en un taller de motivación que si quienes de los que estaban ahí presentes creían que podían ser luz y faro para los demás, no sé si por falsa humildad o de plano por no creerlo, ¡nadie levantó la mano! Viendo eso mi pregunta siguiente fue que si quien creía que un empleado bancario, aunque ganara el mínimo, podría otorgarles un prestamos por miles de pesos, todos levantaron la mano. Luego entonces, les dije, si alguien sin un solo peso puede dar tanto dinero, ellos con tanto a su favor –salud, trabajo, familia, amigos, ¡sueños!- como no iban a poder dar mucho más.

¿Qué el símil no es lo mismo? Claro que sí: el empleado bancario dispone de dinero que no es suyo pero que puede administrar, nosotros disponemos de dones que no son nuestros, en el sentido de haberlos diseñado o creados, pero que sí podemos administrar, y en esa administración tender lazos hacia los demás que nos permitan una dinámica de apoyo mutuo y superación.

¿Te parece, como hemos comentado en párrafos anteriores, milagroso esa transformación que experimentas en tu andar? ¡Ahora imagínate que tú mismo seas parte de la causa de la transformación de otros! Que los ayudes, orientes, y apoyes.  Lo mejor de todo: que no necesites hacer algo extraordinario sino vivir tu vida con congruencia, carácter y rectitud.

La verdadera maravilla de la vida es que siempre detrás de lo ordinario se esconde algo extraordinario y de lo rutinario algo asombroso, y que tú puedes llegar a ser más de lo que creías ser e incluso ayudar a otros a brillar, y no olvides: llegar a tus metas te hace exitoso, pero además ayudar que otros lleguen a las suyas te hace trascendente.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/ly9pam35DiI

También puede descargarse gratis el libro  “La imagen del Dios invisible -el Hijo unigénito como revelador de Dios Padre-”, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)