jueves, 27 de febrero de 2020

El mundo te pertenece... pero debes luchar por él



Cualquier cosa que nos propongamos, cualquiera, implica un esfuerzo y en ocasiones incluso una lucha, pero una vez obtenido eso que deseábamos, algo en nuestro interior nos dice que siempre fue nuestro, por eso lo deseábamos, pero había que ganárnoslo

Una paradoja es “una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común”, ejemplo de esto son las expresiones tales como “es de mala suerte ser supersticioso” (rechaza la superstición porque es de mala suerte, lo cual ya es una superstición) o “esta oración es falsa” (¿si es falsa no es verdadera, pero si es falsa si es verdadera?).  En este orden de ideas el título de este artículo es una contradicción en sí, una paradoja, si el mundo te pertenece ¿por qué debes luchar por él?

Quienes ya llevamos algo de camino en esta vida, sabemos que la vida misma es una paradoja en sí. Constantemente nos estamos contradiciendo a nosotros mismos, logrando cosas que parecían imposibles y no consiguiendo otras que parecían  más que alcanzables. Es así como la cuestión paradójica de la vida nos acompaña constantemente, por lo que la frase no extraña, aunque implica un análisis más profundo.

Pensemos en nuestra infancia. Creo que en algún momento de la misma nuestros padres nos condicionaron algo a lo que teníamos derecho: “no sales hasta que no termines tu tarea” o “no hay postre si no terminas todas tus verduras”. La salida a jugar era nuestra, ahí estaba para nosotros, lo mismo el postre, incluso puede que el plato con el postre ya estuviera servido. Pero no era hasta que cumplíamos una obligación que teníamos cuando se nos proporcionaba o permitía lo condicionado.

Algo así pasa con la vida. Todo en ella es nuestro, está ahí para nosotros, pero al igual que los ejemplos anteriores de la infancia, tenemos que –paradójicamente- hacernos merecedores de lo que procuramos, solo así podremos decir que es nuestro.

La situación paradójica nos dice que necesitamos luchar por lo que ya es nuestro para que un milagro se forje en nuestro interior: el milagro de crecer en carácter, visión y conocimiento. Entonces lo que obtenemos, además de su particularidad externa, nos dinamiza el cambio interno hacia algo mejor, con lo que las raíces del mismo se hunden profundamente en nuestro ser. Así no solo obtenemos lo que deseamos, sino que lo hacemos nuestro.

Más allá de la cuestión paradójica, esta presentación de ideas va a lo siguiente: ¿por qué has de renunciar a algo cuando de inicio te pertenece? Regresemos al ejemplo de la infancia. ¿Por qué permitirías que ese postre se desperdiciara cuando de inicio es tuyo y solo debes comerte las verduras que se te han servido? o ¿por qué debes privarte de salir a jugar cuando es tu derecho y para ello solo debes cumplir tus deberes?

Esa misma pregunta háztela cuando ante la búsqueda de un objetivo, una meta o un sueño tropieces de tal manera que pienses en desistir de logar lo deseado, ¿por qué habrías de renunciar a eso que quieres cuando de inicio es tuyo y solo debes luchar por él?

Un ejercicio de visualización que te propongo, cuando se de la situación anterior, es el siguiente: en vez de ver el objetivo, meta o sueño como algo por lo que estás luchando simplemente te digas “¿pero por qué debo renunciar a tener eso cuando es mío?”. Así, es, repítete “eso es mío, eso es mío” y aunque aún no lo tengas verás cómo lo ves diferente y le das fuerzas renovadas a tu lucha.

No es lo que aún no obtenemos lo que puede dibujarnos como personas, sino lo que con nuestro potencial podemos alcanzar, lo cual de inicio es ilimitado, así que siempre ten en mente que el mundo te pertenece... pero debes luchar por él


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/yY0SuwDysqM

También puede descargarse gratis el libro  “Tu Palabra es Verdad -365 citas y reflexiones- Tomo 2”, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)

viernes, 21 de febrero de 2020

Un triunfador no es alguien que no conoce el fracaso, sino alguien que lo conoce tan bien como para saber que no pertenece ahí



Lo que podemos considerar como “éxito” en esta vida, independientemente de las acepciones que cada quien quiera darle a la palabra, pasa necesariamente por muchos fracasos, derrotas y caídas, pero el solo hecho de seguir en la lucha es señal de que nuestro destino no está en la capitulación sino en el triunfo final.

Las palabras “triunfo” y “éxito” tienen significados diferentes para cada quien, para algunos puede referirse a cuestiones mucho muy prácticas y tangibles como un empleo, un título, una venta, un ascenso, para otros puede referirse a cuestiones de trascendencia, solidaridad, cambio; independientemente de esto el lograr algo que uno quiere implica una lucha, un esfuerzo, o como yo le llamo: un andar, que no está exento de momentos en los cuales nos sentimos abatidos.

Te propongo en este momento un ejercicio que cuando toco este tema en mis conferencias o talleres lo traigo a colación, puedes hacerlo mentalmente: piensa en al menos cinco personas que, independientemente de su campo de acción, consideres exitosas. Escoge una que consideres la más exitosa de esas cinco.

Ahora señala al menos tres cosas por la que consideres a esa persona un modelo de éxito. Por último señala un quebranto o revés que esa persona haya sufrido en su camino hacia el triunfo.

El resultado en un 90% de las veces, y si hiciste el ejercicio es muy probable coincida, es que para las primeras instrucciones prácticamente no se tiene problema alguno, el problema es con la última instrucción, con señalar un quebranto o revés que esa persona haya sufrido en su camino hacia el triunfo. El 90% no sabe indicarlo, ¿por qué? por que la mayoría vemos el triunfo de tal o cual persona pero –el gran pero- desconocemos en muchas ocasiones lo que tuvo que pasar para lograr ese éxito.

¿A qué viene todo esto? Es una reflexión cuya finalidad es hacerte ver que no por que veamos a tal o cual persona como alguien exitoso, eso quiere decir que nunca experimentó el fracaso, al contrario, si conociéramos su historia (así como la historia de cualquier triunfador), veríamos como está matizada de muchos momentos oscuros los cuales no impidieron su avance hasta hacer realidad sus sueños.

¿Y qué queda de esto para ti? ¡Ah, esta es la parte interesante! Interesante ya que a lo mejor ahorita tú no has logrado todas las metas de valor que te has propuesto, incluso tal vez ahorita estés experimentando algún revés en alguna de ellas, lo cual solo quiere decir que estás en camino hacia el logro de la meta, del objetivo, de tu sueño, pero al igual que los triunfadores que pudieras mencionar, ahorita estás experimentando esos momentos previos al triunfo que sirven para darte valor, entereza y carácter.

Tú, al igual que todos los que antes han salido exitosos de las batallas de la vida, estás llamado a ese triunfo en lo que te propongas, no importa si tus metas son materiales, intelectuales, emocionales e incluso espirituales, el simple sentimiento de incomodidad cuando caes, cuando fallas, cuando tropiezas, es señal que estás llamado para algo más grande, más completo, más trascendente, después de todo un triunfador no es alguien que no conoce el fracaso, sino alguien que lo conoce tan bien como para saber que no pertenece ahí.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/sPd5rhXwQfs
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viernes, 14 de febrero de 2020

A veces hay que tocar cien puertas para que se abra una



Si bien uno puede tener claro que para conseguir lo que uno quiere –y para llegar a ser lo que uno puede- se requiere de intentarlo una y otra vez, una cosa es esa claridad que puede poseerse y la otra la capacidad de intentarlo incluso cuando se tiene todo en contra.

Los cursos que sobre logro de objetivos me ha tocado impartir siempre son diseñados en función de quién asistirá a ellos, siendo los temas escogidos y organizados con base en esto. En el caso de los vendedores, el primer punto que pongo a consideración no es la manera de hablar o presentarse o de “ganar al cliente”, el primer punto es precisamente la resistencia al rechazo.

La vida es como ese vender, uno puede ir tocando puerta tras puerta, es decir, intentando una y otra vez las cosas, solo para obtener una vez tras otra resultados negativos. De la misma forma –y por eso el primer tema puesto a consideración con quienes venden- hay que crecerse al rechazo, al no logro, para con bríos renovados ir a la siguiente puerta –a la siguiente oportunidad- para intentarlo de nuevo.

Esto puede ser cansado y ¿por qué no? en ocasiones incluso hasta desmotivador, de ahí la necesidad de trabajar recursos internos que nos permitan retomar la pelea. ¿Qué son estos recursos internos? Mira, cuando algo motiva a actuar, como en el ejemplo el deseo de efectuar una venta, se identifica un satisfactor externo (la venta o cualquier otra meta asignada) que si se logra viene a otorgar un deleite por sí mismo, pero que si no se consigue deviene en un sentimiento desagradable. Un recursos interno es eso a lo que podemos acudir para que independientemente del resultado externo, podamos recurrir a él para renovar fuerzas y volver de nuevo a la carga.

¿Has visto en algunos taxis esos zapatitos que los conductores cuelgan en el espejo retrovisor?, ¿o esos dibujos infantilmente trazados que adornan las oficias o escritorios?, ¿o esa foto que puede uno traer en la billetera? Si bien son cuestiones externas físicamente a uno, hacen referencia a un recurso interno, generalmente basado en amor, cariño, afecto, ternura, que permite salir adelante ante las adversidades.

Piensa por un momento en algo como lo que hemos mencionado que por sí mismo te traiga a la mente sentimientos de estima, de valor, de intimidad, y la próxima vez que vayas a intentar algo difícil o simplemente retador llévalo contigo. Míralo si puedes en algún momento previo a intentarlo y posterior, sea que lo logres o no. Si lo logras compartirás esa energía positiva con el recuerdo al observar de nuevo el objeto, si no lo logras sacarás de él esa energía vía motivación para salir avante de la prueba.

No podemos negar que necesitamos de muchos satisfactores externos, pero tampoco podemos negar que poseemos muchos recursos internos que debidamente canalizados nos puede ser de gran utilidad para avanzar con decisión, optimismo y esperanza en la vida, después de todo a veces hay que tocar cien puertas para que se abra una

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/fgMGyKYLMCI

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viernes, 7 de febrero de 2020

Logro sin esfuerzo no sabe, no se valora, y lo que es peor, la mayoría de las veces no dura


La lucha por lo que deseamos en esta vida, sea esto una meta material, intelectual e incluso espiritual, tiene dos momento claros: uno es precisamente el del esfuerzo necesario para alcanzar la meta, la otra el momento mismo de obtenerla; en la medida que exista una reciprocidad entre esfuerzo-logro, la lucha nos permitirá no solo valorar lo conseguido, sino forjar nuestro carácter.

Bastante documentado está el fenómeno de aquellos padres que, habiendo pasado privaciones en su infancia, buscan de alguna manera subsanar eso dándoles todo a sus hijos sin que éstos se esfuercen para conseguirlo, generando al contrario de lo deseado, personas egoístas, caprichosas y sin carácter.

También tenemos esos ejemplos de quienes, en un giro de la fortuna logran de hacerse de fama, poder o dinero de la noche a la mañana, y que terminan despilfarrando, no solo eso que obtuvieron, sino su vida misma.

Por último, creo que en algún momento de nuestra vida todos hemos siquiera fantaseado con lo que haríamos si nos sacáramos la lotería o, en el caso de las mentes más fantasiosas, si nos encontráramos con un genio que nos concediera lo que pidiéramos.

No podemos negar que una tendencia humana, y creo incluso de la naturaleza misma, es aquella que marca al logro de las cosas a través del menor esfuerzo, en ese sentido, en muchas ocasiones uno quisiera que eso que deseamos o incluso que necesitamos, se nos fuera concedido con el menor esfuerzo, siendo ese menor esfuerzo en algunos casos nulo completamente.

El pensamiento anterior, si bien es lógico y entendible, deja por fuera la arista de lo que sucede en nosotros mismos mientras estamos en la batalla: una transformación externa e interna que nos posibilitará para llegar a estadios de desarrollo que no hubiéramos siquiera imaginado.

Te sugiero un ejercicio, un ejercicio que en mis talleres de liderazgo propongo, piensa en una meta que haya significado por una parte un logro del cual estás orgulloso, y por otra un esfuerzo constante y una lucha considerable para alcanzarla. Date tiempo para tener claridad en esta idea: la meta y el esfuerzo. Ahora, de manera honesta  contéstate a ti mismo las siguientes preguntas: ¿te hubiera sabido igual el logro de esa meta si no hubieras luchado tanto por ella?, ¿eres el mismo al inicio de esa lucha que te dio la meta que al final de la misma?, ¿qué crees hubiera sido diferente contigo si la meta se hubiera conseguido sin esfuerzo?

No quiero ser yo quien te de las respuestas a las anteriores cuestiones, si te das el tiempo para reflexionar descubrirás muchas cosas importantes para ti como persona y para tu vida como camino y como destino. Solo quiero cerrar esta reflexión con una breve historia: un padre de familia estaba haciéndole el desayuno a su esposa en su aniversario, su hija menor se ofreció a hacerle el jugo de naranja, la niña ya estaba sacando las naranjas para cortarlas y exprimirlas cuando por la premura el papá le dijo que por qué no mejor le vaciaba en un vaso uno de los jugos de naranja enlatados que tenían en la alacena, a lo que la niña le respondió que si hiciera eso, entonces el jugo que le diera ella a su mamá no sería realmente de ella, sino de la persona que hizo el jugo enlatado. El padre entendió la lección.

No todo logro es un éxito ni todo fracaso una pérdida, si somos capaces de estar realmente consientes en la maravilla que llamamos nuestra vida nos daremos cuenta que más allá de los rendimientos o las mermas, estamos nosotros, tanto con lo que hemos sido como con lo que, tal vez más importante aún, podemos llegar a ser.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/QTk7yuA9jmI

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