jueves, 30 de junio de 2022

Los retos por más difíciles que sean no son imposibles, lo que sí es difícil a veces es creer esto


 

Hay muchas cosas seguras en esta vida, una de ellas es que en algún momento te enfrentarás con algún reto que parezca insalvable, repito: que parezca, pero que viéndolo bien no lo sea a menos que tú así quieras.

 

La vida está llena de retos, retos que en algunos momentos nos habrá hecho decir que eran prácticamente imposible de solucionar, más sin embrago sostengo, esta es una apreciación que salvo contadas excepciones es real sino que por el contrario se basa en nuestro desánimo y falta de confianza y resolución.

 

Fíjate que he señalado que salvo contadas excepciones todos los obstáculos son salvables, digo esto para no irme al extremo falso de creer que todo tiene solución, la verdad es que hay cosas que no. Pero de la misma forma quiero hacer énfasis que los casos que en efecto no tienen solución si los vemos de manera objetiva son los menos, no los más.

 

Pero, ¿qué es lo que pasa?, pues que la mecánica de funcionamiento del ser humano, sobre todo cuando se enfrenta a retos, tiende a darse por vencido incluso antes de iniciar la lucha. Esto es comprensible desde muchos puntos de vista, pero una cosa es que sea comprensible y otra muy distinta que la demos por correcta y justificadora de acciones de derrota previa.

 

Como ves, lo difícil no son tantos los retos sino la actitud mental y emocional que uno adopta ante ellos. Los retos existen, eso es una realidad, pero la carga emocional y mental negativa que podemos recargarles es lo que nos nubla la visión para poder determinar soluciones, planes contingentes o planes opcionales.

 

Por soluciones me refiero cuando el problema en sí lo podemos resolver tal cual, por planes contingentes cuando tenemos que cambiar algo (pensamiento, estrategia, acciones) para poder resolver el problema aunque esto no nos lleve a la solución al 100 del mismo como quisiéramos, y por planes opcionales cuando de plano el problema es de tal calado que tenemos que buscar otra opción que ya no es lo deseado sino algo diferente aunque parecido.

 

¿Qué sugerencia práctica puedo darte? Una muy sencilla: cuando creas estar frente a un reto sin solución escribe el problema en la parte superior de una hoja, debajo dibuja tres columnas, cada una con un encabezado: “cómo resolver esto”,

“qué debo cambiar para conseguir lo que se pueda de esto”, y “que puedo hacer para conseguir algo similar” y llénalo con ideas. Verás cómo es que en ese momento las mismas fluirán de mejor manera que si desde un inicio uno adopta una actitud derrotista ante los obstáculos que uno enfrente.

 

En cualquiera de los casos la claridad mental y la estabilidad emocional son el requisito previo para lograr enfrentar un desafío, así que no olvides que los retos por más difíciles que sean no son imposibles, lo que sí es difícil a veces es creer esto.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/I9nAXgTxP60

 

 

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jueves, 23 de junio de 2022

Todo problema o tiene una solución o tiene una enseñanza


 

Las pruebas de la vida, es decir, los retos que uno enfrenta, en ocasiones pueden ser solucionados y en ocasiones no, en ambos casos uno puede decidir salir enriquecido de ello con el aprendizaje que lo vivido nos deje.

 

La vida está hecha de retos, grandes o pequeños, pero retos al fin. Y en esa variedad de retos hay algunos que enfrentamos con éxito mientras que otros no.

Independientemente de ello dichos retos, sea que los conquistemos o no, puede hacernos mejores personas si nos decidimos a aprender de ellos.

 

Primero veamos el caso de los retos con solución. Para encontrar esta solución uno debe por un lado hacer acopio de toda la experiencia que tenga y al mismo tiempo abrir la mente para enfrentar con flexibilidad el problema. La solución del mismo nos dará una nueva forma de ver la vida, primero porque nos permitirá validar lo que hemos vivido y las experiencias que de ello hemos sacado y segundo porque la nueva forma flexible de abordar el problema habrá sido puesta a prueba.

 

En el segundo caso, es decir cuando no hay solución, no quedamos por ello impedidos de aprender. De igual forma que en el caso anterior podemos ver las experiencias en que fundamentamos nuestro actuar para ver si eran pertinentes así como la nueva forma de abordar ese problema para ver en qué estuvo el error.

 

En ambos casos podemos decidir aprender de la experiencia. Y mira que digo que podemos decidir ya que no necesariamente todo lo vivido se trasforma en experiencia pues debemos permitirnos que lo experimentado constantemente nos esté re-educando.

 

Hay personas que, sobre todo en el caso de los tropiezos de la vida, adoptan una actitud tan negativa hacia esos eventos y hacia ellos mismos (recriminándose, condenándose, etc. por ejemplo) que prácticamente cancelan toda posibilidad de aprendizaje.

 

Si bien un tropiezo no es nada agradable la experiencia que ello puede dejarnos puede ser a tal grado enriquecedora que nos habilite para éxitos futuros, así que ante la vida no olvides todo problema o tiene una solución o tiene una enseñanza.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/l5hIGxqzCfU

 

 

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jueves, 16 de junio de 2022

No es tan malo tropezarse: cada error te vuelve más sabio


 

A nadie nos gusta equivocarnos, mucho menos que eso se convierta en un tropiezo en nuestra vida, pero dado que no nacemos sabiendo todo es lógico que nos equivoquemos, lo que no es lógico es que no podamos aprender algo de ello.

 

¿Cuál es el peor error que has cometido en tu vida? Piensa un momento esta pregunta y contéstala en tu fuero interno. Ahora bien, ¿qué es lo que aprendiste de ello?

 

Generalmente cuando se piensa en un error lo primero que se viene a la mente es lo perdido, el daño, el dolor experimentado, todo lo cual es válido pero dado que esa es nuestra primer reacción, debemos ser capaces de pasar a la segunda que es comprender y aprender, comprender el evento y aprender de él.

 

Comprender el evento quiere decir simplemente no hacernos ni sentirnos ni víctimas ni victimarios. Generalmente en todo evento hay muchas circunstancias que nos influyen, también hay percepciones de la vida que no hemos logrado del todo e incluso errores sobre los que sustentamos nuestras decisiones.

 

Esto no quiere decir que no seas responsable de toda decisión tuya ya que según lo dicho hay factores que inciden en ella, al contrario, permite establecer la verdadera responsabilidad no cargando en tu espalda toda la responsabilidad de la culpa sino solo la que te corresponde.

 

Esto de comprender se requiere para que, sin sentirnos ni hacernos víctimas ni victimarios podamos entonces pasar a lo segundo: el aprender. Una cosa es comprender, la otra es aprender. Para aprender se requiere comprender, una vez que has comprendido en lo que cabe lo que sucedió estás en posibilidad de tener un correcto aprendizaje, digo correcto ya que si no comprendieras igual podrías aprender, pero mal.

 

Por ejemplo, quien ha sufrido una decepción amorosa y no intenta comprender puede ponerse en el papel de víctima o victimario y llegar a conclusiones como de que “ya no vuelvo a confiar en los hombres” o “todas las mujeres son iguales”. Sí, eso es un aprendizaje, pero un aprendizaje erróneo que parte de una mala comprensión del evento.

 

Una correcta comprensión nos trae un correcto aprendizaje y solo de esta forma podemos retomar nuestro camino y avanzar hacia nuestra realización como personas, después de todo no es tan malo tropezarse: cada error te vuelve más sabio.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/zK5L9nMJLqs

 

 

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jueves, 9 de junio de 2022

Lo mejor de la vida es que si bien no puedes desandar tus pasos, sí puedes iniciar nuevos caminos


 

¿Qué cambiarías de tu vida si pudieras dar marcha atrás al tiempo? Si bien creo que a esta pregunta pudieras tener varias respuestas, debes considerar que todas las ideas que puedas mencionar se basan precisamente en la experiencia que has adquirido por lo que si cambiarias eso que te dio experiencia no tendrías la  perspectiva que ahora de la vida tienes.

 

Conozco mucha gente, y supongo que tú también la conocerás, que se arrepiente de algo que le ha pasado en su vida, sea que esta persona lo haya ocasionado o bien que simplemente le haya acontecido. El arrepentimiento, si bien es un sentimiento muy natural del ser humano, puede hacer que no veamos más que un lado de la moneda: lo negativo de la experiencia, pero quiero decirte que hay otro lado y eso es la perspectiva que de la vida vas adquiriendo.

 

Vamos siendo prácticos: dado que no puedes cambiar el pasado, mejor enfoquémonos en algo que si puedas cambiar y eso es el futuro. Toda experiencia, por desagradable, traumática o negativa que nos parezca puede utilizarse para ser mejores, sea que nos lleva a sernos y sabernos más humildes o sea que nos lleve a entender a los demás con todos sus aciertos y errores, luces y sombras, que puedan tener.

 

Pero aún seamos más prácticos: incluso en el caso de que esas experiencias perniciosas no pudieran servirnos de ninguna forma en lo que está por venir de nuestra vida, créeme que tampoco nos sería de mucha utilidad estar lamentándonos de algo que no podemos cambiar con el resultado en contrario en el balance de nuestra vida de que de todas formas le estaríamos destinando tiempo a ese ver hacia atrás.

 

Esto último lo señalo para aquellos que no creen que de todo pueda sacarse algo bueno, pero sí quiero aclarar que yo creo en lo que dije antes de esto: que de cualquier situación por mal que la veamos algo de bueno habrá que tenga, por lo menos la experiencia que ello te deja.

 

¿Y la experiencia para que nos sirve? Uuuuuhhhh, pues para muchas cosas, pero nomás te digo una: para ser cada vez mejores. Piensa en cualquier cosa en que hayas adquirido destreza y veras que, como dice el dicho, la práctica ha hecho al maestro. Pues bien, la vida es como una maestra, pero una maestra que desea que nosotros también seamos maestros y para ello nos acerca experiencias de todo tipo que van encaminado hacia ello.

 

Como podrás ir viendo, una manera de comenzar a sacar de ese fango cenagoso que bien nos pudo haber dejado una experiencia ingrata las pepitas de oro que toda vivencia trae, es precisamente preguntándote de lo vivido ¿qué puedo aprender de esto?

 

No quiero decir que este ejercicio es fácil, sencillo o agradable. Para nada. En ocasiones conlleva revivir la experiencia vivida, lo cual en ocasiones es bastante complejo y complicado, pero al igual que ese expertise que te he mencionado y que solo se adquiere con la práctica, poco a poco irás viendo cómo es que este tipo de ejercicio, de reflexión, de análisis se te irá haciendo cada vez más accesible y por lo tanto más enriquecedor.

 

La vida no se detiene por las experiencias que vayamos experimentando, sean estas agradables o no, luego en función de esto podemos usar lo que vamos viviendo para alcanzar cada vez mejores formas de ser como individuos, después de todo lo mejor de la vida es que si bien no puedes desandar tus pasos, sí puede iniciar nuevos caminos.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/z5YaAPDzLf0

 

 

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jueves, 2 de junio de 2022

Cuando eres libre, nadie más que tú eres el responsable de tus errores pero también de tus aciertos


 

¿Qué es lo más valioso que tiene un ser humano? Sin duda alguna la vida está en primer lugar ya que ella habilita todo lo demás. ¿Qué podría ser lo segundo? Creo no equivocarme si señalo que eso es sin duda la libertad. Pero no una seudo-libertad cómoda donde creemos ser libres sin serlo, sino una plena libertad donde nos erigimos como constructores de nuestro destino con todos nuestros aciertos y todos nuestros errores.

 

Fíjate en una paradoja de nuestro tiempo. Ahora que tenemos tanta libertad son pocos los que quieren ser libres. ¿No lo crees? Hay quienes entienden la libertad como el hacer lo que a uno le dé la gana, pero esa es una seudo-libertad ya que si no somos conscientes de lo que hacemos pudiéramos creer que estamos actuando libremente cuando en realidad estamos siendo influenciados por factores externos que nos llevan a ser más bien títeres de fuerzas externas a uno.

 

No voltees a juzgar a los demás, evalúate tú. Piensa en algo en lo que creas firmemente, puede ser sobre un tema laboral, social, político, etc., el que tú quieras. Luego cuestiónate por qué crees eso que crees. Si realmente estás ante ideas que son tuyas y sobre las cuales te sostienes para decidir el rumbo de tu vida, deberás ser capaz de dar razón de ellas a cabalidad.

 

¿Pero qué es lo más común que vemos? Pues gente que cree en ciertas cosas pero que la verdad ni siquiera sabe el por qué. Si te dan algunas ideas sueltas como para tratar de explicar las ideas que tienen respecto a algo, pero esa exposición adolece de la fuerza que uno esperaría de alguien que sobre ello está construyendo su proyecto de vida.

 

Lo peor es que si queremos ahondar en nuestras creencias lo primero con lo que nos enfrentamos es con una barrera interna que como molestia nos quiere impedir mover los cimientos de lo que consideramos como real. ¡Ni qué decir cuando abordamos a los demás con esa intención!

 

La verdad es que es muy cómodo no ser libres. Dejar que otros piensen, que otros decidan, que otros digan por nosotros. Es sumamente cómodo pero pagamos con algo sumamente valioso: nuestra vida. Por el contrario, dejarnos de cosas, crecer como persona y comenzar a decidir con razón y sentimiento sobre el destino que queremos para nuestra vida es sumamente incómodo, ¿por qué? algunos podrán decir que es por el esfuerzo de pensar por uno mismo, pero yo digo que es más bien porque cuando nos hacemos responsable de nuestro propio destino ya no hay manera de echarle la culpa a los demás. Estamos solos ante lo que hacemos y ante lo que obtenemos siendo los éxitos solo nuestros, pero también los fracasos.

 

Cuando te veas (sí, tú y a ti, deja de ver a los demás que bastante trabajo hay contigo), repito: cuando te veas dando razones y excusas para hacer o no hacer fíjate cómo es que la mayoría de esas razones y excusas son externas a ti, es decir, son factores externos que están construyendo en realidad tu proyecto de vida.

 

Cuando uno deja de buscar excusas y razones para lo que hace y lo que no hace comienza a hacerse responsable de su proyecto de vida. De la misma forma esto lo lleva a dejar de andar por la vida con ideas prestadas y comenzar a pensar por sí mismo buscando razones para lo que hace o deja de hacer y cuestionándose cada día sin descanso pues así como la vida no se detiene la verdad total sobre ella nunca se obtiene.

 

La verdadera madurez del ser humano es cuando sin excusas ni pretextos nos erigimos como únicos responsables de nuestro proyecto de vida, esto puede que no sea de la noche a la mañana pero creo que no podemos esperar menos de nosotros mismos ya que lo que está en juego es nuestra vida misma, así que no olvides que cuando eres libre, nadie más que tú eres el responsable de tus errores pero también de tus aciertos.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/3w7O534m3VU

 

 

También puede descargarse gratis el libro  “Tu Palabra es Verdad -365 citas y reflexiones- Tomo 4”, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)