jueves, 28 de diciembre de 2023

La trascendencia tiene que ver con lo que ahorita estás haciendo, ¿cómo quieres que se te recuerde?


Hay conceptos que en el transcurso de la historia de la humanidad han llamado la atención lo mismo de las sociedades que de las personas, uno de esos conceptos es el de la inmortalidad, curiosamente la inmortalidad puede construirse día a día, siendo que, desde esa perspectiva, uno debe cuidar lo que construye pues eso permanecerá para siempre.

 

Cuando hablamos de inmortalidad hay dos acepciones que se nos vienen a la mente, una de ella es la de la imposibilidad de morir, pero la otra, y que es la que nos interesa, se refiere a la perdurabilidad de algo en la memoria, ya que eso implica que todos podemos alcanzar este estado (al menos en su segunda acepción) para lo cual debemos cuidar nuestro actuar presente.

 

El pensamiento anterior puede ser muy poderoso cuando pensamos nuestras acciones temporales con un sentido de trascendencia ya que nos motiva a dar ese esfuerzo extra para poder así tener un efecto que vaya más del momento presente. Curiosamente mucha gente piensa en el corto plazo, en el beneficio que en su tiempo pudiera acarrearle alguna acción, lo cual cobra su máxima expresión en cuestiones de corrupción y delitos. La corrupción y los delitos son el camino fácil y rápido para obtener hoy lo que se quiere, pero no solo obtener hoy lo que se quiere sino obtenerlo hoy a costa del futuro.

 

Por el contrario, cuando uno piensa en función de la trascendencia de sus actos se da cuenta que la cobardía de no exigir, de no señalar, de no criticar, la complacencia de ocultarse, de beneficiarse, de hacerse cómplice, genera en el largo plazo, a manera del efecto fractal, un boomerang de consecuencias que, aunque no lleguen a afectar a uno, afectaran a las generaciones futuras de nuestros amigos y familiares.

 

Eso en la cuestión social o comunitaria, pero también está la cuestión personal. Todos conocemos casos de amigos, familiares o simples conocidos a los cuales todavía se les recuerda, más que por su carácter o su personalidad, por aquellos actos que definieron su vida, siendo que los actos de valor, de carácter, de congruencia, serán reconocidos por las generaciones incluso una vez que uno se haya ya ido, pero de la misma forma los actuares tibios, convenencieros o de plano cobardes, serán señalados de forma recriminatoria en la trascendencia de nuestros actos.

 

Hay un ejercicio que en ocasiones uso en mis talleres de liderazgo y que es bien sencillo y a la vez aleccionador y que te comparto: en una hoja blanca pon tu nombre en la parte de arriba, después, en cuando mucho cinco renglones pon la manera en que te gustaría te recordaran (en este punto y como ayuda les digo que se imaginen que abren una enciclopedia del futuro donde estuvieran, ¿qué te gustaría dijera?); una vez efectuados los dos pasos anteriores, trazar una raya horizontal que divida lo que se acaba de escribir y poner debajo de esa línea todas las acciones que ahora mismo están desarrollando para lograr esa manera en que quieren ser recordados.

 

Como mencioné, es un ejercicio sencillo que generalmente arroja una deficiencia de acciones actuales para ese recuerdo que se desea se asocie con uno. Generalmente un 80% levanta la mano cuando les pregunto ¿quién no cree que con lo que ahorita está haciendo se logre esa forma en que quieren ser recordados?, pero acto seguido señalo –y de igual forma te señalo a ti quien lees esto- que no todo está perdido, es más que hay buenas noticias: todavía tienes tiempo de entrar a la historia con el carácter y el valor que solo la gente libre posee.

 

El camino a la eternidad, comienza en el presente; nuestras acciones nos

conducen, no solo a las metas planteadas, sino también a la forma en que seremos recordados, de ahí el valorar con creces el momento presente para trabajar ahora por la inmortalidad que ya es nuestra pero que nosotros decidiremos como se nos recuerda, después de todo la trascendencia tiene que ver con lo que ahorita estás haciendo, ¿cómo quieres que se te recuerde?

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/IGpKe1qksv4

 

 

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jueves, 21 de diciembre de 2023

Cuando se disfruta el camino no hay propiamente un esfuerzo sino un disfrute en cada paso

 


Lo mejor que le puede pasar a uno en esta vida es disfrutar realmente lo que hace, eso le da más sentido a las ideas que uno tiene y a las acciones que uno emprende, incluso en ocasiones tiene más sentido que lograr las metas que uno se proponga.

 

Cuantas veces no hemos visto personas que ante las obligaciones que tienen en su vida muestran no solo una apatía sino en muchas ocasiones una actitud verdaderamente negativa, para esas personas lo que hacen es una carga por más nimio que nos parezca.

 

De la misma forma, todos conocemos personas que su vida la viven con gozo, con alegría, y que sus obligaciones y los retos mismos que enfrentan lo hacen con un estado de ánimo que incluso llega a contagiar.

 

La diferencia entre estos dos extremos está precisamente en saber disfrutar lo que uno hace, esto es la clave de todo, incluso del éxito, ya que el éxito es escurridizo y ocupa mucho esfuerzo, mucha energía, y que mejor manera de dar todo ese esfuerzo y esa energía que con un ánimo optimista, de confianza, de gozo por estar vivo.

 

Al principio se comentó que esta actitud le da más sentido a las ideas y a las acciones que incluso lograr las metas que se proponga, esto parecería ser una contradicción pero no es así. Una meta es un objetivo, si lo vemos objetivamente la consecución de una meta dura un momento infinitamente pequeño, por ejemplo,  cuánto dura en el tiempo el que un corredor cruce la meta?, ¿o en que alguien obtenga un título?, ¿o en que un emprendedor inicie un negocio?, no nos confundamos, lo que dura tiempo es el camino hacia esas metas, pero el lograrlo dura un pequeñísimo instante, tal vez unos segundos, después la meta queda atrás y vienen otras.

 

Siempre habrá metas, siempre habrá caminos, la manera de llegar a esas metas y de recorrer esos caminos es lo que nos dará riqueza en nuestra existencia, más incluso del alcanzar una meta ya que ésta puede llegar muy tarde en nuestra vida (o incluso no llegar), mientras que el camino hacia ella estará presente en todo el trayecto.

 

Ahora bien, a veces uno no puede escoger del todo la meta o el camino, las obligaciones que la misma vida va poniendo en ocasiones casi nos obliga a tomar ciertas decisiones, pero ¿por qué amargarnos por ello?, siempre habrá algo positivo de lo que hagamos, algo que nos guste o que nos llene; pues por pequeño que esto sea, debemos enfocarnos en ello para darle no solo sentido a nuestra existencia sino fuerza y motivación.

 

En una ocasión, en un taller de emprendedurismo que me tocó dar, alguien se quejaba de lo dura y difícil que le era la vida, de lo casi imposible que se le hacía el ver algo positivo cada día que le permitiera avanzar con gozo el camino que tenía que recorrer, que lo que yo le proponía era realmente imposible. En ocasiones uno tiene que ser drástico ante actitudes tan extremosas. Es así como le acerqué un pequeño cuchillo que había quedado del entremés que nos habían dado y le dije que si la vida le era tan pesada por qué no terminaba en ese instante con ella. La persona se me quedó viendo incrédula de lo que oía. "¿Qué pasa? -le pregunté- ¿por qué no acabar con esto de una vez? ¡vamos!". El silencio reinaba en la sala. Después de un momento le quite el pequeño cuchillo y le dije con la intención que todos oyeran "eso mismo que te detiene para una acción como esta es de lo que cada día debes aferrarte para transitar este período que te

ha tocado en este momento".

 

No podemos ser ingenuos, la vida es dura, es pesada, a veces los trayectos son oscuros, lo único que a veces uno tiene es su ánimo, su entereza, su voluntad de seguir adelante esperando salga el sol y las cosas mejoren, puede que esto suceda, puede que no, pero desde el momento mismo en que uno avanza con esa actitud ya ha ganado, después de todo cuando se disfruta el camino no hay propiamente un esfuerzo sino un disfrute en cada paso.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/BGplf0vc08I

 

 

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