viernes, 30 de septiembre de 2016

Una vela para dar luz necesita de encenderse; tú, tan solo creer en ti


Cuando hablamos de motivación, liderazgo y emprendedurismo hay que saber y entender que no necesaria y forzosamente siempre estaremos o viviremos en un ambiente y con una actitud de positivismo y, como se dice, buena vibra, habrá momentos oscuros, momentos que servirán de pretexto para mostrar tu luz interior y alumbrar tu camino y el de los demás.

En las conferencias y talleres de motivación, liderazgo y emprendedurismo que doy siempre me gusta de  una u otra forma tocar una realidad que es más que verdadera: el hecho de que por más motivación, liderazgo y emprendedurismo que manejes, eso no detendrá que en tu vida vengan malos momentos.

Sin duda alguna a uno no le gusta pasar por esos días en que parece que el mundo se nos viene encima, pero si lo piensas de otra forma, son días en los cuales la oscuridad reinante nos permite encender la luz que traemos dentro.

Imagínate que día tras día tomarás clases de canto pero nunca pudieras en algún evento demostrar lo que has aprendido, o que aprendieras un nuevo idioma y jamás de los jamases pudieras entablar una comunicación con alguien nativo del idioma que aprendiste, o que…, bueno, pudiéramos poner muchos ejemplos, pero ¿te imaginas saber hacer algo… y nunca practicarlo?

Algo así pasa con el emprendedurismo, la motivación y el liderazgo, si te fijas bien esos temas y por ende su aplicación, como que están más bien hechos para usarlos cuando tienes todo en contra más que cuando tienes todos a favor. Si no dime, ¿qué necesidad hay de estar motivado cuándo todo te va de maravilla?, ¿o de qué sirve el emprededurismo cuando las cosas en tu vida simplemente se van dando y dando excelentemente bien?, ¿o para qué estaría el liderazgo cuando solito vas avanzando delante de los demás?

Si la piensas de esta forma podrás darte cuenta de que la motivación, el liderazgo y el emprendedurismo son herramientas muy prácticas y aplicables que tienen su máxima expresión precisamente cuando se les necesita, que es curiosamente cuando las cosas van mal, cuando lo propuesto no está saliendo como lo esperábamos, cuando estamos experimentando dificultades y adversidades.

Te comento esto porque me he encontrado gente que cuando las cosas van mal tiran por la borda lo que han aprendido del emprendedurismo, la motivación y el liderazgo pensando que por experimentar esos sentimientos y pensamientos adversos ante las dificultades que tienen enfrente no están hechos para ello, cuando es todo lo contrario.

La motivación, el liderazgo y el emprendedurismo son como esos ejemplos de aprender a cantar o idiomas que se mencionaron, o cualquier otro ejemplo de aprender a hacer algo, que te lleva a tener los conocimientos, las habilidades, las actitudes y valores que te permitan sortear las dificultades que enfrentes y si no puedes vencerlas por lo menos aprender de ellas.

Como puedes darte cuenta, pensar de esta forma te permitirá en esos momentos oscuros de tu vida sacar la luz que tienes dentro e iluminar tu camino y ¿por qué no?, también iluminar el de los demás, después de todo una vela para dar luz necesita de encenderse; tú, tan solo creer en ti.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/qQB9G17OsEI


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viernes, 23 de septiembre de 2016

El primer aplauso cuando consigues una meta debe ser tuyo, interno, callado, todos los demás serán eco de este



Sin duda alguna que a todos nos gusta el reconocimiento que de los demás podamos obtener, como seres sociales que somos deseamos sentirnos parte de un grupo y que ese grupo nos valore. Esta tendencia natural de nosotros, sin embargo, no debe llegar al extremo de que ese sea el fin de nuestras acciones, sino más bien que el avance en el camino de la excelencia personal con la satisfacción que esto trae sea lo primero siendo el reconocimiento social algo que venga como consecuencia de.

Todos tenemos metas, sueños y objetivos en la vida. Seguro estoy que si te pregunto cinco cosas que quieras lograr en los próximos meses serás capaz de indicármelas sin mayor problema. De igual forma si esas cinco cosas se refieren a lo que quisieras lograr en la vida también podrías indicármelo.

Esto nos habla de que en nuestras vidas, en mayor o menor grado, tenemos claridad en cuanto a lo que queremos lograr. Una mejor casa, un mejor trabajo, una mejor familia, y un sinfín de etcéteras son los que pueden ser añadidos a esta lista, pero así como conocemos el qué ¿podemos decir que conocemos el por qué y el para qué?

Si de una de tus metas, sueños u objetivos que tienes, sólo de una, se te pidiera que dijeras el por qué y el para qué de ello, ¿serías capaz de hacerlo? ¿Qué tal si en este momento lo intentas?

No sé cuál pudiera ser el resultado del ejercicio anterior pero siguiendo con la línea del tema que estamos comentando puedo tratar de atraer tu atención al hecho de que si en esos argumentos está en mayor medida el que los demás vean, aplaudan, valoren o reconozcan, entonces estás en un camino muy peligroso.

¿Qué si por qué peligroso? Primero porque los demás (ese término tan general: los demás) son tantos y tan variados que difícilmente sería posible darle gusto a todos con lo que tus esfuerzos por lograr su reconocimiento pueden no fructificar como lo deseas, segundo porque incluso aunque lograras el reconocimiento de los demás (de nuevo ese término: los demás) eso no garantiza para nada que tú en lo personal estuvieras internamente satisfecho, y tercero que el hecho de buscar el reconocimiento de los demás (otra vez: los demás) hace que entonces sean ellos los que están dictando tu vida, no tú.

Ahora bien, ¿cuál es la otra opción? Pues aquella donde tú vives tu propia vida y dejas que los demás vivan la suya. En ese vivir tu propia vida te estableces metas, sueños y objetivos de ti, por ti y para ti y avanzas en pos de ellos buscando sacar lo mejor de ti e ir caminando hacia la excelencia a la que estás llamado.

Ahora bien, eso de buscar metas, sueños y objetivos de ti, por ti y para ti no le da a eso una connotación eminentemente egoísta pues nuestro andar hacia la excelencia requiere de la tolerancia, el respeto, el servicio y la ayuda los demás, sino que establece un enfoque donde tú te haces dueño de tu propia vida imprimiendo en ellos el carácter de la responsabilidad personal que implica.

El avanzar en pos de nuestros sueños, metas y objetivos debe manejarse desde la perspectiva del logro personal, de la satisfacción de uno, de la mejora continua de lo que somos y de la conquista diaria de lo que estamos llamados a ser, es así como el primer aplauso cuando consigues una meta debe ser tuyo, interno, callado, todos los demás serán eco de este.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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jueves, 15 de septiembre de 2016

Es natural frustrarse a veces, lo que no es natural es creer que pateando el camino se avanzará en él


Todos tenemos momentos buenos y momentos malos, respecto de estos últimos hay que tener muy en claro que los mismos pasarán pero que lo que hagamos en esos malos momentos puede quedarse durante mucho tiempo con nosotros.

¿Cuántas veces te has caído en la vida?, ¿cuántas veces has cometido un error?, ¿cuántas veces te has recriminado por haber cometido una equivocación? Es natural, muy natural de hecho, el que nos sintamos incómodos ante algo que hayamos hecho mal o que nos haya salido mal en la vida, ese sentimiento tiene su lado positivo y su lado negativo.

Su lado positivo es que ese sentimiento de inconformidad, de molestia, de desasosiego, te habla de una forma muy clara de que no estás llamado para la mediocridad sino para la excelencia y que cualquier cosa que consigas menos que eso no te dará la satisfacción completa y total que esperas. Este sentimiento bien puede usarse para aprender de la experiencia, para retomar el camino con un mejor andar, y para lograr más y mejores cosas en tu vida.

En cuanto al lado negativo, este sentimiento puede conducirte al derrotismo, a la frustración, al pesimismo generando en ti sentimientos que para nada ayuden en tu andar sino que al contrario, cual si fueran piedras pesadas que cayeran sobre tus hombros impriman en ti una carga que dificulte sino es que detenga de plano tu caminar en la vida en pos de lo que deseas.

Ahora bien, como comenté al principio, ese sinsabor de un mal paso en la vida es algo que naturalmente trae en nosotros sensaciones de insatisfacción. De igual forma y aunque es natural uno debe ser capaz de reconocer, aprender  y superar esa sensación. Míralo de esta forma: es como cuando tienes hambre. El hambre es unas sensación natural pero ¿qué es lo que haces? ¿Te quejas, te enojas, te frustras por sentir hambre o más bien te pones en pie, vas a la cocina y te preparas algo de comer?

Ante las caídas que experimentes, las derrotas momentáneas, los tropezones de la vida lo mejor que uno puede hacer es reconocer las causas externas e internas que hicieron pasáramos por esa situación, una vez reconocidas esas causas aprender de ellas en el sentido de qué es lo que uno puede hacer para modificar, cambiar e incluso usar para nuestro proyecto de vida, y una vez aprendido eso la última etapa será la de superar, no en un sentido de olvidar o de que por arte de magia ya no nos afecte lo acontecido sino en un sentido donde reconocemos qué nos pasó, aprendemos de ello y con ello siendo más sabios, más inteligentes, vamos en pos de más y mejores cosas en nuestra vida incluyendo un mejor yo.

Cuando uno enfrenta una adversidad, una caída, vamos: un tropezón en la vida, hay que darnos la oportunidad, si: de sentirnos mal, pero no de arremeter contra el mundo, después de todo es natural frustrarse a veces, lo que no es natural es creer que pateando el camino se avanzará en él

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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jueves, 8 de septiembre de 2016

Todo sueño nace con dos caminos por enfrente: "si se puede" y "no se puede": Tú decides cuál recorrer



Todos tenemos sueños, metas y objetivos. Desde el momento mismo que los concebimos o que vienen a nuestra existencia, en ese mismo momento, se nos confiere la capacidad de hacerlos o no realidad teniendo únicamente el requisito de que así lo queramos.

Siempre hemos oído de sueños, metas u objetivos que por X, Y o Z no lograron concretarse. Tal vez tú mismo alguna vez te encontraste en una situación así. El problema no es si los sueños, metas y objetivos pueden o no lograrse sino la forma en que vas en pos de ellos.

Cualquier cosa que intentemos en la vida tiene factores que no dependen de nosotros, esos factores pueden ser de tal alcance que prácticamente den al traste con todos nuestros intentos por lograr lo que queremos. El argumento principal de lo que te comparto no estriba en enfocarnos en eso que no podemos controlar sino en lo que sí: tu actitud.

Ir en pos de metas, sueños y objetivos es como tomar un camino para ir de un lugar a otro. Nada nos garantiza que llegaremos. Alguna vicisitud, accidente o demás puede dar al traste con esto. Pero si te fijas uno no se concentra en eso si no que cuando quiere llegar a una parte hace maletas y se pone en marcha. A eso me refiero. La actitud para lograr algo es muy distinta de la certeza de lograrlo, pero la primera sí la podemos controlar mientras que la segunda no.

¿A qué viene este comentario? Pues a un aspecto tan sencillo como el salir con una actitud derrotista o triunfadora en pos de lo que uno quiere. Si no dime, ¿cuántas veces hemos oído –o a lo mejor te ha pasado- que alguien se queja de las metas, sueños y objetivos a tal grado de darse casi casi por vencido antes de iniciar siquiera a luchar por ellas?

Aunque pareciera algo absurdo hay gente que en efecto, antes de luchar comienza a ver, evaluar, analizar, sopesar y decidirse por todos los inconvenientes, riesgos y demás que pueden darse cuando se va en pos de algo y simplemente desiste de iniciar la pelea, y si no desiste sale a luchar con una actitud más que de derrota.

Lo que uno debe tener en mente cuando sale en pos de algo es precisamente ese algo que desea uno lograr, las demás cosas que pudieran estar en el camino puede uno considerarlas, después de todo tampoco se trata de lanzarse así nomás por que sí sin reflexión previa, durante e incluso posterior, pero lo que sí no hacer del camino (pruebas, caídas, luchas) el motivo de nuestras decisiones ya que no es él sino la meta, el destino, lo que nos está moviendo a caminar.

El que logremos o no los sueños, metas y objetivos que nos fijemos, es verdad, puede depender de muchos factores que no está en nuestro poder controlar, pero eso es una cosa y otra muy distinta la actitud de logro y conquista que podamos mostrar en su búsqueda, después de todo todo sueño nace con dos caminos por enfrente: "si se puede" y "no se puede": tú decides cuál recorrer.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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jueves, 1 de septiembre de 2016

Cuando pienses detenerte toma en cuenta que ni el tiempo, ni la vida, ni las oportunidades lo hacen


Todos tenemos sueños, metas y objetivos que lograr en la vida, algunos son de corto alcance, casi casi de logro inmediato, pero otros implican mucho tiempo, mucho esfuerzo, en ambos casos, pero más con lo segundo, la forma en que veamos detener o no nuestro andar puede ser el factor que haga la diferencia.

Suponte que inicias un viaje, un recorrido. Quieres llegar a una ciudad, a una playa, a un bosque. El viaje te llevará muchos días, tal vez incluso semanas. Vas caminando pero comienza a ser de noche y encuentras una posada donde pasar la noche. Al día siguiente te levantas y sigues tu viaje. Todo bien hasta aquí, pero ¿te imaginas si al levantarte tu destino estuviera a más distancia que cuando te acostaste a descansar?

Tal vez la situación anterior te parezca absurda y lo es pues en la vida real no pasa eso que hemos comentado, bueno, casi no pasa pues hay una situación en la que sí sucede: cuando detienes tu andar hacia tus metas.

A diferencia del desplazamiento físico es decir como en el ejemplo inicial donde vas de un punto a otro, cuando detienes tu andar hacia tus metas, sueños y objetivos éstos se siguen moviendo por lo que la distancia que te separa de ellos puede acrecentarse. Te pongo un ejemplo muy claro de ello y luego volvemos sobre esta idea.

Imagínate, como tal vez ya te pasó, que estás aprendiendo algún idioma. Llevas meses y meses practicándolo. Tal vez incluso te inscribiste en algún curso y vas viendo avance en el dominio del idioma. Pero ¿qué pasaría si de repente, por lo que quieras, dejas de estudiarlo y pasan años y años sin que vuelvas a  tocarlo?, ¿verdad que no solo no llegas al dominio que esperabas sino que incluso tal vez comiencen a olvidársete algunas cosas que ya habías logrado? Ese ejemplo es muy claro y funciona en diferentes niveles. Incluso en el de los sueños, metas y objetivos.

Los sueños, metas y objetivos, sobre todo los de largo alcance, los estratégicos, aquellos que tienen incidencia en tu proyecto de vida, tienen un sinfín de variables que requieren ser atendidas, en algunos casos dominadas, para ayudarte a conseguir lo que te has propuesto.

La mayoría de estas variables tienen, por decirlo en cierta forma, vida propia, es decir, no dependen enteramente de ti sino que se ven afectadas por otras personas, lugares, eventos, circunstancias y demás. Por lo que esas variables se mueven constantemente y sólo es tu acción (curiosamente la única variable que sí depende de ti) la que impide se alejen demasiado de tu persona y la que te va moviendo en pos de ellas.

Pero cuando tú te detienes esas variables no lo hacen. Ellas siguen siendo influenciadas por los factores que mencionamos con lo que se siguen moviendo desplazándose fuera de tu alcance e imprimiendo mayor distancia en ti y las metas, sueños y objetivos que te has fijado.

En ocasiones uno cree que bien puede dejar un momento de luchar por lo que quiere ya que en cualquier momento puede reiniciar la lucha, ese pensamiento puede ser decisivo para alcanzar lo que quieres o no, así que cuando pienses detenerte toma en cuenta que ni el tiempo, ni la vida, ni las oportunidades lo hacen.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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