“Lo
que haces habla tan fuerte que no puedo escuchar lo que dices”, dice una
reflexión, reflexión que se refiere a la cuestión de la congruencia, congruencia
entre lo que uno piensa, dice y hace, de otra forma nuestra persona no puede decirse
íntegra, completa y total.
Una
de las peores crisis que podemos vivir, tanto como individuos que como sociedad,
y que actualmente estamos viviendo, es precisamente la de la credibilidad. La
credibilidad es el fruto de la confianza la cual se va abonando cuando en las
personas y en las instituciones existe un solo decir y un solo hacer.
“Las
palabras mueven, pero el ejemplo arrasa” dice otra frase y tiene razón, lo que uno
dice puede quedar en nada cuando lo que uno hace es contrario a ello, de la misma
forma incluso aunque uno no diga, el actuar puede tener tal fuerza que genere
cambios y establezca referentes.
Cuando
no se puede tener esa integridad como persona es cuando surgen los pretextos,
pretextos que buscan justificar lo que se hace o lo que no se hace pero que de
igual forma caen en el ámbito de las palabras con lo que fuerza queda menguada
al comparase con las acciones que buscan justificar.
Pudiera
pensarse, con los argumentos que se están vertiendo, que una variable de
importancia mayor es la opinión que con base en nuestra congruencia se forman
los demás, y es verdad, pero de mayor importancia es la variable de la imagen
propia que tengamos y conservemos ante nosotros mismos, después de todo a los
demás tal vez podamos engañar, pero a nosotros nunca.
Esa
falta de integridad, es decir, cuando pensamos una cosa, decimos otra y actuamos
otra, genera en nuestra persona presiones considerables ya que nuestro ser se
encuentra fragmentado con lo que nuestros recursos –físicos, psicológicos,
emocionales- están dispersos. En este escenario existe y se da un desgaste que
tarde que temprano generará una crisis en nuestro ser.
Visto
de esta forma, y más allá de argumentos éticos o morales para ser íntegros y congruentes
ante los demás, podemos esgrimir un argumento por demás egoísta: nuestro propio
bienestar. Así es, la cuestión de la congruencia de nuestro pensar, nuestro
sentir y nuestro hacer podemos enfocarla en una estabilidad, en un bienestar
personal alrededor del cual girará todo nuestro proyecto de vida.
Así
que si no te convence el luchar por esta congruencia por los demás al menos piensa
en luchar por ella por ti mismo. Esas energías que tienes enfocadas, no en varias
líneas de acción contrapuestas, sino en una sola, genera una eficiencia Y una
efectividad personal que te permitirá no solo ese bienestar del que hablamos sino
incluso una mayor eficiencia y efectividad en tu caminar por la vida.
Esta
es la funcionalidad a la que me refiero: una eficiencia de tus recursos personales
que permite no violentar tu ser interno y avanzar en la construcción de tu
proyecto de vida de una manera íntegra, completa, total, así que recuerda lo que
haces debe seguir a lo que dices para que funcione lo que eres.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/OQR8RLkQ4MY
También puede descargarse gratis el libro “Liderazgo
Cristiano Emprendedor 3”, desde www.rocefi.com.mx (Menú
“Libros” Sección “e-book gratis”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario