viernes, 27 de agosto de 2021

No todo reto tiene una respuesta correcta y otra incorrecta, pero todos son pruebas de carácter


 

La vida no es algo frío y rígido como las matemáticas sino cálido y flexible como una melodía, como tal cada vivencia admite varias interpretaciones dependiendo éstas de quien las experimenta, sí, pero también de la percepción que se tenga.

 

¿Cuántas veces has escuchado a algún amigo o conocido, incluso a ti mismo, señalando ante algún resultado obtenido la frase de “me fue mal”? Supongo varias veces, pero ¿qué significa ese “me fue mal”? La expresión negativa ante un resultado advierte que éste último no solo fue diferente a lo que se buscaba o esperaba sino incluso que fue adverso, pero eso es pensar solo de una forma y en una sola dirección.

 

Si piensas un poco más y con detenimiento en tu vida haciendo hincapié en aquellos momentos dónde ese “me fue mal” creías iba a ser tu derrotero, pero que con el tiempo permitió en ti algo que sin esperarlo fue mejor, te darás cuenta de que un resultado adverso inmediato ante algo que buscamos o deseamos no significa realmente que “te fue mal”.

 

Mucha gente, gente de éxito, al contar la historia de vida nos presenta una serie de errores, de fracasos, por decir lo menos, que al final se volvieron en la semilla de donde germinó el éxito que ahora se les reconoce. Esos fracasos permitieron cambiar de dirección, ver aspectos que no se habían contemplado, realizar acciones que no se tenían pensadas y cambiar en algunos matices como persona, todo lo cual devino en eso que llamamos éxito. Entonces la adversidad, la caída que se experimentó, ¿era un fracaso o bien el principio de un éxito?

 

Quiero con esta reflexión hacerte ver que nunca podemos ante un resultado, sea este bueno o malo, ser tan tajantes y etiquetarlo como tal ya que el tiempo, y la serie de cuestiones relacionadas con ese primer resultado que resultan posteriormente, nos lleva a un destino incierto y desconocido en un futuro del cual no tenemos idea.

 

Pero esto que te comento no quiere decir que casi casi andemos a ciegas sin saber dónde estamos, de dónde venimos, a dónde vamos, o sin tener y ejercer la capacidad de ir evaluando nuestro andar, para nada, todo eso lo podemos hacer pero sin ese fatalismo o ese triunfalismo en que en ocasiones se cae ante lo que vamos obteniendo.

 

Lo que sí podemos y debemos tener en mente es que el resultado que obtengamos ante un esfuerzo, sea ese resultado el que sea, podemos usarlo como un ladrillo en la construcción de nuestro proyecto de vida, esto a través de la construcción de nuestro carácter.

 

Ese carácter lo defino como la capacidad y la posibilidad de llegar a ser dueños de nuestro propio destino sin achacarle a los demás, ni a las circunstancias, lo que se obtenga o deje de obtenerse. Es madurar como persona y saber que así como hay días soleados también los hay nublados, lluviosos, pero que todo es parte de esto que llamamos vivir y que lo que hagamos con ellos será responsabilidad de nosotros.

 

Ese carácter no es algo con lo que se nace, tampoco algo que puede lograrse de la noche a la mañana siguiendo una serie de pasos estructurados, es un punto medio entre hacer por uno mismo y dejar que la vida haga en nuestra persona donde la filosofía del esfuerzo, el éxito y el fracaso adquiere su justa dimensión y nos permite seguir avanzando reconociendo aquello en lo que, a pesar de los resultados, nos vamos convirtiendo.

 

El esfuerzo que imprimes en tu andar es como una semilla que de una u otra forma germinará, lo importante es tener la paciencia y la perspicacia para darnos cuenta de la planta que surge para aprovecharla, después de todo no todo reto tiene una respuesta correcta y otra incorrecta, pero todos son pruebas de carácter.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/yaY_r78SYJI

 

 

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