jueves, 24 de febrero de 2022

La mejor tarjeta de presentación en tus intentos de cambiar al mundo es tu ejemplo


 

En alguna ocasión todos hemos buscado consejo sobre alguna decisión que debiéramos tomar en nuestra vida, a menos que me equivoque una de las cosas que consideramos cuando buscábamos ese consejo es que la persona ejemplificara vivencialmente la temática a consultar, pues con nuestra intención de cambiar el mundo sucede lo mismo: debemos dar ejemplo de que sabemos, podemos y queremos.

 

Imaginemos que vamos con un contador que tiene un desorden en sus operaciones contables y fiscales, o un arquitecto cuya casa (hecha por el mismo) está llena de defectos, o un entrenador deportivo cuya vida es más bien muestras de excesos, ninguno de estos nos daría para nada confianza, ¿verdad? Igual pasa cuando nos lanzamos a querer arreglar el mundo.

 

Antes que nada quiero aclarar que ese “arreglar el mundo” se refiere a ese esfuerzo mucho muy limitado que por nuestra propia naturaleza tenemos de querer darle orden y mejora a lo que nos rodea. Este orden y mejora va desde las opiniones que día con día sobre diversos temas hacemos, hasta aquellas pequeñas luchas por cambiar equis o ye cosa, pero en todos los casos lo que habla antes que nosotros es nuestra propia persona. Me explico.

 

Cuando digo que nuestra propia persona habla antes que nosotros me refiero a que nuestro ejemplo, nuestra vida, nos antecede ante los demás por lo que lo que decimos luego puede tener peso o no en quienes no oigan.

 

Al igual que los ejemplos anteriores donde el contador, el arquitecto o el entrenador , dijeran lo que dijeran invalidaban sus dichos con sus hechos, con su persona, nosotros mismos debemos prestar atención a que no sea lo mismo cuando hablamos de cómo el mundo sería un lugar mejor.

 

Todo lo anterior se resume en el ejemplo que nuestra persona da, en ese soporte que lo que somos le da a lo que decimos, esa congruencia que los demás, voluntaria o involuntariamente buscan en nosotros para ver si sabemos de lo que hablamos, si creemos en lo que hablamos.

 

Las palabras mueven, pero el ejemplo arrasa, dice un dicho, en este sentido es perfectamente aceptable que intentemos arreglar este mundo en el que vivimos, nomás hay que cuidar que nuestro ejemplo no invalide aquello que expresamos, después de todo la mejor tarjeta de presentación en tus intentos de cambiar al mundo es tu ejemplo.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/_a65OdrLtGA

 

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jueves, 17 de febrero de 2022

Quien no se arriesga por no perder, lo único que asegura es no ganar


 

El riesgo y la incertidumbre son dos aspectos de los cuales no podemos evadirnos en esta vida, la única manera tal vez de minimizarlos es de plano no intentar nada pero con ese pensamiento el riesgo da paso a la certidumbre de no ganar nada.

 

La mayoría de nosotros ha jugado en alguna ocasión a algún juego de azar, tal vez la lotería, tal vez alguna rifa de alguna institución educativa o causa benéfica, tal vez algún sorteo para recaudar fondos para algún evento comunitario, más allá de que generalmente los montos para participar en esto son accesibles, la verdad es que aunque la probabilidad es mínima lo que se arriesga también es aceptable: el mismo importe invertido para participar.

 

Ojalá en la vida fuera igual: poca inversión, mucho riesgo (no importa) pero poco que perder (la inversión) y mucho que ganar (el premio), desafortunadamente para quienes piensen así las cosas no son de esta forma, al contrario, muchas de las decisiones verdaderamente importantes de la vida llevan mucho riesgo, mucha perdida y mucha ganancia.

 

Matrimonio, empleo, hijos, estudios, todas son decisiones que van marcando  nuestra vida y que nos van encauzando por uno u otro camino como si de un sendero donde hay opciones que debemos ir tomando se tratara. Obvio que en este escenario no sabemos lo que a la vuelta no de días, ni de semanas, ni de meses sino de años nos depare el habernos aventurado por el camino que elegimos.

 

Muchas personas hay que ante esto literalmente se paralizan. Digo literalmente pues no toman ninguna decisión con lo que su vida se queda estancada pues para avanzar (e incluso para retroceder) debemos tomar decisiones, arriesgarnos. En un taller les planteé lo siguiente. Con una moneda les dije que imagináramos que arriesgaríamos a cara o cruz equis cantidad de dinero, tiré varias veces la moneda    n ocasiones algunos ganaban y otros perdían. Ahora bien, les pregunté, ¿cuál sería la forma en que no asumieran riesgo alguno ustedes en este juego? Después de pensarlo la respuesta fue obvia: no participar.

 

Con esto solicité que algunos no participaran con lo que el juego imaginario siguió dando nuevos ganadores y perdedores. ¿Y los que no habían jugado? Se habían quedado exactamente igual que cuando iniciamos esta segunda etapa, no habían perdido, eso sí, pero tampoco habían ganado.

 

Igual es la vida. Quien no desea arriesgarse a perder la única opción que tiene es no arriesgar, pero igual que en el ejemplo anterior eso genera una paradoja pues del riesgo pasa a la certidumbre pero de ni ganar ni perder, en otras palabras, de estancarse.

 

La vida, al ser dinámica y cambiante, sorpresiva e inesperada, es riesgosa, la única manera de no arriesgarse es no hacer nada, pero esta actitud conlleva un estancamiento existencial, así que no olvides: quien no se arriesga por no perder, lo único que asegura es no ganar.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/Q3uXkE62DSU

 

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jueves, 10 de febrero de 2022

Paradójicamente el tiempo, aunque infinito, nos es escaso, ¡aprovéchalo!


“Hay más tiempo que vida”, dice un dicho y es verdad, el tiempo pareciera ser infinito, pero la vida de uno es tan pero tan corta que a veces uno puede creer que no alcanza para todo lo que se quisiera hacer, es así como aprovecharla al máximo debería ser una de nuestras prioridades.

 

“Y si tuvieras una hora de vida, ¿qué hicieras?”. Esta reflexión que aplico en mis conferencias y talleres de emprendedurismo, liderazgo y motivación no va en un sentido lúgubre que nos deprima ante la expectativa de que nuestra vida finalizará, sino que al contrario busca generar en cada persona que la escuche ese espacio de reflexión para aprovechar al máximo cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día de nuestra vida.

 

¿Y por qué es necesario esto?, por la razón implícita en la misma reflexión: la vida es corta, termina, se acaba, y de nosotros depende aprovecharla. Comento esto porque a lo largo de mi vida personal y profesional me ha tocado ver y conocer personas con una actitud con la que parecen decir que son inmortales y que tienen todo el tiempo del mundo para desperdiciar. ¿Ver y conocer?, también hay que decirlo y también hay que aceptarlo: en ocasiones incluso adoptando de manera personal esa misma actitud perniciosa.

 

Detente un momento y ve cuanta gente deja pasar el tiempo, carga con corajes, no se esmera en lo que hace, no pone manos a la acción en su vida, y un sinfín de etcéteras que nos marcan un reloj de vida que no se detiene mientras ellos dedican ese valiosísimo tiempo en eso que la verdad no creo que ni les deje nada, ni los haga sentir mejor, ni les permita aprovechar sus momentos.

 

Pero no solo veas a los demás, no estamos aquí para juzgar ni mucho menos para condenar. Ese primer ejercicio es para despertar, para ponernos alertas, pero lo realmente importante es lo siguiente: obsérvate a ti mismo, analiza tus actitudes, mira tus decisiones, y a la luz de la reflexión anterior valora lo que piensas, lo que dices y lo que haces.

 

¿Cuántos años tienes? Independientemente voltea atrás y ve el tiempo que como un suspiro ya pasó, se fue y no volverá. ¿Cuánto tiempo te falta? Quien sabe, ¿verdad? Lo que sí no todo el que quisiéramos. Con esta idea pon manos a la obra en tu proyecto de vida ya que paradójicamente el tiempo, aunque infinito, nos es escaso, ¡aprovéchalo!

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/p3OQm7T4M-o

 

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jueves, 3 de febrero de 2022

En la vida, las metas deben estar pensadas en función de uno mismo, y no al revés


 Metas, sueños, objetivos, todos ellos son retos, retos que nos empujan a conquistarlos, a lograrlos, a realizarlos, pero en ese trajín de actividad por alcanzar lo que queremos no hay que olvidar que todo eso está en función de uno mismo y no al revés.

 

En la actualidad ha tomado cada vez más fuerza aquellas corrientes que nos motivan a lograr lo que nos propongamos. Libros, conferencias, talleres y demás que apelan a lograr lo que queremos sobran y casi casi podría decir que uno puede encontrar algo nuevo en ese sentido cada día, pero una cosa que generalmente no se toca es si esas metas, sueños y objetivos están en función de nosotros o nosotros en función de ellos.

 

Extraña reflexión, ¿verdad?, extraña por que casi no hay esos espacios para reflexionar en que lo que buscamos al final somos ser y no tanto tener, ser y no tanto hacer, ser y simplemente ser. En ese sentido la reflexión inicial debería estar en función de si lo que queremos va en ese camino, ¿por qué?, por que como ya lo he señalado en otras ocasiones y cómo podemos ver en muchos ejemplos de vida, hay quienes por hacer y tener se pierden, pierden su esencia, y llegan, eso sí, tal vez a hacer y tener mucho, pero con un vacío existencial que como loza cargan en su vida.

 

¿Y cómo se va dando cuenta uno de que lo que quiere está en función de nosotros mismos y no al revés? Es un poco difícil, aunque no imposible. Difícil porque de inicio no sabemos si eso que queremos es por ambición, orgullo, deseo y no tanto como respuesta a la persona total y completa que estamos llamados a  convertirnos. Difícil, sí, pero no imposible porque conforme vayamos caminando hacia ese sueño, hacia esa meta, a ese objetivo, nuestro propio ser nos irá respondiendo la cuestión inicial, ¿cómo?, si ese andar, si lo que hagamos, si lo que logremos, nos hace sentir plenos, satisfechos interior y exteriormente hablado, trascendentes, podemos entonces decir que las cosas están para nosotros y no al revés, caso contrario hay que hacer un alto y pensar, sentir y recapacitar.

 

“Trabaja para vivir, no vivas para trabajar”, dice un dicho y dice bien, el trabajo siempre estará ahí más la vida se va y al final lo que cuenta es aquello en que nos hallamos convertido, de la misma forma hay otros dichos que nos marcan la importancia de no perder de vista lo esencial cuando andemos en pos de lo que deseamos, es por eso que señalo que en la vida, las metas deben estar pensadas

en función de uno mismo, y no al revés.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/pfWBUYG15-s

 

 

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