El
logro de las metas y objetivos que nos propongamos necesariamente llevan una
serie de acciones para tal fin, pero dichas acciones no garantizan lograr lo
propuesto sino que solo lo intentamos, pudiendo el resultado depender mucho de
ello pero también de nuestra actitud.
Cuando
hablo de nuestro andar por la vida y me refiero a los éxitos y fracasos aunados
al mismo, señalo que los primeros tienen un costo mientras que los segundos son
gratis. Este señalamiento en ocasiones me es refutado al señalar que los
fracasos también tienen su costo (tiempo, dinero o esfuerzo perdido), pero sigo
sosteniendo que estos son gratis y explicaré ello, aunque primero explicaré lo del
éxito y su costo.
El
costo al que me refiero cuando hablo de éxito es aquella inversión, como ya mencioné
de tiempo, dinero o esfuerzo, requerida para alcanzar dicho éxito. Es por ello
que señalo que el éxito tiene un costo ya que requiere que invirtamos alguno de
esos tres elementos o más bien los tres para alcanzarlo.
En
el caso del fracaso sostengo que por el contrario éste es gratis. Cuando me señalan
que no, que también cuesta pues hay mucho en juego invertido (de nuevo tiempo,
dinero o esfuerzo) cuando se pierde, sigo sosteniendo que no es así, ¿por qué?,
porque cuando hablo de costo, por ejemplo en el caso del éxito, hablo de la inversión
no del resultado, en este caso quien se enfoca en las pérdidas aunadas al
fracaso está hablando del resultado no de la inversión.
Para
mantener la correspondencia entre éxito y fracaso tenemos que mantenernos en el
nivel de lo invertido, no de lo invertido para el caso del éxito y de los resultados
para el caso del fracaso. Es así como el éxito requiere de un costo que es la
inversión requerida para alcanzarlo, mientras que el fracaso no requiere nada,
al contrario, generalmente será porque no se le invirtió lo necesario o lo suficiente
para alcanzarlo.
Pero
una vez aclarada mi aseveración inicial respecto del éxito y el fracaso, la parte
medular de esta reflexión tiene que ver con el uso que de ambos hagamos nosotros,
así es, como usemos tanto los triunfos como las caídas para nuestro proyecto de
vida.
Este
parte medular es la que le corresponde a cada quien resolver ya que en sí es la
que forma todo lo que somos y podemos ser en la vida entrañando ambas trampas
para nuestro proyecto, ¿qué trampas? La autocomplacencia y el desánimo.
La
autocomplacencia surge cuando ante un éxito o ante los éxitos obtenidos nos sentimos
a tal grado satisfechos que, como se dice vulgarmente, nos sentamos en nuestros
laureles y detenemos nuestro andar. El desánimo surge cuando ante los fracasos
adoptamos una actitud de ya no intentarlo más dejando los objetivos o metas que
nos habíamos planteado de lado.
Así
que como puedes ver la reflexión del costo relativo al éxito o de la gratuidad relativa
al fracaso es para mostrar el esfuerzo necesario y requerido para nuestro andar,
es decir, la inversión para lograr nuestros objetivos y metas, pero la reflexión
relativa a la autocomplacencia o al desánimo tienen que ver con el resultado de
dicha inversión, no con el resultado inmediato relativo al éxito o al fracaso
sino más bien al impacto que ambos pueden tener en nuestra vida.
Saber
lo que uno tiene que dar para obtener algo y lo que uno puede hacer con lo que
obtenga nos da las herramientas de vida para construir nuestro proyecto existencial,
para ello hay que tener muy claro que en esta vida las caídas son gratis, el
triunfo tiene un costo, y lo que hagas con ambos dependen de ti.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/ITKuIzfegNI
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