La
inventiva humana basada en la creatividad que todos poseemos ha llevado a la
humanidad a niveles excepcionales de confort y esparcimiento, pues bien, esa misma
iniciativa, que tú, yo y todos poseemos puede ser utilizada, o mejor aún: debe
ser utilizada, en mejorar lo más valioso que tenemos y que somos nosotros
mismos.
Piensa
en el invento que quieras, el que gustes, y te darás cuenta que detrás de ese
inventó existió una simple pregunta que en su momento se hizo alguien: “¿no hay
una mejor forma de hacer las cosas?”. La respuesta creativa del ser humano a los
retos que la vida le va poniendo parece no tener fin. A cada necesidad surge una
forma de mejorar la situación de uno y por ende de los demás. Pero, ¿y nuestra
vida?
Así
es: nuestra vida. Esa misma creatividad que día con día volcamos en resolver los
problemas que se nos presentan pareciera estar ausente cuando se trata de mejorar
lo que somos como personas. Piensa simplemente en las áreas de oportunidad que
tienes (ya, aquellas cosas que te gustaría cambiar en ti), y te darás cuenta de
la enorme oportunidad que tienes de aplicar en ti esa misma creatividad que
aplicas en el mundo.
En
mis talleres de liderazgo personal, hay una dinámica donde les pido que piensen
en cada uno como en un producto. Un producto, si lo pensamos así, es algo
susceptible de mejora. De hecho día con día vemos como los productos que se
ofertan presentan mejoras, a veces pequeñas otras de mayor magnitud pero que
todas tienden a mantener el producto en la preferencia de sus consumidores.
Pues
bien, para facilitar el proceso de introspección pido se vea cada uno como un producto.
Ahora te invito a que hagas este mismo ejercicio. Vete como un producto, para
ello indica qué producto, si pudieras elegir, te gustaría ser. A lo mejor dices
un refresco, un auto, una casa, un lápiz, lo que sea, no hay problema.
Nomás
recuerda que ese producto eres tú.
Como
ese producto que elegiste eres tú, di que cosas te gustaría mejorarle. A lo mejor
puede ser el tamaño, el color, la utilidad, la duración, no sé, lo importante
es que veas por lo menos una mejora del producto. De la misma forma te pido señales
cómo lo mejorarías, es decir, eso que señalaste como susceptible de ser mejorado
qué le harías.
Bien,
una vez que has determinado una mejora a ese producto (que recuerda eres tu)
así como lo que le harías para mejorarlo, has la analogía de lo que en tu persona
(no en el producto, sino en tu persona) sería eso que señalaste en el producto
como mejorable, de la misma forma, y por consiguiente, has la analogía de qué
sería en tu persona (no en el producto, sino en tu persona) esos cambios que
pensaste para lo que según tú era mejorable en el producto.
Tal
vez te preguntes por qué tantos rodeos, pues bien, la explicación es sencilla.
Lo
que pasa es que con este ejercicio te alejas emocionalmente de algo que nos es
muy conflictivo y que es trabajar con nosotros mismos, así que en vez de directamente
señalar en ti aquello que crees podría cambiarse o mejorar, trabajamos la idea
de un producto y sus mejoras aunque al final volvemos a ti pero sin el
conflicto emocional del abordamiento directo. Ya lo único que queda es que pongas
manos a la obra en mejorar y mejorarte.
La
vida está llena de oportunidades para mejorar y mejorarnos, para ello esa misma
creatividad que aplicamos a resolver los problemas y retos que cotidianamente
enfrentamos puede ser utilizada en nosotros mismos, no hay pretexto para no
hacerlo, después de todo recuerda que con o sin puentes, los ríos y hondonadas
de la vida deben ser cruzados.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/ilkg21qAz5U
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la Pascua — ¿13, 14 o 15 de Nisán? —”, desde www.rocefi.com.mx (Menú
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