El
liderazgo es una lucha constante, una lucha contra uno mismo y contra el mundo.
Contra uno mismo porque busca día con día no caer en el pesimismo ni la autocomplacencia,
contra el mundo por la cantidad de obstáculos que enfrentamos constantemente.
Si esa lucha se desarrolla impecablemente entonces se vuelve trascendente.
Pregunta
a cuántos quieras qué es lo que según ellos define a un líder. La mayoría dirá,
palabras más palabras menos, que un líder estará definido por la cantidad de
gente que pueda influenciar. Pero si lo pensamos un poco más esa definición nos
habla más del resultado que vemos de lo que consideramos liderazgo más que del
proceso, siendo curiosamente que es el proceso el que define el resultado.
Si
me preguntas a mí te diría que lo que define a un líder es su constante lucha. Una
lucha contra él mismo, contra los demás, por ser mejor y hacer cada vez mejor
las cosas. En esa lucha está la semilla de la influencia que pueda ejercer en otros
y el impacto que pueda tener en el mundo mismo. En otras palabras, en pocas
palabras, un líder es alguien que lucha.
Ahora
bien, esa lucha puede tener varias aristas, pero cuando en la misma se conjunta
el carácter, un ideal y los valores, entonces hablamos de una lucha trascendente
que nos reconoce como verdaderos guerreros.
El
carácter se refiere a la integridad de la persona, a esa contundencia en sus acciones
fruto de la claridad en su visión. Ese carácter, por lo mismo, no es algo con
lo que se nazca sino que es algo que se va formando en la vida misma con el esfuerzo
por ser cada vez más y cada vez mejores.
El
ideal no es esa utopía irrealizable que más que una meta es una evasión de la realidad,
sino que por el contrario son objetivos perfectamente alcanzables.
Perfectamente,
no fácilmente. La misma característica del ideal implica un estado sublime de
las cosas, no etéreo sino real, pero que requiere el esfuerzo y el convencimiento
para alcanzarlo.
Por
último, y no por ello menos importante, están los valores. Sin valores no tenemos
un líder sino un mercenario, alguien que busca ganar a como dé lugar sin importar
el cómo, alguien que cree que los fines justifican los medios, alguien que, por
lo tanto, se supedita a lo que desea lograr como si de un ídolo se tratara y le
ofrenda su vida misma con tal de conseguirlo.
Por
el contrario, el verdadero líder, el líder trascendente, el líder guerrero, establece
sus accione sobre valores que le permiten valorar, ponderar y decidir las acciones
para conseguir lo que desea pero siempre de la mejor manera. De esta forma su
esfuerzo se ve doblemente gratificado ya que la misma lucha sustentada en
valores genera por sí misma un mundo mejor y el resultado obtenido guiado por
ese ideal del que ya hablamos permite avanzar a él, a sus seguidores y a la sociedad
hacia mejores estados de desarrollo.
Dicen
y es verdad, que la vida es algo sumamente valioso que se nos concede, pero más
valioso aún es lo que hacemos con ella y el resultado que de la misma obtenemos
cuando de manera íntegra hacemos lo que nos corresponde con una congruencia
entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Así que no lo olvides:
luchar con carácter, por un ideal y con valores te convierte en un guerrero.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/pOMUgEnARDA
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la Pascua — ¿13, 14 o 15 de Nisán? —”, desde www.rocefi.com.mx (Menú
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