Sin
duda alguna que una de las más grandes frustraciones que podemos experimentar
es cuando todos nuestros esfuerzos no reditúan en lograr aquello que nos
estábamos proponiendo, pero dado que tampoco puede quedar todo esfuerzo en nada
deberíamos preguntarnos qué cambios logró en nosotros.
En
un taller de liderazgo les propuse un ejercicio para reflexionar sobre el tema
de esfuerzos-resultados sobre todo de cara a las derrotas que enfrentamos, de
igual forma te propongo lo vayas siguiendo. Lo primero que les pedí es que
escribieran algún esfuerzo que hubieran realizado para conseguir algo con la
condición de que ese algo no se hubiera logrado. Algunos escribieron cuestiones
profesionales, otros personales, pero en todos lo común es que había un
esfuerzo sin una correspondiente conquista de metas u objetivos.
Después
les pedí dejaran esa hoja y en otra escribieran el por qué comían. Así es, les
pedía escribieran el por qué cada día se alimentaban. La mayor parte de las respuestas
giraba en torno a comer para estar vivo. Entonces les pedí me dijeran que ese
estar vivo les permitía hacer. En este punto surgieron una infinidad de respuestas
tales como trabajar, leer, divertirse, caminar, estudiar, etc. Llegado a esto
les pedí vieran como el resultado inmediato, comer, daba pauta a muchos otros
que no habíamos pensado pero que ahí estaban.
Posteriormente
les pedí retomaran el primer papel, aquel del esfuerzo que no había
fructificado, y en la misma tónica les pedí que, obviando el resultado que no se
había logrado, señalaran que otras cosas les dejó ese esfuerzo. En todos los casos
hubo respuestas, algunas iban en el sentido de aprendizaje, otras en un sentido
más práctico de experiencia, e incluso algunas respuestas giraban en torno a
oportunidades diferentes a la meta inicial que se abrieron ante el fracaso experimentado.
Generalmente
nuestro cerebro tiende a estructurar el mundo de una manera lógica donde al
paso uno le sigue el paso dos, pero en realidad el mundo y nuestra existencia
es multidimensional por lo que no puede aprisionarse en una serie de pasos
concatenados sino más bien saltar de un paso a cualquier otro.
Va
este ejercicio y esta explicación para todos esos esfuerzos que hemos hecho y que
desde nuestra perspectiva lógica de paso uno-paso dos, no han redituado en lo
que esperábamos, para hacernos ver cómo es que precisamente ese esfuerzo fue
necesario para otra cosa, otra cosa que o no sabíamos existía (como en el caso
de las oportunidades no esperadas que salen ante los fracasos experimentados) o
bien no hubiéramos estado dispuestos a experimentar por lo difícil que fuera
ese trance aún y cuando eso nos sirviera para crecer como personas.
No
quiero adelantar muchas conclusiones que cada quien debe sacar ante las reflexiones
que estoy aquí haciendo, pero sí deslizar la idea de que en ocasiones me parece
que las cosas en que andamos entretenidos, esas que requieren nuestro esfuerzo
y demás, en realidad son secundarias, son el pretexto para algo más grande que
sucede en nuestra vida pero que no vemos precisamente por salir de nuestro
campo de percepción. Estas reflexiones y estos ejercicios pueden llevarte a
descubrir de qué se trata.
Si
partimos del hecho de que a cada acción corresponde una reacción entonces tendremos
que esperar que todo lo que hacemos sirve para algo en nuestra vida, aunque de
inicio no seamos capaces de percibirlo así, así que no olvides que todo esfuerzo
tiene su recompensa, si no la encuentras fuera búscala dentro de ti.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/hDoe6uG7jlo
También puede descargarse gratis el libro “Salid
de ella pueblo mío - 3ª advertencia: Prácticas-”, desde www.rocefi.com.mx (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)
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