El
dinamismo de la vida es tal que en ocasiones podemos pensar que al final lo que
resultamos es el producto de la confluencia de las fuerzas que enfrentamos y
esto es en parte verdad, la otra parte de esta verdad tiene que ver con que
nuestro andar también incide en el mundo en que vivimos y en la sociedad de la
cual somos parte.
¿Cuántas
veces hemos escuchado a tal o cual persona señalar que lo que ahora es se debe
a lo que ha vivido? Yo creo que varias veces, tal vez no todas de manera
explícita pero implícita detrás de una actitud que busca responsabilizar a todos
y a todo de lo que cada quien es.
Esta
es una actitud normal, pero para nada provechosa. Normal en el sentido de que
al relacionar a factores ajenos a nosotros lo que hemos llegado a ser no somos
para nada responsables de lo que hemos hecho y lo que hemos llegado a ser, por
ende es una actitud por demás cómoda. Pero como comenté para nada es provechosa
ya que esa actitud nos hace desligarnos completamente de nuestros deberes para
con nosotros mismos y casi casi quedar al garete de los vaivenes de la vida.
No
podemos negar que mucho de lo que somos es precisamente por lo que hemos
vivido, pero adjudicar a esto último la totalidad de nuestra persona es mostrarnos
como seres sin capacidad, sin voluntad, sin carácter. Una actitud de provecho
reconoce, si, la incidencia de los factores externos en lo que somos pero también
aplica la capacidad volitiva libre y personal de cada uno para incidir en sí mismo,
en el mundo y en los demás.
Sobre
esto último quiero extenderme un poco más pues no creo que la incidencia de
nuestras acciones en uno mismo sea difícil de entender, pero sí creo que muchos
piensan que lo que uno hace no impacta para nada, o cuando mucho lo hace muy
poco, en los demás o en la sociedad.
Y
me quiero extender pues esa visión no es del todo correcta. Casos hay de actuares
personales que aunque siendo individuales lograron grandes cambios en las
maneras de ser y hacer de las gentes, pueblos y naciones. En esos casos claramente
no eran personas fuera de lo común en un sentido amplio, aunque sí en un
sentido de que creían en lo que pensaban y de que actuaban en consecuencia con
lo que sentían.
Pero
independientemente de que nuestras acciones no vayan por el derrotero de los
grandes cambios y los grandes logros no por eso dejan de incidir en lo que el mundo
y la sociedad es.
Pensemos
un momento que todo lo que conocemos, refiriéndonos a la sociedad a la que pertenecemos,
no es más que el resultado de la suma de las partes, partes que venimos siendo
todos y cada uno de nosotros. Luego entonces lo que somos de alguna forma
incide en lo que el mundo es, por lo que cualquier cambio que hagamos en
nuestra persona, para bien o para mal, necesariamente repercutirá en el todo.
La
lucha constante que llamamos vida no solo es para lograr nuestros sueños, metas
y objetivos sino también para incidir en el mundo y en la sociedad, después de
todo cada paso que imprimes en tu vida te cambia a ti... y al camino que recorres.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/maDyeELpaVU
También puede descargarse gratis el libro “Salid
de ella pueblo mío - 3ª advertencia: Prácticas-”, desde www.rocefi.com.mx (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)
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