Todas
las personas somos seres con prácticamente infinitos deseos; estos deseos,
personales, profesionales, emocionales, intelectuales e incluso espirituales, definen
con mucho nuestra vida, pero con todo y todo la realización de cada uno de
ellos pasa necesariamente por las acciones requeridas para lograrlos.
Te
propongo un ejercicio que hago en mis talleres de liderazgo, para iniciar este artículo:
haz una lista de las más grandes y trascendentales metas u objetivos que tengas
en tu vida, después escribe al lado de cada una de esas metas u objetivos al
menos una acción que hayas realizado el día de ayer para lograrlo, si no hubo una
acción para lograrlo el día de ayer pon una efectuada en el mismo sentido en la
última semana aclarando esto, si tampoco hubo una acción para lograr esa meta u
objetivo realizada la última semana pon una realizada el último mes también con
esta aclaración.
No
sé cuál es el resultado de este ejercicio de tu parte, por experiencia en estos
talleres puedo decirte que arriba del 90% no tiene una acción realizada al día anterior
para lograr esas grandes y trascendentales metas, un 70-80% no tiene acción
alguna en el mismo sentido en la última semana y un 50-60% no tiene acción
relativa en el último mes.
Es
curioso como si nos preguntan sobre las más grandes y trascendentales metas que
tengamos para nuestra vida prácticamente no batallemos en nombrarlas, y no son
una, dos o tres, generalmente son más esas metas de lo que queremos ser y hacer
en nuestra vida. Pero en este sentido es aún más curioso que cuando se nos
pregunta, o nos preguntamos, por las acciones requeridas para que estas metas
se hagan realidad prácticamente dichas acciones brillan por su ausencia.
Es
de sentido común el saber y decir que para lograr algo tenemos que poner manos
a la obra, ¿luego entonces porque esas metas que deberían ser prioritarias
carecen de acciones concretas y prácticas en nuestra vida para lograrlas? Cada
quien podrá tener una respuesta, te doy la mía: lo que pasa es que la
naturaleza humana inercial está hecha para el diario, para las cuestiones de
inminencia, si bien es cierto que tenemos esa capacidad de soñar con un futuro,
o solo en el mediano sino incluso en el largo plazo, mientras no hay un acicate
no hay acciones que sean establecidas.
Pero
este estado inercial no es determinista sino que puede ser cambiado, pero para
cambiarlo se requiere la acción de la voluntad. Una sugerencia práctica que propongo
en el inter de estos talleres es que escojamos una de esas metas que anteriormente
señalamos como grandes y trascendentales y establezcamos una acción a realizar
al día siguiente para lograrla.
En
la siguiente sesión lo que propongo, antes de preguntar y verificar que una mayoría
hizo algo por esa meta o acción, es que se establezcan acciones por semana o al
menos por mes que lleven el sentido de avanzar hacia la consecución de lo que
nos hemos planteado. A esto se le llama visión estratégica, es decir, un alcance
en las metas y objetivos de largo plazo (visión) pero con acciones prácticas,
concretas y cotidianas (estrategia) que nos llevan en ese sentido.
Las
más grandes y trascendentales metas que puedas ver y proponer para tu vida generalmente
nacen del destino que estás llamado a cumplir, es así como esa voz interna que
nos llama a ello debe ser escuchada y poner nuestras fuerzas en acción para
desarrollar las semillas de grandeza que están en nosotros, así que recuerda la
diferencia entre "querer" y "tener" se llama "hacer".
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/VgIQLMuNPD0
También puede descargarse gratis el libro “Tu fe
te ha salvado -Comprensión espiritual de los milagros de Jesús-”, desde www.rocefi.com.mx (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)
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