jueves, 22 de octubre de 2020

 


Cuando escuchamos la palabra éxito generalmente la asociamos a un cúmulo de logros externos que permiten evidenciar el logro de nuestras metas, y es una acepción del mismo que es correcta y aceptada pero no completa como tal ya que existe otro ámbito, en ocasiones más rico y totalizador, que tiene que ver con la persona en la que nos vamos convirtiendo.

 

En un taller de liderazgo pedí a los asistentes que escribieran en un papel el más grande logro que hubieran tenido el año pasado y, si podían, los tres más grandes logros que hubieran tenido en su vida. Igual tú puedes hacer este ejercicio. La mayoría de los presentes anotó cuestiones laborales, empresariales e incluso sociales que dejaban patente un esfuerzo que se había convertido en resultado, lo cual está bien, pero ¿y la persona dónde queda?

 

El mundo actual se ha vuelto cada vez más competitivo y en ese sentido las personas en ocasiones pasan a formar parte de una maquinaria que reconoce lo que hacen antes que lo que son. No hay que ser ingenuos y pretender que las cosas no son así, pero tampoco tan fatalistas como para pensar que de todo eso no pueden rescatarse cuestiones de valor para cada uno como personas. El logro de metas, la obtención de resultados, es algo que es inherente a nuestra naturaleza y con mucho a nuestra sociedad actual, pero eso no debe ser pretexto para perder de vista lo que somos y, más aún, lo que podemos llegar a ser.

 

En otras ocasiones he escrito sobre las grandes personalidades del cine, la industria, la política, cuyos logros pudiéramos tomar como referentes de vida, pero que al final terminan de maneras deplorables evidenciando un tremendo vacío existencial. ¿Qué fue lo que pasó? Que olvidaron la persona que eran, con todo el potencial que tenían, y se enfocaron en lo que no eran, es decir, en cosas externas a ellas.

 

Con esto no estoy haciendo una apología del desarrollo interior en detrimento de los logros externos que podemos llegar a obtener, nada más lejos de la realidad, pero sí estoy abogando por ese equilibrio necesario que permita desarrollarnos hacia afuera y hacia adentro y lograr completarnos y totalizarnos como personas.

 

El ser humano es un ente eminentemente complejo y multidimensional. Complejo ya que debe equilibrar los logros externos, loables, necesarios y perseguibles, con sus logros internos relacionados con su persona, sus deseos, sus gustos. Multidimensional en el sentido que no solo es un ente material sino que como persona también tiene aristas intelectuales, emocionales e incluso espirituales que deben ser atendidas.

 

En una ocasión que apliqué el mismo ejercicio inicial, después de la reflexión que he plasmado aquí, uno de los que estaban participando me preguntó que si entonces qué debía hacerse, pero no lo preguntó con un sentido de sugerencias generales sino más bien de una serie de pasos que esperaba se le dieran para lograr ese equilibrio. Tal vez tú estés pensando lo mismo así que quiero aclarar este punto tal como lo hice en aquel entonces.

 

No puedes pretender transferir la responsabilidad de lo que significa tu proyecto de vida a las directrices de otra persona, pensar algo así es injusto tanto para ti como el otro. Es injusto para ti porque dejas de lado tus gustos, ideas, potencialidades para someter tu proyecto de vida a la concepción que tenga otra persona, y es injusto para la otra persona por que la miras como lo que no es dándole un lugar privilegiado por encima de ti cuando es alguien que como tú está en la lucha diaria.

 

Pero para responder a esa inquietud comienza planteándote en los aspectos material, intelectual, emocional y espiritual qué es lo que quisieras. Ese “qué es lo que quisieras” se refiere a identificar eso que en esos planos te llene, te queme por dentro, te regocije solo el pensar en ello. Una vez identificado eso que quieres ser, tener u obtener, el siguiente paso es que establezcas las acciones para lograrlo, pero tú, no otra persona, y cada día pongas empeño en avanzar hacia la meta.

 

En la medida que llegues a ser todo lo que puede ser podemos hablar de que tu proyecto de vida ha sido exitoso, después de todo éxito no es lograr todo lo que quieres, sino convertirte en la persona de excelencia que estás llamado a ser.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/CsfTH2ixVvQ

 

También puede descargarse gratis el libro  “Tu fe te ha salvado -Comprensión espiritual de los milagros de Jesús-”, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)


No hay comentarios:

Publicar un comentario