Todos
anhelamos un mundo donde la paz sea la constante, más que la excepción, ya que
un ambiente de paz permite enfocar nuestras energías en actividades productivas
y de desarrollo, pero también hay que tener muy claro que para lograr
esa
paz se necesita trabajar la justicia.
Caminando
por las calles de mi ciudad me encontré la otra vez un mensaje en una pared, un
mensaje que rezuma sabiduría, esa sabiduría que por ser popular nos dice mucho
más por su cariz social: “Recuerda joven que el resultado de la justicia será
paz y su labor reposo y seguridad para siempre”. La simplicidad del mensaje no
le quita grandeza, al contrario, de una manera sencilla señala de manera concreta
y correcta el proceso para lograr la paz el cual pasa a través de implementar
la justicia.
Es
curioso como esta sabiduría popular parece olvidarse cuando la gente que uno supone
tiene características de mayor alcance en cuanto a miras, educación o responsabilidad,
pervierten el proceso creyendo que la paz es el paso para la justicia, es
decir, que colocan a la paz no como la consecuencia de la justicia sino como la
causa de esta.
Recientemente
nos hemos enterado de los escándalos de abusos sexuales a niños que durante
años realizaron algunos sacerdotes, tan solo en Irlanda, donde desde los años
30’s hasta el 2005, de acuerdo con el informe oficial Ryan & Murphy, se
estima que 35 mil niños fueron violados por sacerdotes. Lo aberrante de esto
(obvio después del abominable crimen señalado) es que cuando la propia glesia Irlandesa pidió permiso a la Santa
Sede para denunciar penalmente a los culpables, se le ordenó evitar cualquier
acción legal, pues se pondría en riesgo la reputación de la religión Católica.
¿A
qué viene lo anterior? Precisamente al daño que se hace cuando se pervierten las
cosas: no es generando una paz ficticia como se generará la justicia, al contrario,
se requiere la acción decidida de quienes realmente (no de dientes hacia
afuera) están de parte de la justicia para que, implementando ésta, se llegue a
la paz.
Recuerdo
el caso de una institución donde se detectaron robos, fraudes y corruptelas
pero las autoridades se negaban a actuar decididamente aduciendo no violentar
el ambiente de paz (releer la postura de algunos de la Iglesia católica que se
negaron a actuar para no afectar el ambiente de esa institución). En esa ocasión
uno de los promotores de la “paz y el perdón” me trató de convencer durante
horas de las bondades de “olvidar los agravios”, después de oírlo le dije que
si un día llegara él a su casa y viere a alguien que se está robando no digo un
carro o un aire acondicionado sino un foco de la cochera ¿acaso siquiera no le gritarías
para que no se lo llevara? A la respuesta afirmativa le repliqué ¿entonces porque
aquí que el daño patrimonial es mayor, excesivamente mayor, nos hablas de
perdón? Antes que contestara me respondí diciendo que la respuesta era sencilla,
simple y sencillamente no le dolía la institución, al menos no como su propia
casa, pues mientras allá no permitiría ni siquiera que le robaran un foco, aquí
aceptaba que fraudes mayores se consumaran.
¡Ah,
pero que bonito habla alguien que promueve la paz siempre y cuando esto no implique
luchar por ella! Solo que sus dichos son falsos, mentirosos, manipuladores. Son
como esa imagen de los lobos disfrazados de ovejas que convencen con su labia
de una acción contraria al bien común pues anteponen su bien personal a ello.
La Biblia identifica a estos como “falsos apóstoles”: “Porque éstos son falsos
apóstoles, obreros fraudulentos, transfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no
es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz” (2Corintios
11:13-14, Reina Valera, 1909). Quitando a lo anterior toda connotación
religiosa la idea principal permanece: no creas, ni sigas, ni confíes en alguien
que no es congruente en su pensar, decir y hacer. Volviendo al caso anteriormente
comentado ¿crees que esos que promovían paz, perdón y olvido actuarían así si
se tratará de su casa, su familia o su integridad? claro que no, pero todo
mundo puede ser magnánimo en lo que no es suyo, en lo que no le duele, en lo
que no le importa.
Quien
desea que la paz sea “previa a”, en realidad es un mentiroso que no desea la
paz sino que no hagan olas y llevar la fiesta tranquilamente. Tú joven,
heredero de un mundo que se convulsiona en la injusticia, la corrupción y la
mediocridad, debes saber que eso no es todo lo que hay: mucha gente realmente
honesta, de buen corazón pero también de carácter y entereza lucha día a día
para lograr que lo mejor de nosotros forme una sociedad mejor.
Joven:
Si quieres seguridad, trabaja por la justicia; si quieres equidad, trabaja por la
justicia; si quieres oportunidades, trabaja por la justicia; si quieres
tranquilidad, trabaja por la justicia; y en todo ello recuerda joven que el
resultado de la justicia será paz.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/FQ8MRzIOFpo
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el mundo de habla hispana “¿Tu helado se
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