La vida personal e íntima de cada quien, cual camino que no ha sido aún transitado, presenta un sinfín de experiencias para las que no estamos preparados en el sentido de saber lo que nos depara ese andar, pero independientemente de eso en todo momento podemos llevar una actitud que permita el avanzar en nuestro proyecto de vida.
¿Cuántas veces al
andar por un camino que nunca hemos recorrido nos hemos encontrado lo mismo con
parajes atractivos que con situaciones desagradables?
Yo creo que un sinfín
de ocasiones. De la misma forma ¿cuántas de esas veces que hemos iniciado un
andar por un camino desconocido lo hemos hecho lo mismo con una actitud abierta
que con una precaución activa? También creo que en todas las ocasiones.
De la misma forma que
el ejemplo anterior, nuestra vida no es otra cosa más que un sendero
inexplorado. Nadie en ningún momento y bajo ninguna circunstancia ha andado lo
que nosotros vamos a andar. ¿Qué las vidas de unos y otros son similares? Así
es: son similares, pero no exactamente iguales.
Las experiencias,
ideas, sentimientos, vivencias, aprendizajes, y un sinfín de etcéteras hacen
que cada andar sea único e irrepetible. Más allá de lo pasmoso que significa
esta reflexión, la misma va en un sentido de la actitud que podemos tener ante
la vida. Y fíjate que digo podemos, no debemos.
Ese “podemos” implica
una capacidad volitiva de decisión. Por más que las circunstancias sean
adversas las mismas no son definitorias de lo que somos y de lo que podemos
ser. Eso de quejarse o justificarse de lo que hicimos o no por las condiciones
a las que nos enfrentamos no es más que un intento (así es, solo eso: un intento)
por transferir la responsabilidad de nuestras acciones.
Y aunque esa
transferencia de responsabilidad fuese posible (premisa con la que no estoy de
acuerdo), los efectos de dichas acciones no lo serían, es decir, las consecuencias
de lo que hicimos o dejamos de hacer quedarían por siempre y para siempre con
nosotros, así que ¿para qué perder tiempo tratando de justificar cuando más
bien debemos poner nuestro esfuerzo en tratar de lograr?
¿Qué a veces no se
puede lograr todo lo que uno se propone?, ¿qué a veces los obstáculos son real
y objetivamente insalvables?, ¿qué a veces las circunstancias son tan adversas
que prácticamente definen el resultado de la batalla?
Supongamos que todo
eso fuera verdad, la discusión no estriba en ello sino más bien en la actitud
que puedes (de nuevo: puedes) tener ante la vida. Esa actitud de lucha,
optimismo, esfuerzo, esperanza, valor, dirección, etc. etc.
etc. es algo con lo
que no nacemos (aunque puede tengamos alguna disposición) sino que es algo que
vamos construyendo, curiosamente a través de intentarlo. Es como el que
sobresale en cualquier deporte quien para lograr eso inició simplemente
practicándolo hasta adquirir una maestría que lo hace sobresaliente.
La vida es un espacio
infinito donde nos movemos hacia experiencias únicas e irrepetibles,
experiencias que nos van desarrollando y permitiendo alcanzar nuestro máximo
potencial, experiencias que de la misma forma pueden suponer retos, retos ante
los cuales nosotros decidimos cómo actuar, después de todo tu no escoges muchas
de las batallas que pelearas en tu vida, pero si puedes elegir la actitud con
la que lo harás.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/ComRFTSRduE
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