La
conquista de una meta no solo implica el saber qué es lo que se quiere lograr
sino también cómo es que se va a lograr, de la claridad que exista en ambos
dependerá la eficiencia de los esfuerzos que hagamos, lo cual no quiere decir que
todo esté ya hecho pero sí que podemos hacer lo que haga falta.
En
ocasiones sucede algo curioso: la mayoría de nosotros tenemos cierta claridad en
lo que queremos lograr, pero de manera inversa la forma o el cómo para lograr eso
carece de definición. El objetivo, la meta, es algo que tiene características definidas
pues responde a un deseo personal, pero el camino para llegar a él es lo que no
siempre está claro pues no depende en su totalidad de uno y, peor aún, las condiciones
que lo rigen pueden ir cambiando.
Lo
anterior implica que el no tener un camino claro para avanzar por él hacia la meta
trazada nos obligará de manera doble no solo a luchar por dicha meta sino a trabajar
por estar construyendo el camino que necesitamos para cumplir lo que deseamos.
Seamos
claros: en muchas ocasiones no están las formas para lograr nuestros deseos
como si alguien ya las hubiera construido solo para que llegáramos nosotros e
hiciéramos uso de ellas, en muchas ocasiones hay ciertos indicios de lo que hay
que hacer pero en muchas más ocasiones uno mismo va haciendo el camino
necesario para avanzar.
Te
propongo un ejercicio que realizo en mis talleres de liderazgo dinámico:
escribe en un papel una meta que desees lograr, puede ser una meta personal, profesional,
económica, intelectual, emocional e incluso espiritual. Pon debajo de esa meta
aquellas cosas que sabes necesitas hacer para alcanzar tu objetivo, mientras
más claro seas en estas actividades mejor y por claridad me refiero a que mientras
más preciso seas en los cuándo, cómo y dónde, mejor. A continuación debajo de
todo eso pon aquellas cosas que sabes necesitas para lograr la meta pero que no
sabes cómo lograrlas. Por último, de estas últimas cosas que apuntaste, escribe
qué se te ocurre deberías empezar a hacer para ver si con eso te va dando guía
o luz de lo que debes hacer para lograr esto de lo que no tienes idea.
En
todas las ocasiones en que he efectuado este ejercicio no hay una sola cosa que
se necesite hacer y de la cual inicialmente no se tenga idea de cómo entrarle, a
la que finalmente no pueda señalársele alguna actividad que nos permita al menos
dar el primer paso para comenzar a hacer ese camino.
Una
vez que haces este ejercicio, mejor aún: una vez que das ese primer paso (aunque
no estés del todo seguro que sea el indicado para alcanzar esas cosas que sabes
requieres para lograr tu meta pero no sabes cómo entrarles), comenzarás a darte
cuenta cómo es que el camino comienza a abrirse paso ante tu andar.
El
problema no es no saber en muchas ocasiones qué debe hacerse a ciencia cierta
sino más bien el no dar siquiera un primer paso que nos permita ir identificando
lo que puede hacerse al mismo tiempo que se camina hacia nuestro objetivo.
Muchas
de nuestras metas no tendrán de manera implícita un camino claro y sencillo
para alcanzarlas, pero eso solo quiere decir que nos corresponde a nosotros
trazarlo, después de todo si quieres algo encontraras el camino para alcanzarlo
y si no lo hay ¡tú mismo lo trazaras!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/FLpHxrz_AuI
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