viernes, 1 de mayo de 2020

Decide con sabiduría y valor: lo conveniente a veces no es correcto y lo correcto a veces no es conveniente



La eterna discusión entre lo correcto y lo conveniente, debe llevarnos a tomar la decisión que creamos y que queramos, de una manera congruente con nuestro pensar, sentir y hacer sobre la cual nos hagamos responsable.

Cuando uno plantea la pregunta sobre qué es lo que cada quien decidiría ante una situación, si lo correcto o lo conveniente, en la mayoría de los casos la respuesta es lo correcto, pero luego cuando se ponen casos específicos la duda no tarda en aflorar.

“Supongamos que te dicen que hagas algo incorrecto pero que si no lo haces pierdes tu empleo o incluso tu tranquilidad familiar”, ya no está tan fácil la decisión, ¿verdad? Cuando uno plantea en la generalidad la opción decisiva entre lo correcto y lo conveniente la respuesta es lo primero, pero cuando presenta uno casos concretos, sobre todo que lo afecten, la respuesta se vuelve más complicada.

En cuestión de política, y esto es entendible, las decisiones tienden más a estar del lado de lo conveniente, ¿conveniente en cuanto a qué?, pues en cuanto a las  simpatías que tal decisión pueda generar las cuales derivarán en apoyos subsecuentes. Un cerco que busca delimitar esto, ya que de otra forma fuera una ley de la selva, son precisamente las leyes. Pero cuestiones como propuestas, proyectos, posturas, en política siempre valorarán que tan conveniente es.

Nuestra vida no puede desligarse de aquello que nos conviene, todos tenemos necesidades –físicas, cognitivas, emocionales, incluso espirituales-, de la misma forma tenemos familia, amigos, conocidos, todo ello influye a la hora de tomar una decisión, pero el costo de la misma siempre es personal, sea que la decisión sea correcta o conveniente.

No tiene caso argumentar a favor de decisiones correctas, la misma naturaleza de la decisión es el mejor argumento, la argumentación más bien debe ir en el sentido del efecto que cualquier decisión, correcta o conveniente, tendrá en tu persona.

En una ocasión, platicando con un amigo, comentaba que en el caso de las decisiones, sobre todo cuando está en contraposición lo correcto y lo conveniente, el fiel de la balanza era mi persona frente al espejo. Cuando digo espejo no me refiero solo al espejo físico donde uno se observa, sino también al espejo de la familia, los amigos, la sociedad, y la vida misma.

El espejo físico nos refleja una imagen de nosotros, pero el espejo de la familia, los amigos, la sociedad, y la vida misma nos refleja nuestra esencia, ¿cuál queremos que sea ese reflejo? Al hablar sobre tal o cual tema, ¿queremos tener la tranquilidad de que obramos de manera congruente y coherente o preferiremos siempre tener la zozobra de que los demás tengan una idea diferente de nosotros?

La decisión de lo anterior, como todo en esta vida, es personal y lo que facilita mucho lo anterior es tener una visión trascendental de nuestra existencia, no solo en el sentido espiritual sino incluso material, esto último reflejado y entendido en cuanto al efecto que nuestros actos tienen no solo en nosotros mismos sino en los que nos rodean, en la sociedad misma e incluso en el futuro.

Si puede uno tener esa visión trascendental de lo correcto y lo conveniente, y si esa visión la usamos como el espejo sobre el que familia, los amigos, la sociedad, la vida y nosotros mismos nos reflejaremos, la decisión puede no sea más fácil, pero siempre será más satisfactoria.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/s8woh_YfUVc


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