Todos
hemos tenido alguna meta u objetivo en la vida que nos ha hecho sentir al
conseguirlo no solo orgullosos y satisfechos con nosotros mismos sino alegres a
un nivel que nos ha motivado a compartir ese logro, ese mismo gozo incluso a un
nivel mayor se experimenta no solo al compartir un triunfo sino al aglutinar
voluntades diversas para conseguirlo.
En
una ocasión mi hijita me preguntó que si quién era el responsable de haber
llevado el hombre a la luna, si bien la respuesta generalmente es sencilla
quise explayarme para hacerla ver las cosas en perspectiva. Le comenté que no
había sido el logro de una sola persona, es más ni siquiera el logro exclusivo
del equipo que estuvo a cargo de la misión, ya que ellos usaron fórmulas
matemáticas, diseños ingenieriles, avances electrónicos y de comunicación que
son el cumulo de cientos de años de historia humana y por lo tanto mérito de
las cientos de personas que permitieron el avance de la ciencia hasta ese
preciso momento.
Todos
los grandes logros humanos, esos logros que han modificado la historia, siempre
tienen que ver con equipos, con grupos, con voluntades. La tarea inacabable que
es nuestro mundo, nuestra sociedad y nuestra vida es de tal alcance que solo
uniendo manos, mentes y espíritus
podemos abordar los problemas y alcanzar los sueños.
Nuestras
metas personales son importantísimas para nuestro avanzar en la vida y nuestra
transformación personal, de la misma forma, cuando esas metas inciden en la
vida de otras personas y nuestra propuesta atrae gentes que colaboran, la misma
propuesta trasciende y nos trasciende para hacerse colectiva y por ende ser más
y hacernos más.
Todos
tenemos metas personales, pero seguro estoy que de las 10, 20, 30 o más metas
que podamos tener en nuestra vida habrá al menos una que pudiera aglutinar más
personas pues su valor estriba no solo en lo que nosotros obtendremos en lo
individual sino lo que la sociedad obtendrá en lo colectivo.
Metas
lúdicas, deportivas, sociales, educativas, políticas, religiosas, económicas…
sé que en tu interior hay una idea que tal vez no hayas trabajado aún pero cuyo
alcance puede trascender tu persona y tu momento. Mi sugerencia sería que no la
dejaras, que cada día, cada semana, cada mes, la abonaras con tus pensamientos,
con tus sentimientos y con tus acciones, que poco a poco avances hasta que se
vaya concretizando.
Para
esto puedes usar cualquiera de las técnicas administrativas para establecer una
meta y avanzar hacia ella, lo importante es que las acciones fluyan en tu ser y
que en las mismas consideres el ir aglutinando otras voluntades para avanzar de
manera colectiva hacia la meta. Esta forma de trabajo te permitirá ver el valor
de las ideas que posees, pero también el alcance de las mismas. A diferencia de
los logros personales la satisfacción en este caso será exponencial pues no
solo te beneficiará a ti sino a los demás.
Ahora
bien, supongamos que nunca te has puesto a pensar en una meta como la que
estamos hablando, ¿qué puedes hacer? Algo muy sencillo: este próximo fin de
semana, sin falta, organízate para adquirir un árbol (o conseguirlo donde los
donan) y ve a sembrarlo en el espacio comunitario más cercano que tengas
(plaza, área verde, etc.) Haz este sencillo ejercicio y veras el sentimiento
que surge en ti y la perspectiva que se abre ante tus ojos de lograr metas por
ti y por los demás. Lo demás comentado vendrá después.
Compartir
un sueño permite que los sentimientos, pensamientos y acciones aunados a él nos
trasciendan y se multiplique en las voluntades de las personas que lo
compartan, y cuando esto sucede el mundo entero puede prepararse incluso para
un milagro porque en ese momento nada nos es imposible, después de todo lo
único mejor que lograr un sueño es ¡compartirlo!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/FPh4i_47cfU
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