Así
como existen momentos buenos y agradables en esta vida, de la misma forma existen
momentos donde el desánimo y la desazón generan en nosotros sentimientos de
angustia e incertidumbre, sentimientos que de inicio son generados pero que si
no se manejan adecuadamente adquieren vitalidad propia hundiéndonos más.
Si
alguien cayera al agua accidentalmente, por más molesto o confundido que
estuviera ante tal situación, el hecho es que se enfocaría en salir del agua;
nadie en su sano juicio dejaría de esforzarse y como muestra de indignación
hundirse ya que de por medio está incluso su vida misma.
De
igual forma una persona que participase en un accidente vehicular, si ve que el
vehículo comienza a echar humo y salirle llamas, inmediatamente buscaría
alejarse lo más pronto de él, sin poner como prioridad primera el ver quien
tuvo la culpa o incluso si hay cosas de valor dentro del vehículo.
Estos
ejemplos sencillos y evidentes dejan más que claro que cuando nuestra vida está
en riesgo, todo, absolutamente todo lo demás pasa a segundo término siendo la
prioridad número uno el ponerse a buen resguardo, pero ¿y lo demás que tiene
que ver con nuestra vida? Nuestra vida es mucho más que la mera existencia
física, está hecha de eventos, lugares, situaciones y relaciones, los ejemplos
anteriores hacen referencia a la cuestión física de nuestra existencia, pero
también existen estas otras cuestiones que pueden ser desperdiciadas cuando no
tenemos la capacidad de remontar los malos momentos y de retomar las riendas de
nuestra vida.
Imagina,
o más bien: recuerda una situación donde hayas pasado un mal momento, un mal
momento en el cual te dejaste llevar por tu mal estado de ánimo y terminaste
castigándote a ti mismo desperdiciando momentos valiosos de tu vida: un lugar a
donde no fuiste pues estaba fulanito o zutanita, una comida que no disfrutaste
pues estabas molesto o frustrado, horas y horas desperdiciadas sin hacer por X,
Y o Z, ¿por qué solo la vida física nos impele a su conservación? ¿qué hay de
la otra vida, nuestra vida en toda la extensión de la palabra?
Te
comparto una dinámica que hago en algunos de mis talleres, antes de entrar,
todavía afuera del recinto, les digo que imaginemos que cada quien trae una
maleta o valija con todas sus preocupaciones, de la misma forma les pido
imaginen que hay una restricción que impide ingresar al lugar donde se hará el
taller con esa maleta o valija, pero que ahí afuera hay un lugar donde se
pueden dejar esas maletas o valijas sin temor a que sean robadas.
Les
pido que representen y actúen como si cada quien cargara esa maleta o valija y
la dejara ahí a la entrada. Una vez dentro les comento lo siguiente: “ahí
afuera en la entrada cada quien dejo sus preocupaciones, sus problemas, sus
angustias, y ahí van a estar cuando salgan, nadie se las quitará y nadie se las
resolverá, así que si ahí estarán de todas formas cuando salgan dense ahora el
momento para trabajar con su vida sin esas interferencias”.
El
ejercicio no termina ahí. Una vez que el taller ha concluido (lo cual puede
significar varios días de varias sesiones), les pido al salir que todos tomen
de nuevo su maleta o valija (¡a algunos incluso se les había olvidado que la
habían dejado fuera!), una vez que todos han “tomado” de nuevo su maleta o
valija les pregunto si honestamente la sienten más pesada o más ligera. En
todos los casos es más ligera, y no por que los problemas sean menos sino
porque el tiempo les ha dado perspectiva y desapegarse por un momento de los
problemas les ha permitido reconectarse con sus recursos internos.
De
igual forma, personalizando el ejercicio anterior, a la otra que experimentes
una situación más que frustrante imagínate que la pones en una maleta, ve en tu
mente (con los ojos abiertos) una maleta abierta y has la representación de
movimientos de acomodar en la maleta imaginaria los problemas incluso verbalizando
lo que estás acomodando. Luego déjala fuera y sigue con tu vida. Cuando quieras
podrás recogerla, pero por ahora el compromiso estará con retomar tu vida y no
privarte de vivirla.
Los
malos momentos, los malos ratos, existen, no podemos hacer nada para que se nos
presenten en nuestra vida, pero lo que podemos decidir es con cuanto tiempo de
nuestra vida los alimentaremos, y teniendo siempre en mente que nadie ha salido
de un agujero hundiéndose más en él.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
También puede descargarse gratis el libro “Salid
de ella pueblo mío -2ª advertencia:
Doctrinas-”, desde www.rocefi.com.mx (Menú
“Libros” Sección “e-book gratis”)
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