Cuando hablamos de transformación nos referimos a ese
cambio que se da en la persona y que surge como efecto del esfuerzo, de las
caídas, de levantarse, de hacerse cada vez más fuerte, más sabio, más humilde.
Una transformación que nos da algo más duradero que la meta conquistada pues la
meta pasa, es conquistada y queda en el pasado, pero la transformación de la
persona queda y nos acompaña siempre. Esto último plantea una relevancia
trascendente que ver pues –ojo- se logre o no la meta, la transformación en
nuestra persona se dará. De ahí que cualquier esfuerzo, que cualquier lucha,
que cualquier campaña traerá forzosamente el cambio interno, por lo que el
logro externo de la meta es un valor agregado.
En una ocasión una persona, oyendo todo lo que había
sufrido otra, le preguntó a esta última que si que cambiaría de su vida en
vista de todo lo que había sufrido, a lo que la ultima le contestó que nada
pues así como había sufrido, muchas cosas bellas y más valiosas habían llegado,
pues el dolor se había ido pero lo bello y valioso había permanecido.
Todos nosotros podemos en retrospectiva ver en nuestra
vida (sobre todo a la distancia) eventos que en su momento nos parecieron tan
complicados (por decirlo en cierta forma) que pensamos que nada bueno podría
salir de ellos, pero seguro estoy que ahora podemos ver los cambios que tuvo
nuestra persona que nos hicieron más sabios, mas fuertes, más humildes.
La esencia de esto es pasar las pruebas de la vida con la
confianza de lo que viene, como el marinero que ante la tormenta llega incluso
a atarse al mástil mayor para no ser tirado por la borda. Ese mástil mayor es
en nuestra vida nuestras esperanzas, nuestras convicciones, nuestros valores,
aquello que nos permite soportar valientemente aún cuando todo parece sin
sentido pues sabemos que somos seres tan pero tan trascendentes que somos capaz
de transformar alquímicamente, como por arte de magia, eventos adversos,
pruebas desfallecientes, metas
inalcanzables, en frutos personales de abundancia, vida y conciencia.
La vida a veces es dura, a veces duele, a veces quiebra,
pero el resultado final es de tal belleza que apenas llegando a él se entiende
lo otro después de todo si las metas valiosas pudieran obtenerse con un
esfuerzo mínimo, no sucedería el milagro de forjar nuestro carácter
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/BkB_QJAM6hc
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