Un hecho innegable de la vida es que para toda acción se
requiere una motivación y para toda motivación una idea, una idea que en cierta
forma establezca lo que se quiere, cómo se quiere y por qué se quiere. En la
medida que esta idea se dinamice con acciones concretas se darán pasos seguros
en el camino a su realización.
El ser humano es generalmente representado como una
dualidad entre el mundo de las ideas, los sueños y las ilusiones y el mundo de
los hechos, las acciones, y las realidades. Todos nosotros tenemos en nuestro
ser la capacidad para imaginarnos nuevos formas de ser y hacer y para poner
manos a la obra en la consecución de esas ideas. Es así como fomentar la
ideación y acompañarla de acción es la fórmula para avanzar en la realización.
La capacidad de la mente para influir en nuestro entorno
es de tal magnitud que ha generado una corriente de pensamiento que en muchas
ocasiones ha abogado por una visualización creativa que busca atraer, por así
decirlo, las realidades que uno imagina hasta hacerlas realidad. Esta idea es
noble, de hecho es correcta en su forma inicial pues es un hecho que para
lograr algo, lo que sea, primero debemos tener claro qué es lo que queremos
lograr, pero de la misma forma cuando no se acompaña de acciones para lograr la
idea, la realización de la misma está incompleta.
La dualidad pensamiento-acción arroja sobre nosotros no
solo la responsabilidad de nuestra vida sino también la posibilidad de ser
actores activos, no solo pasivos de la misma. El creer que el solo pensamiento
logrará cambios en nuestra persona y el mundo es adoptar la postura del que
solo pide para que los demás le den, y aunque esto fuera posible (es decir, que
el solo pensamiento generara realidades) nos privaría de la alegría de ser
parte creadora del universo. Pero como en todo, esto no es una verdad
inamovible, si alguien desea solo trabajar la visualización, adelante; de la
misma forma si alguien desea trabajar de manera completa la dualidad
idea-acción, excelente.
Hagamos un pequeño y sencillo pero trascendental
ejercicio. Piensa algo que desees, algo
que valga la pena dedicarle tiempo y esfuerzo; puede ser incluso algo que ya
estés trabajando o algo que apenas vayas a iniciar. En una hoja escribe en la parte de arriba el
título de la idea, sueño o meta que quisieras lograr, ojo con esto, debe ser un
título lo más corto posible pero que refleje tu idea. Después de poner el
título, pon debajo una descripción de no más de seis renglones de dicha idea,
sueño o meta.
Debajo de esta descripción separa la hoja en dos
columnas, en la de la izquierda ponle el encabezado de Visualización, en la de
la derecha pon el encabezado de Acción. Debajo de la columna de Visualización
haz una descripción de las imágenes que te motivarán a conseguir la idea, sueño
o meta planteada, estas imágenes debes trabajarlas día con día para darle no
solo claridad a lo que quieres sino estimulación a tu intelecto y a tus sentimientos.
En la columna de la derecha describe de la manera más concreta posible las
acciones que requieres necesaria y forzosamente hacer para que esa idea, sueño
o meta llegue a hacerse realidad. Aunque no es necesario estas acciones pueden
estar en orden cronológico. Revisa cada día esta lista, enriquécela, corrígela,
pero lo más importante aplícala para avanzar en el camino hacia la realización
de tu idea, sueño o meta.
El logro de las ideas, sueños o metas que tengamos
comienza siempre con una intención, intención que por su misma naturaleza es
intangible pero a la cual nuestra acciones pueden darle vida, forma y
definición hasta hacerla realidad, después de todo está comprobado: Tus
pensamientos pueden hacerse realidad... ¡siempre y cuando pongas acción en
ello!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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del Shabat”, desde www.rocefi.com.mx (Menú
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