Cuando
uno reflexiona sobre la vida le vienen a la mente imágenes como camino,
recorrido, senda; lo anterior ya que las similitudes entre un largo viaje y la
vida misma son recurrentes: avanzar, tropezar, detenerse, aprender, conocer, y
conocerse. Da la misma forma reflexionar en el camino y el caminante nos hace
ver que si bien son diferentes en el fondo son la misma cosa.
La
manera en que físicamente estamos hechos es una reflexión que podemos
extrapolar a todos nuestros niveles, no nomás el físico. Si prestamos atención
veremos cómo es que los ojos, los brazos, los oídos, las piernas, e incluso
nuestra nariz, está todo diseñado físicamente para permitirnos ir hacia
adelante
El
americano Anthony Thornton estableció un record al caminar hacia atrás 153.5
kilómetros, tal vez no sea mucho pero las condiciones de hacerlo en sentido
contrario es lo que le da la relevancia, y ¿sabes por qué? por lo difícil de
hacer esto. Intenta en una ocasión caminar hacia atrás y lo comprobarás, ¿sabes
por qué de esto?, pues porque estamos hechos para ir hacia adelante: nuestros
ojos ambos están viendo hacia adelante, nuestros oídos se enfocan hacia
adelante, nuestras piernas y brazos nos empujan hacia adelante, ¡incluso
nuestra nariz con su forma de punta rompe el aire para facilitar nuestro
avance!
De
la misma forma podemos extrapolar esas observaciones a nuestra mente y nuestra
alma: la necesidad imperiosa de tener, de ser, de hacer, de crecer, todo nos
impulsa hacia adelante, a avanzar, a hacer y buscar que nuestros esfuerzos sean
fructíferos. La necesidad de ser siempre más de lo que somos radica
profundamente en nosotros mismos. El logro de metas, de objetivos, de
resultados está presente en nuestra mente; el sentirnos mejor, autorrealizados,
completos está grabado en nuestra alma.
Solo
que hay una cosa que hay que tener en cuenta: si uno solo cuida la parte
tangible del aquí y el ahora sentirá que le hace falta algo, es por ello que en
nuestro avanzar, la realización material de los objetivos de nuestra mente debe
ir de la mano de la realización trascendental de las necesidades de nuestra
alma.
El
darnos tiempo para nosotros mismos, el pensar, reflexionar, desarrollar la
conciencia, ayudar a los demás y sobre todo tratar de cambiar este mundo para
bien nos dará ese sentido de trascendencia y complementariedad que nuestro
espíritu necesita.
De
la misma forma, en ese caminar, las metas y objetivos prácticos y tangibles que
nos planteemos nos irán conduciendo cada día por el camino del logro y la
conquista que anida en nuestra mente.
Claro
que cuando estemos cansados podemos descansar, eso podemos verlo reflejado en
el andar físico, pero una vez que se han recuperado las fuerzas viene de nuevo
el andar. De la misma forma, mientras se descansa, uno puede recapitular en
todo lo que el andar le ha traído, todo lo que le ha permitido conocer, todo lo
que le ha permitido llegar a ser; esto para valorar en su justa dimensión no
solo el esfuerzo de nuestro andar sino también los resultados, tangibles e
intangibles de ello.
Con
este tipo de reflexiones podemos entonces abordar esos momentos en que
querremos desistir, abandonar y retroceder y entender porque nuestra mente y
nuestra alma se resisten a ello: porque no estamos hechos para la derrota sino
para el triunfo, no estamos hechos para la mediocridad sino para la excelencia,
no estamos hechos para ser un remedo de persona sino una persona en su
totalidad, con luces y sombras pero con un andar constante hacia la
autorrealización, después de todo: todo en nuestro cuerpo está hecho para ir
hacia adelante... lo
mismo y con mayor razón en nuestra mente y en nuestra alma
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
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Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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