viernes, 23 de junio de 2017

Todo en nuestro cuerpo está hecho para ir hacia adelante... lo mismo y con mayor razón en nuestra mente y en nuestra alma


Cuando uno reflexiona sobre la vida le vienen a la mente imágenes como camino, recorrido, senda; lo anterior ya que las similitudes entre un largo viaje y la vida misma son recurrentes: avanzar, tropezar, detenerse, aprender, conocer, y conocerse. Da la misma forma reflexionar en el camino y el caminante nos hace ver que si bien son diferentes en el fondo son la misma cosa.

La manera en que físicamente estamos hechos es una reflexión que podemos extrapolar a todos nuestros niveles, no nomás el físico. Si prestamos atención veremos cómo es que los ojos, los brazos, los oídos, las piernas, e incluso nuestra nariz, está todo diseñado físicamente para permitirnos ir hacia adelante

El americano Anthony Thornton estableció un record al caminar hacia atrás 153.5 kilómetros, tal vez no sea mucho pero las condiciones de hacerlo en sentido contrario es lo que le da la relevancia, y ¿sabes por qué? por lo difícil de hacer esto. Intenta en una ocasión caminar hacia atrás y lo comprobarás, ¿sabes por qué de esto?, pues porque estamos hechos para ir hacia adelante: nuestros ojos ambos están viendo hacia adelante, nuestros oídos se enfocan hacia adelante, nuestras piernas y brazos nos empujan hacia adelante, ¡incluso nuestra nariz con su forma de punta rompe el aire para facilitar nuestro avance!

De la misma forma podemos extrapolar esas observaciones a nuestra mente y nuestra alma: la necesidad imperiosa de tener, de ser, de hacer, de crecer, todo nos impulsa hacia adelante, a avanzar, a hacer y buscar que nuestros esfuerzos sean fructíferos. La necesidad de ser siempre más de lo que somos radica profundamente en nosotros mismos. El logro de metas, de objetivos, de resultados está presente en nuestra mente; el sentirnos mejor, autorrealizados, completos está grabado en nuestra alma.

Solo que hay una cosa que hay que tener en cuenta: si uno solo cuida la parte tangible del aquí y el ahora sentirá que le hace falta algo, es por ello que en nuestro avanzar, la realización material de los objetivos de nuestra mente debe ir de la mano de la realización trascendental de las necesidades de nuestra alma.

El darnos tiempo para nosotros mismos, el pensar, reflexionar, desarrollar la conciencia, ayudar a los demás y sobre todo tratar de cambiar este mundo para bien nos dará ese sentido de trascendencia y complementariedad que nuestro espíritu necesita.

De la misma forma, en ese caminar, las metas y objetivos prácticos y tangibles que nos planteemos nos irán conduciendo cada día por el camino del logro y la conquista que anida en nuestra mente.

Claro que cuando estemos cansados podemos descansar, eso podemos verlo reflejado en el andar físico, pero una vez que se han recuperado las fuerzas viene de nuevo el andar. De la misma forma, mientras se descansa, uno puede recapitular en todo lo que el andar le ha traído, todo lo que le ha permitido conocer, todo lo que le ha permitido llegar a ser; esto para valorar en su justa dimensión no solo el esfuerzo de nuestro andar sino también los resultados, tangibles e intangibles de ello.

Con este tipo de reflexiones podemos entonces abordar esos momentos en que querremos desistir, abandonar y retroceder y entender porque nuestra mente y nuestra alma se resisten a ello: porque no estamos hechos para la derrota sino para el triunfo, no estamos hechos para la mediocridad sino para la excelencia, no estamos hechos para ser un remedo de persona sino una persona en su totalidad, con luces y sombras pero con un andar constante hacia la autorrealización, después de todo: todo en nuestro cuerpo está hecho para ir hacia adelante... lo mismo y con mayor razón en nuestra mente y en nuestra alma




Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/BpT0z0t_rLM


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