viernes, 16 de junio de 2017

Créeme: el desánimo, la desilusión, el enojo... ni resolverán un problema ni lo harán más llevadero


Todos en alguna ocasión nos hemos sentido desolados, frustrados, deprimidos, generalmente la reacción casi involuntaria a estos estados de ánimo ha sido el desánimo, la desilusión, el enojo, esto es normal, natural, pero de igual manera debemos ser capaces de saber y reconocer que tal reacción no nos ayuda en nada.

Sentirnos desolados sobreviene cuando, contra una idea, sino utópica al menos idealista que nos hemos fijado en la mente, se le contrapone una realidad contraria, y no solo contraria sino generalmente desagradable. Esa desilusión, en vez de ser sólo de lo que en nuestra mente nos habíamos imaginado generalmente se extiende a todos los ámbitos de nuestra vida, incluso los sueños, metas y objetivos que aún estamos procurando.

La frustración surge cuando, a pesar de todo el esfuerzo que hemos puesto en lograr algún sueño, meta u objetivo, este permanece inalcanzable, siendo nuestro avance casi nulo y en ocasiones incluso contrario. Esta frustración impregna nuestros pensamientos y socava los demás estados de ánimo que pudieran de manera positiva ayudarnos en nuestras peleas cotidianas.

La depresión es una mezcla de los dos estados anteriores donde el sentirnos desolados y frustrados dan al traste con nuestro buen ánimo manteniéndonos en un estado permanente de desgano, tristeza, incluso desesperación, con la diferencia de que, en vez de que este estado nos lleve a salir de él por sentirnos mal en él, lo que hace es que nos hunde más y más en sus sensaciones negativas y sus resultados contrarios a nuestro proyectos de vida.

Imagínate esas situaciones en tu vida, lo más normal, natural, es que sobrevengan reacciones como el desánimo, la desilusión, el enojo reacciones que no quiero en este momento juzgar si son buenas o malas en sí mismas sino más bien si te sirven de algo o no en cuanto a lo que quieres hacer de tu vida. Piensa, así, en esto un momento: el desánimo, la desilusión, el enojo, ¿te sirven en tu andar por la vida o te lo dificultan y hacen más pesado?

Dado lo anteriormente comentado ¿quiero decir que esos estados de ánimo, esas reacciones personales, no deben ser tenidos? La respuesta es no, no quiero decir eso. ¿Por qué? Por la simple y sencilla razón que como te dije son reacciones normales, naturales, y por lo tanto no se trata de ir contra la naturaleza, pero sí no dejarse arrastrar por ella.

Mira, te pongo un ejemplo. Nadie intentaría detener un río que viniera crecido, pero tampoco se pondría uno en su camino para que la crecida lo arrastrara a uno ahogándolo. Lo mismo pasa con los sentimientos anteriores.

El desánimo, la desilusión, el enojo, tarde que temprano harán presencia en tu vida. Puedes sentirlos, experimentarlos, ¿por qué no? incluso detener tu andar para descansar y recobrar fuerzas. Pero nunca permitas que esos sentimientos, esas reacciones te avasallen.

Puedes pensar, como lo hemos hecho, que dichos sentimientos, dichas reacciones, ni te sirven, ni te ayudan, ni hacen tu andar más ligero o mejor, así que con esa perspectiva, en tanto los mismos sentimientos, las mismas reacciones, terminan por salir de tu vida así como entraron, uno no les da cabida para que permanezcan en nosotros de manera definitiva.

La lucha que día con día emprendemos para lograr nuestros sueños, metas y objetivos no siempre tienen el resultado deseado, pero esto no quiere decir que hemos fracasado al grado de sentirnos desolados, frustrados, deprimidos. Créeme: el desánimo, la desilusión, el enojo... ni resolverán un problema ni lo harán más llevadero.

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/6cpjtOj5dZQ


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