Todos
en alguna ocasión nos hemos sentido desolados, frustrados, deprimidos, generalmente
la reacción casi involuntaria a estos estados de ánimo ha sido el desánimo, la
desilusión, el enojo, esto es normal, natural, pero de igual manera debemos ser
capaces de saber y reconocer que tal reacción no nos ayuda en nada.
Sentirnos
desolados sobreviene cuando, contra una idea, sino utópica al menos idealista
que nos hemos fijado en la mente, se le contrapone una realidad contraria, y no
solo contraria sino generalmente desagradable. Esa desilusión, en vez de ser
sólo de lo que en nuestra mente nos habíamos imaginado generalmente se extiende
a todos los ámbitos de nuestra vida, incluso los sueños, metas y objetivos que
aún estamos procurando.
La
frustración surge cuando, a pesar de todo el esfuerzo que hemos puesto en
lograr algún sueño, meta u objetivo, este permanece inalcanzable, siendo
nuestro avance casi nulo y en ocasiones incluso contrario. Esta frustración
impregna nuestros pensamientos y socava los demás estados de ánimo que pudieran
de manera positiva ayudarnos en nuestras peleas cotidianas.
La
depresión es una mezcla de los dos estados anteriores donde el sentirnos
desolados y frustrados dan al traste con nuestro buen ánimo manteniéndonos en
un estado permanente de desgano, tristeza, incluso desesperación, con la
diferencia de que, en vez de que este estado nos lleve a salir de él por
sentirnos mal en él, lo que hace es que nos hunde más y más en sus sensaciones
negativas y sus resultados contrarios a nuestro proyectos de vida.
Imagínate
esas situaciones en tu vida, lo más normal, natural, es que sobrevengan
reacciones como el desánimo, la desilusión, el enojo reacciones que no quiero
en este momento juzgar si son buenas o malas en sí mismas sino más bien si te
sirven de algo o no en cuanto a lo que quieres hacer de tu vida. Piensa, así, en
esto un momento: el desánimo, la desilusión, el enojo, ¿te sirven en tu andar
por la vida o te lo dificultan y hacen más pesado?
Dado
lo anteriormente comentado ¿quiero decir que esos estados de ánimo, esas
reacciones personales, no deben ser tenidos? La respuesta es no, no quiero
decir eso. ¿Por qué? Por la simple y sencilla razón que como te dije son
reacciones normales, naturales, y por lo tanto no se trata de ir contra la
naturaleza, pero sí no dejarse arrastrar por ella.
Mira,
te pongo un ejemplo. Nadie intentaría detener un río que viniera crecido, pero
tampoco se pondría uno en su camino para que la crecida lo arrastrara a uno
ahogándolo. Lo mismo pasa con los sentimientos anteriores.
El
desánimo, la desilusión, el enojo, tarde que temprano harán presencia en tu
vida. Puedes sentirlos, experimentarlos, ¿por qué no? incluso detener tu andar
para descansar y recobrar fuerzas. Pero nunca permitas que esos sentimientos,
esas reacciones te avasallen.
Puedes
pensar, como lo hemos hecho, que dichos sentimientos, dichas reacciones, ni te sirven,
ni te ayudan, ni hacen tu andar más ligero o mejor, así que con esa
perspectiva, en tanto los mismos sentimientos, las mismas reacciones, terminan
por salir de tu vida así como entraron, uno no les da cabida para que
permanezcan en nosotros de manera definitiva.
La
lucha que día con día emprendemos para lograr nuestros sueños, metas y
objetivos no siempre tienen el resultado deseado, pero esto no quiere decir que
hemos fracasado al grado de sentirnos desolados, frustrados, deprimidos. Créeme:
el desánimo, la desilusión, el enojo... ni resolverán un problema ni lo harán
más llevadero.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/6cpjtOj5dZQ
También puede descargarse gratis el poemario del
mismo autor "Perfectos son tus caminos” -50 poemas en la línea del
pensamiento cristiano-, desde www.rocefi.com.mx (Menú
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