Todos tenemos metas, sueños y objetivos que
queremos alcanzar en nuestra vida, sean estos en el ámbito material,
intelectual, emocional e incluso espiritual, pero curiosamente en ocasiones uno
de los principales obstáculos para alcanzarlos es precisamente el camino que ya
hemos recorrido, nuestro pasado, el cual en vez de servir de escalera para
alcanzar lo propuesto parecerá más bien pesar como una piedra al cuello.
¿Para qué te sirve una escalera? Para
alcanzar algo que de otra forma no alcanzarías, ¿verdad?, o tal vez para subir
a alguna parte que por ti mismo no lo lograrías. Supongamos ya alcanzaste con
esa escalera lo que querías alcanzar o bien que ya subiste a dónde querías
subir, ¿seguirías cargando la escalera? Claro que no. Cuando mucho la guardas
pero la dejas y sigues con lo tuyo. Pues el pasado en tu vida es igual.
Nuestro pasado contiene lo que yo llamo las “explicaciones
existenciales” de lo que somos. Cualquier cosa que seamos, con el cúmulo de
pensamientos y sentimientos que tenemos, puede explicarse si pudiéramos ver el
pasado en su totalidad y cómo éste vino a configurarnos como lo que somos.
Obvio que esas experiencias lo mismo fueron buenas que malas y de la misma
forma podremos encontrar muchos aciertos pero también muchos errores.
Independientemente de las características de
nuestras experiencias vividas, éstas no pueden ya cambiarse así que sólo nos
quedan dos opciones: o nos utilizan o
las utilizamos. Nos utilizan ellas cuando las padecemos, cuando constantemente
estamos recriminándonos, cuando mediante un anclaje negativo no dejamos ir al
pasado y continuamos viviendo en él.
Las utilizamos cuando aprendemos de ellas,
cuando sacamos lecciones valiosas para nuestra vida, cuando los errores nos
enriquecen haciéndonos, si más sabios pero también más humildes, y los aciertos
para hacernos mejores pero también más agradecidos.
Ahora que si dejamos que el pasado sea el que
nos utilice es como, en el ejemplo dado desde el inicio, si siguiéramos
cargando a cuestas la escalera que hemos usado aunque ya no nos sirva para
nada. En ese sentido la escalera, es decir, nuestro pasado, en vez de servirnos
para nuestro proyecto de vida nos lo entorpece como si de cargar una piedra al
cuello nos refiriéramos.
La piedra al cuello son esos sentimientos de
culpa, de enojo, de miedo que relativos a los errores y tropiezos que hemos
experimentado permitimos sigan viniendo del pasado a nuestro presente como si
de fantasmas de aparecidos se tratara quitándonos nuestra paz y tranquilidad y,
lo que es peor, impidiéndonos avanzar con decisión hacia nuestro futuro.
No se trata, quiero aclarar, de dejar en el
pasado todo sin que nos importe como hacen los cínicos o los desvergonzados
ante cuyos malos actos no existe remordimiento ni arrepentimiento, sino por el
contrario aprender de nuestro pasado, ser mejores, corregir lo que se tenga que
corregir, pero avanzar sin cargarlo hacia la próxima estación en nuestro tren
que es la misma vida que tenemos.
Lo que hemos vivido sin duda alguna nos ha
llevado a ser lo que somos, dado que el pasado no podemos cambiarlo, si somos
capaces de aprender de él, de crecer de las lecciones que nos ha dejado, de
salir adelante, podremos considerarlo como algo que nos sirve para nuestro
proyecto de vida no algo que lo obstaculiza, después de todo querer avanzar en
la vida anclado al pasado es como querer hacerse a la mar con un barco atado al
muelle
Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión
Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/uHVmF1m8Cks
También puede
descargarse gratis el poemario del mismo autor "Perfectos son tus caminos” -50 poemas en la
línea del pensamiento cristiano-, desde www.rocefi.com.mx (Menú
“Libros” Sección “de-book gratis”)
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