viernes, 31 de marzo de 2017

Un buen líder no solo sabe la respuesta a la pregunta "¿hacia dónde?", sino también "¿por qué?" y "¿para qué?"


Cuando hablamos de liderazgo a la mente nos viene esa capacidad para poder dirigirnos y dirigir hacia un objetivo, una meta, pero la palabra liderazgo, en su máxima expresión, no solo implica el mover hacia sino también con y a través de un sentido de vida.

Todos tenemos metas y objetivos en nuestra vida. Estos pueden ser de muy corto alcance y mucho muy básicos mientras que otros tal vez nos lleven toda la vida alcanzarlos y sean lo que podríamos decir trascendentales, independientemente de esto no sé si te has puesto a pensar cómo es que en muchas ocasiones andamos, me incluyo, corriendo de aquí para allá sin que nos detengamos un momento a pensar en el por qué y en el para qué hacemos lo que hacemos.

En ocasiones damos por sentado el por qué y el para qué de lo que buscamos. Si le preguntaras a diez personas de alguna de sus metas o de sus objetivos todas te dirían alguno y si les preguntaras del por qué y el para qué de eso que busca todas te darían una respuesta.

Pero generalmente esa respuesta más bien se acomoda para que nos tranquilice en cuanto al dinamismo que ya llevamos en la búsqueda de lo que queremos, es como si hubiésemos iniciado nuestro andar y una vez cuestionados sabemos cómo responder cuando más bien debimos haber pensado en el por qué y el para qué de nuestro andar antes de empezar el camino.

Pero no todo está perdido, lo ideal es pensar en el por qué y el para qué de lo que hacemos antes de comenzar a andar en pos de las metas y objetivos, pero si eso no es factible porque en ocasiones comenzamos nuestro camino y después reflexionamos en ello, ese pensar lo podemos hacer en cualquier momento de nuestra vida. Lo que sí está más que peor es que nunca nos detengamos a pensar en ello.

El poder reflexionar en el por qué y en el para qué de lo que hacemos es lo que le da sentido a nuestra vida y nos hace dueño y responsable de nuestras decisiones y nuestras acciones ya que independientemente de que existen factores que inciden en nuestra vida nuestro andar por ella es consciente.

En virtud de lo anterior te sugiero que tomes tres, dos o al menos una de las metas o de los objetivos más importantes que tengas en tu vida y reflexiones en el por qué o en el para qué de eso que persigues. Si es resultado no es satisfactorio tienes dos opciones: o cambias tu meta o tu objetivo o bien cambias las motivaciones, el por qué y el para qué, subyacentes en lo que estás procurando.

Está bien establecer objetivos y metas en la vida, pero eso está incompleto sino tenemos un sentido de vida, después de todo un buen líder no solo sabe la respuesta a la pregunta "¿hacia dónde?", sino también "¿por qué?" y "¿para qué?"


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/iO4I5pczN4c

También puede descargarse gratis el poemario del mismo autor "Perfectos son tus caminos” -50 poemas en la línea del pensamiento cristiano-, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “de-book gratis”)

viernes, 24 de marzo de 2017

Cada batalla que enfrentes, la ganes o no, te habilita para tu siguiente lucha


Uno no inicia una batalla teniendo en mente el perder sino por el contrario buscando el ganar, solo que ambos resultados no dependen enteramente de uno e independientemente de lo que se logre hay cambios en cada uno de nosotros que cada batalla que demos nos dejará y que podremos aprovechar para la siguiente lucha.

La batalla para obtener cualquier cosa en la vida, sea esto una meta material, intelectual, emocional o espiritual, tiene un principio y un final, y en el inter muchas luchas para conseguir lo que te has propuesto. Esas luchas, como cualquier situación que implique esfuerzo, disciplina, constancia y pasión, necesaria y forzosamente generaran algún cambio en tu persona, sobre todo en tus capacidades, lo que tienes, y tus potencialidades, lo que puedes tener.

Tus capacidades, es decir, lo que tienes, pueden referirse a cuestiones materiales, intelectuales, emocionales o espirituales. Nunca puedes decir que has alcanzado tu límite pues siempre hay áreas de oportunidad solo que en ocasiones no las vemos y es ahí cuando las pequeñas luchas que libramos dentro de la gran batalla para alcanzar nuestras metas, sueños y objetivos tiene el valor de mostrarnos.

Tus potencialidades, es decir, lo que puedes tener, pueden referirse de la misma forma que tus capacidades, a cuestiones materiales, intelectuales, emocionales o espirituales. Estas potencialidades son las que permanecen ocultas en tu horizonte de vida y que solo conforme avanzas en tu camino las vas encontrando, reconociendo y apropiando como tuyas.

Como podrás darte cuenta conforme consigues las potencialidades estas pasan a ser capacidades, pues pasan de lo que puedes tener a lo que ya tienes, pero al mismo tiempo, al incrementar tu habilitación, te pone en la perspectiva de poder avanzar hacia nuevas batallas con mayores facultades. 
Visto desde esta perspectiva tenemos entonces que en tu caminar por la vida, como resultado de las pequeñas luchas o de las grandes batallas que enfrentes para alcanzar tus sueños, metas y objetivos, tenemos dos resultados: el de las propias metas, sueños y objetivos que se persiguen, sea que estos sea alcancen o no, y el de los cambios en tus capacidades y potencialidades que se van dando como resultado de lo que enfrentas.

Como resultado de todo lo dicho, en resumen pudiera decirse que independientemente del resultado que se obtenga en la búsqueda de la obtención de nuestros sueños, metas y objetivos, sea este favorable o adverso, no debemos dejar de voltear hacia uno mismo para ver qué fue lo que esas pequeñas luchas o esas grandes batallas dejaron en nosotros en cuanto a capacidades o potencialidades.

Está bien que busques alcanzar tus metas, sueños y objetivos, pero dado que lo mismo eso puedes lograrlo o no, no hay que perder de vista que independientemente del resultado cada batalla que enfrentes, la ganes o no, te habilita para tu siguiente lucha.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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viernes, 17 de marzo de 2017

Las pruebas por las que pasas le hablan al mundo de lo que vales y a ti de lo que realmente estas hecho


Sin duda alguna que en nuestro caminar por la vida enfrentaremos pruebas, pruebas que en muchas ocasiones nos producirán malestar sea por el desgaste físico, mental y emocional aunado a la prueba o sea incluso por el resultado adverso de ésta, pero incluso en este escenario hay mucho de bueno en la prueba pues habla de nuestra valía y de lo que estamos hechos.

A nadie la gusta batallar, menos batallar con lo que viene siendo su proyecto de vida. Estas batallas por lo general desgastan física, emocional, intelectualmente hablando. Pero vistas desde otra perspectiva podemos ver las pruebas como algo necesario, incluso tal vez indispensable, para generar carácter, madurez, trascendencia.

¿Por qué sería una prueba indispensable para generar carácter, madurez, trascendencia? Déjame te contesto con un ejemplo, ¿podría un deportista alcanzar su máximo nivel de habilitación si no estuviera sujeto a pruebas, en este caso físicas?  Piensa en esto y verás que se requiere un obstáculo para que enfocando en él nuestros esfuerzos podremos desarrollar algo que no teníamos pero que tenemos el potencial de llegar a tener: carácter, madurez, trascendencia.

¿Y a qué nos referimos con carácter, madurez, trascendencia? Carácter es lo que pensamos, madurez lo que sentimos y trascendencia lo que transmitimos. Carácter son las ideas, los pensamientos, sobre y con los que construimos nuestra vida y nuestro entorno. Madurez son las emociones  y sensaciones aunadas a lo que experimentamos. Trascendencia es lo que damos y dejamos en los demás y en el mundo que nos rodea.

Todo ello está en un estado primordial cuando nacemos, luego entonces tenemos que desarrollarlo en el transcurso de nuestra vida, siendo para esto necesario ejercitarlo, cultivarlo, practicarlo lo cual necesaria y forzosamente lleva esfuerzo, mucho esfuerzo, mismo que a veces dará resultado y a veces no.

En esto último quiero hacer una aclaración ya que cuando menciono que a veces dará resultado y a veces no me refiero a que a veces conseguirás las metas, sueños y objetivos que te has planteado tal cual, pero en otras ocasiones no los conseguirás. Independientemente de ello el esfuerzo impreso en el logro de lo planteado generará en ti esos cambios en tu persona que enmarcamos como carácter, madurez, trascendencia. 

Volviendo al ejemplo inicial,  es igual que aquel deportista que aunque no logre ganar una competencia los beneficios de la práctica ejercida cuando buscaba ello queda en su persona para siempre, y no me refiero sólo al aspecto físico sino también al emocional e intelectual pues el ejercicio requirió constancia, disciplina, esfuerzo y pasión.

En nuestro andar por la vida tendremos pruebas, eso no podemos evitarlo, pero si podemos abordarlas con una actitud diferente cuando vemos el beneficio que en nuestro carácter, madurez, trascendencia las mismas traen en nuestra persona.

Dicen que en las luchas que libramos en nuestra vida no debemos de perder de vista el objetivo de las mismas, es así que incluso en las pruebas más aciagas, infortunadas o azarosas no debemos olvidar que ellas son solo un medio para llegar a un fin, después de todo las pruebas por las que pasas le hablan al mundo de lo que vales y a ti de lo que realmente estas hecho.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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viernes, 10 de marzo de 2017

Una prueba sencilla: si un sueño te ilusiona, es tuyo. ¡Ve por él!


Los sueños, metas y objetivos que nos fijamos en nuestra vida son los que le dan forma a las acciones que cotidianamente desarrollamos para alcanzarlos, pero en ocasiones puede pasar que lo que creemos es buscar algo que queremos bien pudiera no ser así si ese algo que buscamos no nos apasiona.

Nuestro andar por la vida siempre está definido por algo que queremos lograr, por algo que queremos alcanzar. Ese algo es lo que llamamos sueño, meta u objetivo. Es aquello que nos proponemos y a lo cual le invertimos tiempo, energía y esfuerzo para conseguirlo.

Pero, ¿qué es algo muy común que sucede? Que en muchas ocasiones la vida se siente vacía y sin sentido, esto a pesar de estar logrando todo lo que nos propusimos. ¿A qué se deberá esto?

Muchos factores pueden estar detrás de ese sentimiento de vacuidad que podemos experimentar a pesar del logro de los sueños, metas y objetivos que nos fijemos. Yo quiero referirme solo a uno: el que aquello que perseguías no fuese realmente lo que tú querías.

Paso a explicarme. Si vemos aquello que cotidianamente hacemos en nuestra vida podemos identificar fácilmente aquellas cosas que casi “forzosamente” tenemos que hacer, lo queramos o no, esas son obligaciones impuestas y que tenemos que realizar sea como parte de las obligaciones familiares, sociales o laborales que tengamos.

También podemos identificar aquellas cosas que creemos son deseos nuestros, pero aquí el problema radica en identificar aquellos que realmente son sueños, metas y objetivos de nosotros de aquellos que aunque sean deseos personales correspondan a filias o fobias que si bien no son nuestros vía introyección los hemos identificado como propios.

 Hay gente que va por la vida, por ejemplo, buscando  dinero, fama o poder. Y mira que lo desean con todas las fuerzas de su alma. Pero lo que no identifican es que la sociedad, sus amigos o la familia son los que fueron construyendo en su mente y en corazones os deseos por lo que ahora corren tras de ellos como si fueran propios, aunque no lo son, sintiendo un vacío interno cuando son alcanzados.

Una prueba para dilucidar si eso que deseamos es realmente aquello que nos impulsará a ser mejores, a sentirnos más plenos, es ver el grado en que ese sueño, meta u objetivo nos ilusiona. Esa ilusión es lo mismo un deseo y una pasión que una fuerza esperanzadora y satisfactoria. Responde lo mismo a los ¿por qué? y ¿para qué? que podamos hacernos de ello y le da un sentido de trascendencia a nuestra vida. Un poco complicado, pero no imposible, y con todo y todo es más complicado vivir son ese sentimiento de vacuidad al perseguir metas que no terminan llenándonos.

La pasión que un sueño, meta u objetivo imprime a nuestro andar por la vida es la prueba de fuego del mismo y de nosotros, del sueño, meta u objetivo en función de que realmente es nuestro y de nosotros de que su conquista esta en nuestro corazón.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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viernes, 3 de marzo de 2017

Querer avanzar en la vida anclado al pasado es como querer hacerse a la mar con un barco atado al muelle



Todos tenemos metas, sueños y objetivos que queremos alcanzar en nuestra vida, sean estos en el ámbito material, intelectual, emocional e incluso espiritual, pero curiosamente en ocasiones uno de los principales obstáculos para alcanzarlos es precisamente el camino que ya hemos recorrido, nuestro pasado, el cual en vez de servir de escalera para alcanzar lo propuesto parecerá más bien pesar como una piedra al cuello.

¿Para qué te sirve una escalera? Para alcanzar algo que de otra forma no alcanzarías, ¿verdad?, o tal vez para subir a alguna parte que por ti mismo no lo lograrías. Supongamos ya alcanzaste con esa escalera lo que querías alcanzar o bien que ya subiste a dónde querías subir, ¿seguirías cargando la escalera? Claro que no. Cuando mucho la guardas pero la dejas y sigues con lo tuyo. Pues el pasado en tu vida es igual.

Nuestro pasado contiene lo que yo llamo las “explicaciones existenciales” de lo que somos. Cualquier cosa que seamos, con el cúmulo de pensamientos y sentimientos que tenemos, puede explicarse si pudiéramos ver el pasado en su totalidad y cómo éste vino a configurarnos como lo que somos. Obvio que esas experiencias lo mismo fueron buenas que malas y de la misma forma podremos encontrar muchos aciertos pero también muchos errores.

Independientemente de las características de nuestras experiencias vividas, éstas no pueden ya cambiarse así que sólo nos quedan dos opciones: o nos utilizan  o las utilizamos. Nos utilizan ellas cuando las padecemos, cuando constantemente estamos recriminándonos, cuando mediante un anclaje negativo no dejamos ir al pasado y continuamos viviendo en él.

Las utilizamos cuando aprendemos de ellas, cuando sacamos lecciones valiosas para nuestra vida, cuando los errores nos enriquecen haciéndonos, si más sabios pero también más humildes, y los aciertos para hacernos mejores pero también más agradecidos.

Ahora que si dejamos que el pasado sea el que nos utilice es como, en el ejemplo dado desde el inicio, si siguiéramos cargando a cuestas la escalera que hemos usado aunque ya no nos sirva para nada. En ese sentido la escalera, es decir, nuestro pasado, en vez de servirnos para nuestro proyecto de vida nos lo entorpece como si de cargar una piedra al cuello nos refiriéramos.

La piedra al cuello son esos sentimientos de culpa, de enojo, de miedo que relativos a los errores y tropiezos que hemos experimentado permitimos sigan viniendo del pasado a nuestro presente como si de fantasmas de aparecidos se tratara quitándonos nuestra paz y tranquilidad y, lo que es peor, impidiéndonos avanzar con decisión hacia nuestro futuro.

No se trata, quiero aclarar, de dejar en el pasado todo sin que nos importe como hacen los cínicos o los desvergonzados ante cuyos malos actos no existe remordimiento ni arrepentimiento, sino por el contrario aprender de nuestro pasado, ser mejores, corregir lo que se tenga que corregir, pero avanzar sin cargarlo hacia la próxima estación en nuestro tren que es la misma vida que tenemos.

Lo que hemos vivido sin duda alguna nos ha llevado a ser lo que somos, dado que el pasado no podemos cambiarlo, si somos capaces de aprender de él, de crecer de las lecciones que nos ha dejado, de salir adelante, podremos considerarlo como algo que nos sirve para nuestro proyecto de vida no algo que lo obstaculiza, después de todo querer avanzar en la vida anclado al pasado es como querer hacerse a la mar con un barco atado al muelle


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
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