miércoles, 15 de mayo de 2024

Las cicatrices de tu lucha actual serán tus trofeos futuros cuando triunfes en tus metas


 Cuando nos referimos que la vida es una pelea constante, lo hacemos con el pleno conocimiento de que cada paso, cada avance, cado logro, en ocasiones implica una verdadera lucha que deja en nosotros cicatrices emocionales, espirituales e incluso físicas.

 

Todos conocemos a alguna persona, amigo o simplemente conocido, que tiene alguna cicatriz que mostrar, generalmente esa cicatriz va acompañada de una historia, es así como hay cicatrices detrás de las cuales hay historias verdaderamente épicas mientras que otras son simplemente el resultado de algún descuido o accidente.

 

Dentro del primer grupo es interesante ver como quienes muestran esas cicatrices narran con orgullo la manera en que fueron obtenidas, al contar sus historias se remontan a esos momentos y podemos ver en sus ojos el brillo del recuerdo y en su voz el alarde del desempeño en la faena. Pero de la misma forma, algo real y palpable es que toda cicatriz por más orgullo con que se nos muestre, en su momento ha de haber sido motivo de dolor, frustración e incluso depresión.

 

Lo mismo pasa en nuestra vida, necesaria y forzosamente en nuestro andar, dada nuestra naturaleza, vamos acumulando cicatrices no solo en nuestro cuerpo, sino en nuestra mente y en nuestra alma. Cicatrices más o menos profundas y más o menos dolorosas, pero que en todos los casos nos acompañarán por siempre moldeando nuestro espíritu y nuestro carácter.

 

Cuando nos referimos que la vida es una pelea constante, lo hacemos con el pleno conocimiento de que cada paso, cada avance, cado logro, en ocasiones implica una verdadera lucha que deja en nosotros cicatrices emocionales, espirituales e incluso físicas.

 

Todos conocemos a alguna persona, amigo o simplemente conocido, que tiene alguna cicatriz que mostrar, generalmente esa cicatriz va acompañada de una historia, es así como hay cicatrices detrás de las cuales hay historias verdaderamente épicas mientras que otras son simplemente el resultado de algún descuido o accidente.

 

Dentro del primer grupo es interesante ver como quienes muestran esas cicatrices narran con orgullo la manera en que fueron obtenidas, al contar sus historias se remontan a esos momentos y podemos ver en sus ojos el brillo del recuerdo y en su voz el alarde del desempeño en la faena. Pero de la misma forma, algo real y palpable es que toda cicatriz por más orgullo con que se nos muestre, en su momento ha de haber sido motivo de dolor, frustración e incluso depresión.

 

Lo mismo pasa en nuestra vida, necesaria y forzosamente en nuestro andar, dada nuestra naturaleza, vamos acumulando cicatrices no solo en nuestro cuerpo, sino en nuestra mente y en nuestra alma. Cicatrices más o menos profundas y más o menos dolorosas, pero que en todos los casos nos acompañarán por siempre moldeando nuestro espíritu y nuestro carácter.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/hDiai5_yTi4

 

 

También del mismo autor: Curso internacional para el mundo de habla hispana  “¿Tu helado se derritió? -Construcción dinámica de liderazgo trascendental-”. Más información en: https://hotmart.com/es/marketplace/productos/tu-helado-se-derritio-construccion-dinamica-de-liderazgo-trascendental/B91847525Q

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario