Generalmente
cuando alguien logra algo solemos atribuirle el mérito en gran parte a la
suerte, pero un análisis más profundo nos permitiría ver cómo es que aunque
exista suerte, si uno no está preparado y no aprovecha la oportunidad, ésta no
será fructífera.
¿Qué
tienen en común inventos como el Viagra, el LSD, los Rayos X, la Penicilina, el
endulzante artificial, el horno de microondas, el coñac o el caucho
vulcanizado? Pues que todos esos inventos, que vinieron a cambiar nuestra vida,
fueron en su momento producto de la casualidad, surgieron por accidentes
fortuitos, fueron el resultado del azar. De la misma forma podemos ver en la
vida individuos que han tenido éxito en las metas que se han propuesto, en
algunos casos resultado del tesón, la disciplina, y el esfuerzo, y en otros,
como en los ejemplos anteriores, atribuibles a cuestiones fortuitas.
¿Quiere
esto decir que el azar es lo que en muchas ocasiones define y decide los resultados
en nuestra vida? Volteemos de nuevo a ver los ejemplos iníciales y nos daremos
cuenta de algo: si bien es cierto que en todos esos ejemplos el azar estuvo
presente, también es cierto que el aprovechamiento del descubrimiento en cuestión
se logró gracias a la perspicacia de quién sorprendido encontró la aplicación.
Lo
anterior se resume de manera muy sencilla: si existe la suerte de estar en el momento
y lugar indicado, pero no hay la preparación que permita entender lo que sucede
y, como consecuencia de esto no hay acciones para aprovechar la coyuntura, la
suerte pasará de largo sin que incluso nos hayamos percatado de ello.
Te
sugiero que si tienes ocasión leas el caso de Eratóstenes, matemático, astrónomo
y geógrafo griego, y veas cómo es que mil doscientos años antes de que
Cristóbal Colón circunnavegara el globo terráqueo, logró no solo señalar que la
tierra era redonda sino incluso calcular con las herramientas más rudimentarias
la circunferencia de la tierra. Lo interesante de todo ello es que eso inició
con la observación de la diferencia de sombras en dos lugares diferentes en la
misma fecha del año. Cientos, miles antes que él habían visto el fenómeno de
las sombras, pero Eratóstenes tuvo la perspicacia de resolver la cuestión.
Como
podemos ver, la confluencia de suerte, preparación y oportunidad generan un
resultado para quien aprovecha el momento. Solo que hay una pequeña cuestión
que resolver: ¡no se puede estar preparado para lo que no sabemos qué sucederá!
Así es, la vida es incierta en muchas maneras, y aunque deseemos establecer un
control sobre ella son tantas las variables y tan complejas las interrelaciones
que es casi imposible saber que sucederá el día de mañana, ¿entonces? La
solución de esto es hacer lo que sí dependa de nosotros para en su momento
poder recoger los frutos de ello.
Si
bien es cierto que la incertidumbre impera en nuestra vida, también es cierto que
no todo depende del azar, es precisamente en esa franja donde nuestra voluntad
tiene efecto donde podemos trabajar. Nuestra preparación, nuestro esfuerzo,
nuestra conciencia, son las que nos pueden dar la ventaja para que cuando se
presente la ocasión podamos dar lo mejor de nosotros, después de todo la suerte
acompaña a aquellos que están preparados y aprovechan la oportunidad.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/JfsqS3-O1P4
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