jueves, 26 de mayo de 2022

Elige con cuidado tus metas ya que después de todo pagaras con el tiempo de tu vida por ellas


 

Para lograr algo es necesario que tengamos claridad en qué es precisamente eso que deseamos lograr, esa claridad implica no solo saber qué es lo que queremos sino también por qué y para qué.

 

Piensa en algo que hayas logrado de lo que estés muy orgulloso. Tal vez sea una carrera profesional, un negocio, etc. ¿Cuánto te costó lograr eso? Mira que cuando hago esta pregunta muchos se ponen a sacar cuentas para ver la cantidad monetaria invertida en el logro de esa meta, pero ¿te has puesto a pensar en el tiempo que le invertiste? El tiempo también es un recurso y a diferencia del dinero no es recuperable.

 

Piensa un poco en lo anterior: el tiempo es un recurso no renovable. ¿Cuánto vale una hora de tu vida?, ¿y un mes?, ¿o un año? Creo que no pudiéramos ponerle precio a nuestro tiempo por lo valioso del mismo (no confundir precio con valor). El tiempo es valiosísimo, de eso no cabe la menor idea, entonces en consecuencia nuestro manejo del mismo debe ser impecable.

 

¿Te has puesto a pensar en aquellas cosas que le has dedicado tiempo y que al final te has dado cuenta que, como se dice, todo fue una pérdida de tiempo? En esos casos has perdido algo invaluable, eso sí, pero el hecho de no lograr algo no quiere decir que todo se ha perdido ya que la lucha a lo mejor te sirvió para forjar en ti el carácter, para desarrollar la personalidad.

 

Pero peor aún que no lograr algo que nos proponemos es cuando nos proponemos algo (lo logremos o no) y le dedicamos tiempo sin siquiera reflexionar en lo que nos hemos propuesto. ¿No lo crees? Vamos haciendo un ejercicio.

 

Piensa en una meta que aún no hallas logrado y que estés trabajando por ella, algo a lo que le estés dedicando tiempo, dinero y esfuerzo, ¿listo? Tienes claridad en el qué, es decir, en la meta, en el sueño, en el objetivo. Muy bien, pero ahora hazte esta pregunta ¿por qué? y ¿para qué?

 

Esos ¿por qué? y ¿para qué? son los que inmediatamente deben responderse una vez que sabemos el qué queremos lograr. Esos ¿por qué? y ¿para qué? Son los que le dan sentido no solo a la meta misma sino a nuestra misma vida. Esos ¿por qué? y ¿para qué? son los que nos permiten no solo buscar algo externo sino construirnos desde dentro como personas en su totalidad.

 

¿Ves la seriedad del asunto? Reflexionar sobre lo que queremos no es un ejercicio más, sino que es el requisito sin el cual todo lo que hagamos puede carecer de sentido y, peor aún, darnos cuenta de eso cuando se nos haya ido el recurso más valioso que poseemos: nuestro tiempo.

 

Dado que no podemos hacer todo lo que desearíamos, ni lograr todo lo que nos propondríamos, en el sentido de que somos seres limitados que debemos optimizar nuestros recursos, hay que escoger muy bien las metas que nos proponemos y las batallas que luchamos, en ese sentido elige con cuidado tus metas ya que después de todo pagaras con el tiempo de tu vida por ellas.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/2uvtORyWVuo

 

 

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miércoles, 18 de mayo de 2022

Lo que eres no se demuestra con lo que tienes, sino con lo que dices y con lo que haces

 


Una de las principales características que podemos valorar en una persona es su congruencia, cuando alguien es congruente con lo que piensa, dice y hace genera una confianza que le permite a los demás valorarlo como persona con integridad y carácter y la verdad dicho sea de paso eso es algo inapreciable.

 

Los seres humanos somos realmente complejos, no solo pareciéramos tener un sinfín de peculiaridades en nuestra personalidad sino que ésta constantemente está cambiando. Ante esto generalmente expresamos no sin un dejo de cierto desaliento que nunca terminamos de entender y mucho menos conocer a los demás.

 

Si bien esto es cierto, tampoco quiere decir que de plano no podamos llegar a un nivel de entendimiento general de los demás y de conocimiento o más bien reconocimiento de lo que son, incluso de sus pensamientos y de sus sentimientos, pero para esto se requiere ser bastante receptivo y perceptivo.

 

Esta receptividad y esta perceptividad consiste en no dejarse llevar por las apariencias sino considerar el todo de lo que el otro es como eso: un todo que hay que tener presente para poder emitir juicios de valor. Este todo es alguien con sentimientos, con pensamientos, con luces y sombras, con defectos y cualidades, entonces, ¿cómo abordar lo que parece ser una tarea titánica?, una propuesta para ello es mediante la congruencia.

 

Si uno quiere partir de un evento, un suceso, un logro o un resultado específico para sacar una conclusión general de la persona lo más probable es que erre en su intento por conocerla, por entenderla, por describirla; pero una cosa que uno puede hacer para disminuir esa probabilidad de errar es ver a esa persona y efectuar un análisis a lo largo de todo el tiempo que tenga uno de conocerlo (y más incluso si es posible) tratando de ver si hay congruencia entre lo que dice y lo que hace, de ahí y validar sus pensamientos (muchas expresados por la misma persona) solo hay un paso.

 

Pero este ejercicio también es aplicable a ti y esto debes tenerlo siempre en mente ya que los demás de igual forma pueden estar evaluándote en función de lo que dices y haces y de los pensamientos que muchas veces expresas. Por lo que la mejor sugerencia para uno mismo es ser congruente en nuestras palabras y nuestras acciones con lo que pensamos y con lo que sentimos ya que tarde que temprano, sino lo somos, alguna incongruencia de nuestra parte dejará ver ese absurdo con lo que la valoración de los demás hacia nosotros no saldrá bien labrada.

 

Nuestra vida muestra mucho de lo que somos, pero no todo, lo que vamos logrando solo es una parte de los resultados que en nuestro andar hemos alcanzado, pero para ser congruente eso debe estar en línea con nuestros dichos y nuestros hechos, después de todo lo que eres no se demuestra con lo que tienes, sino con lo que dices y con lo que haces.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/nIybAVfMVd8

 

 

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jueves, 12 de mayo de 2022

Está bien dejarse llevar por el viento ¡pero al menos se tu quien levante las velas y dirija tu bote!


 

Nuestro andar por la vida está en función de los sueños, metas y objetivos que nos planteemos, estos darán forma –siguiendo el símil de ese andar- a la fuerza de nuestro paso, a la velocidad de nuestro caminar y a la decisión, entereza y carácter de nuestra marcha.

 

Cuando en mis conferencias y talleres de liderazgo, emprendedurismo o motivación surge la idea de parte de quienes asisten de señalar los enormes, en ocasiones insalvables, retos que se enfrentan, me gusta tomar ese señalamiento y llevarlo al ejemplo del bote de velas y el viento que enfrenta.

 

¿En alguna ocasión has visto avanzar un bote de vela impulsado por el viento?, supongo que si lo cual no tiene mucho de asombroso ya que el viento infla las velas moviendo por así decirlo al bote sobre las olas, pero ¿en alguna ocasión has visto un bote de velas avanzar incluso en contra del viento?, no sé si lo hayas visto, lo que sí puedo decirte es que eso es algo real que cualquiera que sabe andar en esos vehículos conoce y domina.

 

¿Pero cómo se puede navegar contra el viento? Probablemente la mejor manera de explicarlo es con el Principio de Bernoulli, comparando lo que le sucede a una vela con el ala de un avión. El viento circula más rápido por la banda exterior de la vela (la que queda por fuera del barco) y más lento por la interior, por donde se hincha la vela. Al ir más rápido por el exterior, no puede empujar con tanta fuerza la vela, mientras que en la parte interior se genera una fuerza más grande contra la vela que compensa el hecho de circular más lento. Por lo tanto la vela recibe una fuerza más grande por el lado interior que es la que hace avanzar el velero.

 

De hecho, es lo mismo que pasa con un paraguas en un día de lluvia y viento cuando, todo y llevándolo plano, entra un poco de viento y notamos que el mango se nos va hacia arriba como si el paraguas se quisiera elevar solo. Pero si sólo interviniera esta fuerza, el barco se desplazaría lateralmente. Nos hace falta una fuerza que compense este abatimiento provocado por el viento. Esta fuerza la obtenemos gracias a la quilla y las orzas, que trabajan contra el agua para resistir las fuerzas laterales provocadas por el viento.

 

Sirva esta explicación para demostrar cómo es que lo que a uno le parece imposible (en este caso el que un bote de vela avance en contra del viento), bien puede no serlo y es más tener leyes (como en el ejemplo comentado físicas) que apoyan dicho fenómeno.

 

En este orden de ideas y antes de darte por vencido ante lo que pueden parecen obstáculos enormes y que parecen insalvables, toma nota de este ejemplo y más que dejarte vencer busca las formas de que incluso eso que enfrentas te sirva para impulsarte en pos de lo que te has planteado.

 

Las metas, sueños y objetivos que tengamos en nuestra vida nos marcarán el rumbo de nuestro destino, pero la fuerza para llegar a él debe provenir mayormente de nosotros mismos, así que no olvides que está bien dejarse llevar por el viento ¡pero al menos se tu quien levante las velas y dirija tu bote!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/OVAU1xmtTb0

 

 

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jueves, 5 de mayo de 2022

No hay problema si vas con la corriente... siempre que la corriente seas tú


No podemos negar en muchas ocasiones en el transcurso de nuestra vida nos enfrentaremos con fuerzas que parecerá nos llevaran por caminos que no hubiéramos pensado, lo importante de esto es que esas fuerzas o bien sean generadas por uno o en el peor de los casos al menos sean utilizadas para nuestros sueños, metas y objetivos.


Dejarse llevar por la corriente. ¿Cuántas veces hemos oído esa expresión con un sentido más crítico y de reprobación que de otra cosa? La idea subsecuente detrás de ese señalamiento generalmente tiende a mostrarlo como una dejadez de parte de quien es señalado de eso donde no hay carácter ni voluntad ante la vida y donde finalmente cuál veleta son los demás y las circunstancias quienes deciden nuestro destino.

 

Te propongo ver ese “ir con la corriente” desde otra perspectiva. Para ello permíteme presentar como ejemplo que ilustre lo siguiente. Imagínate que deseas ir de un pueblo a otro, y que entre ambos hay un río. Ante esto tienes la opción de nadar cuidando la corriente no te arrastre hacia otra parte, en este caso habría cierta resistencia de tu parte a las fuerzas que mueven el río, la otra opción, si es que la corriente va hacia tu destino, es dejarte llevar pues con ello minimizas tu esfuerzo y consigues tu meta.

 

Con ese ejemplo en mente quiero que veas como es que “dejarte llevar por la corriente” no necesariamente es malo siempre y cuando la corriente seas tú, es decir, que la corriente te sirva para el logro de tus sueños, metas y objetivos. Esto no quiere decir que no habrá lucha o esfuerzo, sino que más bien esa lucha y ese esfuerzo será estratégico y se enfocará en lo que puedes cambiar, en lo que no puedes cambiar, y en el uso racional de recursos.

 

Ser tú la corriente no necesariamente quiere decir que la fuerza de lo que pasa, sucede o acontece seas tú sino que usas todo lo que eres, lo que tienes y lo que te sucede como parte de tu proyecto de vida. Algo así como querer construir una casa, si tienes rocas usas rocas, si tienes ladrillos usas ladrillos, si tienes lodo usas lodo incluso si tienes solo madera y paja usas madera y paja pero no cesas en tu objetivo de construir una casa.

 

La idea de este pensamiento es dejar de vernos como víctimas de las circunstancias dejando los pretextos para ser y hacer de lado y responsabilizándonos de nuestro proyecto de vida con carácter para avanzar en él.

 

¿Y cómo se hace esto?, tal vez te preguntes. Mira, dada la peculiaridad de cada vida no hay una respuesta general para todos los casos, pero sí puedo decirte que el primer paso es actitudinal, es decir, no dejarte abatir por los retos o caídas, si tomar descansos y respiros cuando la lucha es fuerte pero no cesar en lo que te propongas. De ahí lo siguiente es la claridad de lo que deseas, de las acciones que requieres e incluso de las opciones ante los muros que encuentres. Por último el evaluar tus pasos, el valorar tus logros y el mirar en retrospectiva y perspectiva lo hecho y por hacer te permitirá ser y hacer de tu proyecto de vida una obra de excelencia.

 

Las fuerzas de la vida son tan poderosas que en ocasiones son factor decisivo para lo que logramos, para lo que somos y para lo que hacemos, aun así no  somos una marioneta que el destino mueva a su antojo sino que tenemos capacidades, habilidades y potencialidades para usar lo que nos acontece, así que no lo olvides no hay problema si vas con la corriente... siempre que la corriente seas tú.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

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Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/6nMIMFsrb78

 

 

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