El flujo de la vida, como si se tratara de un río, va avanzando empujando nuestra existencia más allá de lo que pudiéramos señalar como nuestros límites, pero si bien eso es parte de la dinámica natural de vivir hay otra parte que depende de cada uno de nosotros y es el de con voluntad y carácter colaborar con ello.
Ponte
por un momento a pensar en algún desempeño humano que te haya asombrado, por
ejemplo algún equilibrista caminando varios metros sobre la tierra en una
cuerda, un artista tocando en su instrumento una obra maestra, algún deportista
rompiendo e imponiendo una nueva marca, etcétera. ¿Crees que todos ellos
nacieron sabiendo hacer eso? Claro que no.
Tal
vez la pregunta y la reflexión que esto conlleva te parezca muy obvia, pero también
quiero que veas como es que, a pesar de esa obviedad, cuando de nosotros se
trata, parecería que nos erigimos como un fiscal de hierro donde simplemente
cancelamos toda posibilidad de ser, hacer y crecer al creer que no podemos
auto-limitándonos. Si no, ¿cuántas veces ante algo has dicho “no puedo”?, ¿o
más sutilmente “no creo poder?”
No
quiero con esto decir que todos seamos buenos para todo, pero que esos “no puedo”
que levantamos en nuestro desarrollo tampoco deberían de tomarse tan seriamente
como si fueran verdades. Después de todo en la mayoría de los casos tras ese
“no puedo” no está una incapacidad objetiva sino un miedo subjetivo.
Miedo
a qué, te preguntarás. Bueno, eso más bien deberías de responder tú.
Dime,
¿cuántas veces has dicho “no puedo”?, vamos, recuerda alguna y después quita
ese “no puedo” y cámbialo por uno “no quise” completando la frase. ¿Por qué fue
que no quisiste?
Muchas
veces detrás de ese “no puedo” están los miedos que como monstruos salen debajo
de la cama de nuestra vida para espantar nuestro sueño, nuestros sueños. Pero
al igual que el símil de esos monstruos de nuestra niñez la mayoría de los
casos esos miedos no tienen sustento y si bien el miedo es un mecanismo protector,
esto no debe volverse un mecanismo paralizante.
Siguiendo
con la idea que traemos, eso que en un momento no hiciste por “no poder”, a lo
cual ya le cambiaste el “no puedo” por un “no quise” continua completando la
expresión con “no quise pues tuve miedo de…”. ¿Miedo de qué?
Revisa
bien tus justificaciones y trata de encontrar ese miedo, ¿por qué? porque si hay
algo que tenga miedo son precisamente los miedos y cuando se les ve fijamente
¡salen corriendo! Así es: salen corriendo.
Haz
el intento con algo que te creas “no poder” detrás de lo cual se oculte más bien
un “no quiero pues me da miedo…”, descúbrelo y trae esa justificación sustentada
en el miedo a la luz y verás cómo literalmente saldrá corriendo permitiéndote
que entonces sí, sin el miedo inventado, tomes una decisión libre sobre lo que
desees lograr.
Lo
que somos, o más bien, lo que podemos ser, no está limitado más que por lo que
nosotros mismos decretemos, en ese sentido trata de que los límites estén día con
día siendo empujados más y más hacia adelante en tu andar, después de todo
nunca sabrás de lo que eres capaz hasta que lo intentes.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/81iuznSz2W0
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