jueves, 20 de enero de 2022

Las grandes conquistas de la vida están reservadas para los espíritus temerarios


 Todos tenemos sueños, metas y objetivos en nuestra vida, algunos son de una cotidianeidad casi rutinaria mientras que otros prácticamente definen lo que somos y lo que tenemos, éstos últimos tienen la característica de que mientras mayores son mayores riesgos implican y por lo tanto solo son accesibles para quienes se animan a conseguirlos.

 

Un ejercicio para iniciar esta reflexión. Un ejercicio sencillo que desarrollo en mis talleres y que te pido te lo imagines siguiéndolo mentalmente. Primero acomodo mesas, sillas y cestos de basura de manera dispersa en un espacio donde me encuentro y le pido a alguno de los asistentes que trate de caminar a través y alrededor de ellos. En esta primera parte del ejercicio la persona que aceptó camina con mucha naturalidad entre esos obstáculos. Una vez terminado el recorrido inicial le vendo los ojos, le indico que los muebles han sido cambiados de lugar y le pido vuelva a caminar entre ellos. Obvio que en esta segunda parte el recorrido lo hace mucho muy lento, casi a tientas, con mucho cuidado. ¿Cuál de los dos recorrido se parece más a nuestra vida?

 

Tu podrás tener tu respuesta, la mía es que el segundo recorrido se parece más a nuestra vida, ¿por qué? pues porque simple y sencillamente no sabemos lo que cada año, cada mes, cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo nos depara. Analiza esto en función de la manera en que cada quien va por la vida y verás cómo es que no son tantos los obstáculos que enfrentaremos los que hacen mella en nuestro andar sino la expectativa que de ellos tenemos.

 

Ahora bien, el ejercicio anterior no termina. La misma persona, aún con los ojos vendados, le pido de nuevo haga el recorrido. De nuevo muevo los muebles pero ahora le pido se quite los zapatos. Haciendo un ruido con piedras que vacío en un recipiente de cristal le digo que he puesto ahora vidrios en algunas partes del suelo por lo que le pido ande con cuidado. ¿Resultado? La persona simplemente no se mueve. Y tiene razón en no moverse pues en su mente está la idea del riesgo de pisar los vidrios. En eso le pido se quite la venda y vea que no hay tales vidrios, aunque así lo haya creído.

 

¿Conclusión? El futuro es incierto, de la misma forma del ejercicio anterior, cada paso que damos es un salto al vacío, no sabemos que hay más allá del ahora. Lo que podemos intuir por experiencia es que nos enfrentaremos a retos, a obstáculos, eso sí podemos decir que pasará con seguridad, pero el problema no es eso sino los “vidrios”, como en el ejercicio, que imaginamos están en nuestro camino, es decir, la magnitud que le damos a esos problemas que enfrentamos que pueden hacer, si se sacan de toda proporción, que quedemos paralizados en nuestro andar.

 

Quiero aclarar que no se trata de avanzar sin mayores consideraciones por la vida tomando riesgos sin siquiera valorarlos, no funcionamos así, para eso tenemos mente pero también tenemos corazón para crecernos al castigo, como se dice, y avanzar a pesar de los riesgos que ello implica ya que por la propia naturaleza de los sueños, metas y objetivos que nos propongamos, mientras más grandes sean éstos mayores serán los riesgos y mayor el sentido natural de protección que nos mueva a no arriesgarnos.

 

“No hay mayor riesgo que el hecho de no arriesgarnos”, dijo alguien por ahí, y tiene razón. Nuestra vida es un breve interludio consiente donde lo que hagamos o lo que no quedará para siempre, así que con esto en mente no olvides que las grandes conquistas de la vida están reservadas para los espíritus temerarios.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/dpT_mvpu8Mk

 

 

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