Todos tenemos sueños, metas y objetivos en nuestra vida, algunos son de una cotidianeidad casi rutinaria mientras que otros prácticamente definen lo que somos y lo que tenemos, éstos últimos tienen la característica de que mientras mayores son mayores riesgos implican y por lo tanto solo son accesibles para quienes se animan a conseguirlos.
Un
ejercicio para iniciar esta reflexión. Un ejercicio sencillo que desarrollo en
mis talleres y que te pido te lo imagines siguiéndolo mentalmente. Primero
acomodo mesas, sillas y cestos de basura de manera dispersa en un espacio donde
me encuentro y le pido a alguno de los asistentes que trate de caminar a través
y alrededor de ellos. En esta primera parte del ejercicio la persona que aceptó
camina con mucha naturalidad entre esos obstáculos. Una vez terminado el recorrido
inicial le vendo los ojos, le indico que los muebles han sido cambiados de lugar
y le pido vuelva a caminar entre ellos. Obvio que en esta segunda parte el recorrido
lo hace mucho muy lento, casi a tientas, con mucho cuidado. ¿Cuál de los dos
recorrido se parece más a nuestra vida?
Tu
podrás tener tu respuesta, la mía es que el segundo recorrido se parece más a nuestra
vida, ¿por qué? pues porque simple y sencillamente no sabemos lo que cada año,
cada mes, cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo nos depara. Analiza
esto en función de la manera en que cada quien va por la vida y verás cómo es
que no son tantos los obstáculos que enfrentaremos los que hacen mella en
nuestro andar sino la expectativa que de ellos tenemos.
Ahora
bien, el ejercicio anterior no termina. La misma persona, aún con los ojos vendados,
le pido de nuevo haga el recorrido. De nuevo muevo los muebles pero ahora le
pido se quite los zapatos. Haciendo un ruido con piedras que vacío en un recipiente
de cristal le digo que he puesto ahora vidrios en algunas partes del suelo por
lo que le pido ande con cuidado. ¿Resultado? La persona simplemente no se
mueve. Y tiene razón en no moverse pues en su mente está la idea del riesgo de
pisar los vidrios. En eso le pido se quite la venda y vea que no hay tales vidrios,
aunque así lo haya creído.
¿Conclusión?
El futuro es incierto, de la misma forma del ejercicio anterior, cada paso que
damos es un salto al vacío, no sabemos que hay más allá del ahora. Lo que
podemos intuir por experiencia es que nos enfrentaremos a retos, a obstáculos,
eso sí podemos decir que pasará con seguridad, pero el problema no es eso sino
los “vidrios”, como en el ejercicio, que imaginamos están en nuestro camino, es
decir, la magnitud que le damos a esos problemas que enfrentamos que pueden
hacer, si se sacan de toda proporción, que quedemos paralizados en nuestro
andar.
Quiero
aclarar que no se trata de avanzar sin mayores consideraciones por la vida tomando
riesgos sin siquiera valorarlos, no funcionamos así, para eso tenemos mente
pero también tenemos corazón para crecernos al castigo, como se dice, y avanzar
a pesar de los riesgos que ello implica ya que por la propia naturaleza de los
sueños, metas y objetivos que nos propongamos, mientras más grandes sean éstos
mayores serán los riesgos y mayor el sentido natural de protección que nos mueva
a no arriesgarnos.
“No
hay mayor riesgo que el hecho de no arriesgarnos”, dijo alguien por ahí, y tiene
razón. Nuestra vida es un breve interludio consiente donde lo que hagamos o lo
que no quedará para siempre, así que con esto en mente no olvides que las grandes
conquistas de la vida están reservadas para los espíritus temerarios.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/dpT_mvpu8Mk
También puede descargarse gratis el libro “Cosas
nuevas y cosas viejas -Temas de estudio de los cuales uno nunca deja de
aprender- Libro 2”, desde www.rocefi.com.mx (Menú
“Libros” Sección “e-book gratis”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario