Un líder por definición es un buscador nato de la excelencia, alguien que desea hacer las cosas mejor, alguien que desea ser mejor, y alguien que quiere que ambos deseos permeen e incidan en la vida de los demás, esta búsqueda de la excelencia debe llevarla a cabo con la maestría de contener la pasión que lo mueve para que ésta no se desborde y lo arrastre y al mismo tiempo incendiar el corazón de sus seguidores para moveros hacia mejores estados de desarrollo.
Cuando
uno ve un líder, oye hablar de un líder, lee acerca de un líder, en ocasiones
se viene a la mente la imagen de alguien casi casi desbocado en el sentido de
que la fuerza y energía que lo mueven fluye aparentemente sin control generando
por eso esa impresión de liderazgo. Si bien esto puede ser así los verdaderos
líderes saben que deben contener sus impulsos para poder encauzar esa energía
en acciones constructivas.
Si
solo bastara dejar salir esa energía que todos tenemos dentro la cosa del liderazgo
fuera mucho más sencilla pues solo implicaría eliminar las restricciones sociales
o conductuales que impiden que esa fuerza surja y fluya. Pero esto no es tan
sencillo. La misma cuestión del liderazgo, del buen liderazgo, del liderazgo productivo,
eficiente, eficaz, estriba en que esa fuerza es guiada, es direccionada, lo
cual implica que es contenida para que no se desborde.
Imaginemos
un canal de aguas. Si éste es encauzado, incluso en época de lluvias contenido
con bordos, termina siendo de extrema utilidad para encauzar el agua incluso
para proteger las tierras que atraviesa. Pero si ese canal es descuidado y las
aguas terminan por desbordarse, no solo pierde su utilidad en lo que al uso del
agua se refiere sino incluso puede ocasionar daños a las tierras que por este hecho
terminen anegadas. Igual el liderazgo. El liderazgo requiere esa contención para
encauzar estratégicamente sus acciones en el logro de las metas y objetivos, tanto
personales como grupales.
Pero
por otro lado está la cuestión de los seguidores. Dada la definición inicial de
que el líder está en constante búsqueda de la excelencia, eso implica que constantemente
se está moviendo hacia lo desconocido, hacia otros terrenos que no han sido
explorados y de los cuales no se sabe que pueda esperarse. Ante esto la
reacción natural de cualquier persona es el miedo, o si queremos mencionarlo de
otra forma que no tenga una connotación tan negativa: la precaución. Pero en
cualquier caso implica ese equilibrio entre donde estamos y donde podemos estar
que tiende más a bien a tratar de mantener las cosas como son, como se conocen,
dado que eso da más tranquilidad que lo desconocido.
Independientemente
del nivel al que llegue ese miedo, temor o precaución, el líder debe motivar a
sus seguidores para que por ellos mismos rompan esa inercia y se embarquen en
la aventura que implica partir hacia mejores estados de desarrollo.
Es
por eso que el líder busca con sus seguidores liberarlos. Liberarlos de sus temores,
liberarlos de sus dudas, liberarlos de sus inquietudes, no con un ánimo de
impericia donde hay acción sin reflexión, sino con un ánimo de decisión en los pasos
que se dan teniendo la vista fija en lo que se desea obtener.
El
liderazgo no solo es hacer, sino también reflexionar, y no solo es reflexionar sino
también hacer, y en ese juego irse formando y formando a los demás como personas
completas y totales, así que no olvides que el camino a la excelencia tiene dos
condicionantes: controlarse a uno mismo y liberar a los demás.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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