Sin
duda alguna que una de las pruebas más difíciles que como personas podemos experimentar
es cuando nos enfrentamos a los tropiezos y caídas que relacionamos con el
fracaso, pero de la misma forma podemos tener la sabiduría para ver y entender
que una caída no implica el final de nuestro caminar.
En
una ocasión en un taller de liderazgo pregunté que si cuántos de los que estaban
ahí habían experimentado alguna caída en su vida, algún tropezón en el andar
hacia sus metas y objetivos, obvio que todos levantaron la mano; luego pregunté
que dado que veía a todos ahí era más que obvio que su vida no había terminado
¿qué fue lo que sucedió?, respuestas más respuestas menos contestaron que
habían seguido adelante. Ese es el resumen de todos los cursos de motivación,
liderazgo y emprendedurismo a los que puedan ir, les señalé.
A
veces estamos tan enfrascados en nuestros problemas que necesitamos que alguien
externo a ellos y a nuestra vida nos diga cosas que pueden parecer obvias pero
que de otra forma no veríamos. Es como el que se está ahogando, en ocasiones
requerirá que otra persona se lance al agua a sacarlo pues en su misma
desesperación es capaz de ahogarse pues no piensa en ese momento ni mucho menos
coordina sus movimientos.
Va
este comentario porque me doy cuenta que en muchas ocasiones las respuestas de
la vida son extremadamente obvias y sencillas, pero el camino para llegar a
ellas puede ser largo y extenuante. Este de seguir nuestro andar a pesar de las
caídas es una de esas respuestas.
En
los cursos que doy me extiendo mucho más sobre este tema hasta que queda claro
pues me he dado cuenta que el énfasis motivacional también puede confundir a
las personas al hacerles creer que casi casi deben ser ajenos a los problemas
que enfrentan, lo cual no es así. En esos eventos dejo muy claro que está bien
detenernos un poco, llorar, deprimirnos, descansar en otras palabras, pero no
ver la caída como el final de nuestro andar y entender que una vez renovado las
fuerzas debemos volver a la lucha.
Este
punto medio es el que me gusta resaltar: ni dejarse derrotar por las caídas, pero
tampoco pensar que no podemos detenernos un poco para descansar cuando
enfrentemos una. El otro punto es sustentar mis argumentos con las vivencias
personales de cada uno, por eso la pregunta de las caídas que se han experimentado
y el seguir andando que se ha practicado.
Tú
no estás en un evento como ese pero sí lees esto y puedes hacer las reflexiones
anteriores. Piensa en un momento de vida oscuro, difícil, un momento en el que
experimentaste una caída de la cual pensaste nunca recuperarte.
Incluso
puede ser que en efecto esa caída implicara el no seguir en pos de tal proyecto.
Pero date cuenta como la vida siguió y tú con ella y cómo es que llegaste a
donde ahora estas con mayor fuerza, carácter y entereza.
Ese
carácter, fuerza y entereza se refleja en el hecho de que tu vida siguió y tú con
ella y de que fuiste capaz de hallar una salida a aquel problema que experimentaste.
¿Y la meta? Bien pudiste seguir en pos de ella o tal vez no. Hay metas que no
están ahí para nosotros. La cuestión es seguir avanzando. ¿Y cómo sé si una
meta estaba ahí para mí o no? sencillo: si a pesar de que ha pasado el tiempo
sigue ese fuego interno relacionado con la meta consumiéndote entonces es algo
que debes seguir procurando, si no tal vez sea mejor que sigas con tu vida, ya
vendrán más retos y por ende logros.
La
vida está llena de éxitos y fracasos, éxitos y fracasos que no nos definen como
personas pero que sí podemos usarlos como peldaños en esa escalera de vida que
usamos para llegar a ser más y mejores, así que no lo olvides creer que perder
una batalla es perder la guerra es tener una visión de muy corto plazo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este
artículo puede verse en video en https://youtu.be/h3yCjYUIi0o
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de ella pueblo mío - 3ª advertencia: Prácticas-”, desde www.rocefi.com.mx (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)