jueves, 19 de noviembre de 2020

Recuerda: ecuanimidad en las caídas y ecuanimidad en los triunfos


 

El tren que hemos abordado y que nos lleva camino hacia la excelencia pasa por muchas estaciones, algunas, que son los triunfos que experimentamos, son en extremo agradables, otras, que son los fracasos que experimentamos, son por el contario desagradables, podemos bajarnos del tren, recorrerlas, gozarlas o sufrirlas, pero no quedarnos en ellas pues nuestro destino está más allá.

 

Vamos iniciando este tema con un pequeño ejercicio. Piensa en una situación de euforia relacionada con algún evento que te trajo mucho gozo y felicidad por algún logro que obtuviste, ahora piensa en un evento completamente opuesto donde lo que prevalecía era un ánimo de tristeza y depresión por alguna derrota experimentada. Te pregunto ¿dónde quedaron esos sentimientos tan fuertes que en su momento experimentaste? Así es: simplemente se han ido.

 

Los sentimientos que experimentamos son como olas que rompen en la playa de nuestra vida, algunas veces esas olas son limpias, frescas y cristalinas y otras son aguas sucias, turbias y enrarecidas. En muchas ocasiones no podemos controlar eso, pero sí podemos no aferrarnos a ello como para tratar de definir nuestra vida con base en un momento específico de la misma.

 

¿Has tratado alguna vez de aferrarte a una ola? Es imposible, ¿verdad? El símil anterior de los sentimientos que como olas golpean la playa de nuestra vida nos lleva a concluir que, al igual que la ola real que tratamos de apresar, estos deben ser dejados para que completen su ciclo, se retiren y nos permitan seguir avanzando en el nuestro camino.

 

Ecuanimidad. No podemos controlar nuestra vida para cuidar estos aspectos que llegan a ella, pero no importa ya que la cuestión no es controlarlos sino vivirlos y seguir adelante. Los triunfos y fracasos forman parte de tu camino, son como las pisadas que te van desarrollando como persona, pero los mismos no son el destino de tu viaje, solo son una estación en ese recorrido. Los grandes éxitos que obtengas en la vida, esos logros que desborden tu corazón de alegría, deben ser disfrutados, eso sí, pero nunca con el espíritu de hacerte perder el piso. De la misma forma las derrotas que experimentes, con los sentimientos negativos que llevan aparejado, no debe llevarte a tirar todo por la borda con la finalidad de entregarte a una autocompasión por lo sufrido.

 

Toma con serenidad ambos puntos y en el medio de los mismos podrás encontrarte con tu propia persona. Esa persona no es esos estados extremos de alegría y tristeza relacionados con tus éxitos y tus fracasos, tampoco esta persona es definida por esos estados, por el contrario, esta persona, tu verdadero yo, puede experimentar y, mejor aún, aquilatar lo que cada triunfo y fracaso trae a la playa de su vida.

 

Bueno, pero ¿qué es ecuanimidad y cómo se logra? Ecuanimidad, como la expongo en este tema es no aferrarte a esos estados de ánimo que vienen con los triunfos y fracasos, ¿cómo se logra? No hay una fórmula mágica para ello pero el darte cuenta de esto ya es el primer paso, el segundo es permitir que los estados de ánimo vengan y vayan a tu vida y nunca detenerte en ellos como algo definitivo.

 

El camino de tu vida, cual sendero que recorra valles y montañas, experimentará subidas y bajadas que te irán convirtiendo en el ser de excelencia que estás llamado a ser, así que recuerda: ecuanimidad en las caídas y ecuanimidad en los triunfos.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/RsZ1vm13VT4

 

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