El
ser humano es un ente social, desde que nacemos y hasta el final de nuestros
días estamos rodeados por personas que interactúan con nosotros y que en muchos
casos llegan a formar parte de nuestra vida, con todo y ello, la
responsabilidad última de nuestro andar recae siempre en nosotros.
Es
un hecho que a todos nos gusta estar acompañados. Este acompañamiento puede ser
físico pero nuestra mayor necesidad es emocional e intelectual. Cuando decimos
acompañamiento emocional e intelectual nos estamos refiriendo a esa necesidad
de ser aceptados e incluso reconocidos en nuestros pensamientos y en nuestras
emociones. De manera natural tenemos en nosotros esa necesidad de aceptación
que nos impele a buscar en los demás una aprobación con nuestro actuar.
Esto
es entendible ya que una manera en que la sociedad se protege y nos protege es
precisamente validando o sancionando socialmente el actuar de cada uno de sus
individuos. Ahora bien, aunque esto es entendible, hay que tener sumo cuidado
en no supeditar a la opinión ajena nuestras decisiones como si la finalidad de
las mismas fuera el conseguir esa aprobación que tanto se desea. La finalidad última
de todo lo que somos y hacemos debe estar en función precisamente de nuestra
plena realización.
Si
lo anterior conlleva enfrentarnos al dilema de hacer lo que consideramos es lo mejor
para nosotros o bien lo que los demás nos digan, en nosotros estará la decisión
y sea la que sea no podremos adjudicarles a los demás la responsabilidad de la
misma.
Pero
también esta otro punto negativo para nuestro desarrollo donde no solo se espera
la aprobación de lo que hacemos por parte de los demás sino incluso se espera
que sean ellos los que nos digan que hacer y prácticamente decidan sobre nuestra
vida.
Creo
que todos debemos de conocer a alguna persona que siempre espera que sean otros
los que con sus guías y consejos le señalen el camino que debe de seguir, esta
actitud aún es peor que la anterior pues busca poner en otros las riendas de la
vida de cada quien.
En
ambos casos, sobre todo en este último, si bien es sumamente cómodo el traspasar
la responsabilidad de las decisiones que se tomen a los demás, no deja también
de ser trágico en el sentido que dejamos que otros decidan, que otros vivan
nuestra vida, pero peor aún: en ocasiones ni siquiera llegan a buen puerto en
cuanto las decisiones que se tomen.
Ojo,
no estoy abogando por no considerar todas las voces que puedan darnos luz sobre
alguna decisión, dice un dicho que dos cabezas piensan mejor que una y es verdad,
claro que puede uno preguntar, inquirir, buscar consejo, pero también hay que
tener claro que eso será simplemente para poder tener más elementos de decisión,
pero la decisión siempre será nuestra.
No
creo que alguno de nosotros permitiera que otra persona usara su cepillo de dientes,
pues más importante que el cepillo de dientes es nuestra propia vida como para
esperar que otros validen favorablemente todo lo que hacemos o peor aún sean
ellos quienes tomen nuestras decisiones, después de todo en la vida, los demás
te podrán acompañar, pero eres tu quien debe caminar.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/PsUgu8vC_g4
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