Un
principio de la física señala que a cada acción corresponde una reacción, este
principio también es aplicable en nuestra vida cotidiana donde nuestras
intenciones, por más nobles y elevadas que sean, requieren de nuestra acción
para convertirse en algo tangible.
En
una ocasión, en un receso en un taller que estaba dando, uno de los participantes
señalaba que ciertos logros de ciertas personas en realidad no tenían mucho
mérito pues eran cosas que cualquiera pudo en su momento haber hecho, y tenía
razón, pero no veía la película completa, por lo que mi comentario fue ese, que
tenía razón, pero que las personas que habían logrado esto o lo otro tenían una
cosa que los diferenciaba de los demás: habían puesto acción a sus ideas.
En
muchas ocasiones podemos ver pequeños, medianos o grandes logros y preguntarnos
¿por qué no lo hice yo? La respuesta es como la que le di a esa persona que
criticaba logros ajenos: porque para que algo se lleve a cabo tenemos nosotros
mismos que realizarlo.
Cuando
platico de esto me gusta ver desde otra óptica el proceso de realizar lo que
deseamos, yo lo llamó la óptica creacionista. A diferencia de los animales que actúan
por instinto, los humanos tenemos imaginación, creatividad y pensamiento que
nos permite crear ideas en lo abstracto y después trabajar para hacerlas realidad.
Este es un proceso netamente creacionista, usando con toda intención y connotación
esa palabra, pues nos caracteriza con un potencial de convertir las intenciones
en acciones y lo intangible en tangible.
Cada
acto que realizas, por más cotidiano que te parezca, es un reflejo de ese enorme
poder creador que tienes. Piensa en lo que sea, desde prepararte la comida
hasta realizar un proyecto, todo en ello implica ideación y realización, y en medio
de esto estamos nosotros como creadores.
Ahora
bien, se entiende que hay de metas a metas y de sueños a sueños. Hay algunas
metas y algunos sueños fáciles de hacer y lograr y algunos difíciles y complicados,
pero la cuestión no está en lo fácil o difícil que puedan ser sino en la capacidad
que tenemos de sobreponernos a los retos para hacer que nuestra voluntad salga
avante. Incluso en aquellas empresas donde no logremos lo deseado, el solo
hecho de dinamizar nuestra voluntad nos va habilitando cada vez más para
mayores capacidades creadoras y en ese sentido nos va permitiendo ser cada vez
más dueños de nosotros mismos y de nuestro destino.
Por
último, no podemos dejar de mencionar la responsabilidad que existe cuando se
expresan ideas de cómo deberían hacerse las cosas, ya que ello implica una responsabilidad
para quien habla: demostrar sus acciones encaminadas a hacer lo que dice
debería hacerse.
No
estamos aquí solo para esperar que nuestros sueños y metas se hagan realidad o
para decir cómo deben hacerse las cosas, estamos aquí para ser partícipes de
los cambios que deseamos, después de todo: opiniones sin acciones son solo
buenas intenciones.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/k1vJW54PV0U
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lo natural, luego lo espiritual -Leyes mosaicas: Sombras de lo venidero –
Volumen 1”, desde www.rocefi.com.mx (Menú
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