viernes, 7 de agosto de 2020

Detener tu andar no mantiene la distancia entre tú y tus sueños sino que la incrementa

En muchas ocasiones usamos la imagen del andar o el caminar para referirnos a nuestro paso por esta vida, pero contrariamente al andar o caminar real, si nos detenemos en la vida no solo no avanzamos, sino que curiosamente retrocedemos.

 

En otras ocasiones he comentado la necesidad de detener nuestro andar por la vida cuando nos sentimos cansados con la finalidad de retomarlo una vez recuperadas nuestras fuerzas, esta sugerencia reconoce el hecho de que como personas nos cansamos y que lo más saludable física, emocional, intelectual e incluso espiritualmente hablando es recuperarnos para retomar nuestro paso.

 

Eso, que es algo eminentemente práctico, no implica el detenernos definitivamente en nuestro camino a nuestras metas, sueños y objetivos; tampoco implica el diferir el seguir nuestro andar aún y cuando nuestras fuerzas se hayan recuperado solo por desidia o comodidad; implica recobrar las energías para seguir luchando por ellos.

 

Cuando hablo de esto me gusta hacer una comparación entre lo que es la vida física y lo que es nuestra vida personal, una comparación que muestra cuán diferente es una cosa de la otra. Identifica dos puntos A y B distantes entre sí geográficamente, imagina ahora que partes del A al B y que avanzas lo que quieras pero en un punto intermedio te detienes; suponiendo que sabes la distancia que te separa desde donde te detuviste y hasta el punto B, imagina te mantienes ahí por el tiempo, el que quieras, te pregunto ¿si pasa un día la distancia será mayor? ¿y qué tal si pasa un mes, un año o diez años? Obvio que la distancia entre dos puntos en el mundo físico no se incrementa por el tiempo que transcurra.

 

Ahora veamos otro ejemplo. Supón que quieres mejorar tu nivel de dominio de un idioma y comienzas a estudiarlo con mucho ímpetu, pero a los años, ya que has alcanzado cierto nivel dejas el estudio y la práctica, ¿qué pasaría con tu conocimiento del idioma si pasan uno, dos, tres, cinco o diez años? Es lógico suponer que perderías mucho de lo aprendido, pero en caso extremo ¿pudieras llegar al mismo punto en que comenzaste o a un punto inferior a este?

 

Yo sostengo que podrías llegar a un punto inferior, ¿cómo es esto? Sencillo: el idioma sigue avanzando, hay nuevos modismos que se incorporan como parte de la cultura por lo que al paso del tiempo no solo habrás perdido lo logrado sino que será más lo que desconozcas.

 

Eso mismo podemos decir de otros aspectos de la vida tanto en su forma profesional, social, cultural, política, religiosa y demás: todo sigue avanzando, la sociedad y la vida misma se mueven, así que en el caso de la vida, a diferencia que en el mundo físico, el detenerte incrementa la brecha entre tu persona y lo que deseas.

 

¿Nunca lo habías pensado así? Yo conozco mucha gente que cree que puede dejar lo que quiere y que de la misma forma cuando quiera puede retomar su lucha por ello como si las cosas se quedaran estáticas en los puntos donde las dejó, esperando solo a que sean retomadas para continuar de la misma forma que antes.

 

La vida no es una película que uno puede detener y que puede retomar donde se quedó en el momento que uno lo desee. El creer eso hace que en muchas ocasiones nos encontremos personas que se quejan de que la vida “se les fue” sin  saber cómo y, lo que es peor aún, sin lograr (o al menos intentar lograr) lo que querían.

 

No creas que el dejar de trabajar por lo que queremos dejará las cosas estáticas para cuando quieras retomar la lucha, como dice una frase “el martes no le pide permiso al lunes para llegar”, más bien ten en mente que detener tu andar no mantiene la distancia entre tú y tus sueños sino que la incrementa.

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/afqrcNAwmw4

 

 

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