viernes, 6 de diciembre de 2019

Llegar a tus metas te hace exitoso, pero además ayudar que otros lleguen a las suyas te hace trascendente




El caminar por la vida exige un esfuerzo considerable; los retos, las caídas, los problemas que uno enfrenta requieren en ocasiones no solo de toda nuestra energía sino incluso un cambio en nuestra persona, si a esto le sumamos las manos de otros que se extienden buscando ayuda para conseguir sus metas nos daremos cuenta que ser líder es un esfuerzo que nos trasciende.

Toda persona, desde el momento mismo de tomar conciencia de ello, emprende a voluntad un camino lleno de sueños, deseos, y metas. Este camino está lleno de obstáculos que tienen la finalidad, no de desanimar a quien lo transita, sino de habilitarlo para cada vez mayores empresas.

Esta habilitación a veces tarda un poco más de tiempo y en ocasiones puede frustrarse si quien se enfrenta a los problemas se deja abatir por ellos. Independientemente la vida seguirá su curso y nos dará una y otra vez la oportunidad de demostrarle y demostrarnos de lo que somos capaces.

Y es en este demostrar y demostrarnos de lo que somos capaces donde se obra el  milagro.  El milagro de llegar a ser más de lo que creíamos, esperábamos o siquiera intuíamos. El milagro de terminar el camino completamente diferentes a como lo empezamos pero siendo los mismos. El milagro de convertir alquímicamente los más grandes momentos de oscuridad en una luz radiante. Pero tal vez el milagro más grande sea el de darnos cuenta que, aún muchas veces en nuestra miseria, somos capaces de ayudar, apoyar, soportar y enriquecer la vida de los demás.

La reflexión anterior a veces puede parecer demasiado optimista, sobre todo por el último párrafo expresado, así me pasó una vez cuando pregunte en un taller de motivación que si quienes de los que estaban ahí presentes creían que podían ser luz y faro para los demás, no sé si por falsa humildad o de plano por no creerlo, ¡nadie levantó la mano! Viendo eso mi pregunta siguiente fue que si quien creía que un empleado bancario, aunque ganara el mínimo, podría otorgarles un prestamos por miles de pesos, todos levantaron la mano. Luego entonces, les dije, si alguien sin un solo peso puede dar tanto dinero, ellos con tanto a su favor –salud, trabajo, familia, amigos, ¡sueños!- como no iban a poder dar mucho más.

¿Qué el símil no es lo mismo? Claro que sí: el empleado bancario dispone de dinero que no es suyo pero que puede administrar, nosotros disponemos de dones que no son nuestros, en el sentido de haberlos diseñado o creados, pero que sí podemos administrar, y en esa administración tender lazos hacia los demás que nos permitan una dinámica de apoyo mutuo y superación.

¿Te parece, como hemos comentado en párrafos anteriores, milagroso esa transformación que experimentas en tu andar? ¡Ahora imagínate que tú mismo seas parte de la causa de la transformación de otros! Que los ayudes, orientes, y apoyes.  Lo mejor de todo: que no necesites hacer algo extraordinario sino vivir tu vida con congruencia, carácter y rectitud.

La verdadera maravilla de la vida es que siempre detrás de lo ordinario se esconde algo extraordinario y de lo rutinario algo asombroso, y que tú puedes llegar a ser más de lo que creías ser e incluso ayudar a otros a brillar, y no olvides: llegar a tus metas te hace exitoso, pero además ayudar que otros lleguen a las suyas te hace trascendente.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en https://youtu.be/ly9pam35DiI

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