viernes, 8 de febrero de 2019

Para correr, primero gatear; para volar, primero soñar



Ninguno de nosotros nacemos sabiendo que hacer con esto que se nos ha dado y que llamamos vida, pero en el interludio consciente que se nos ha entregado podemos ir descubriendo la manera de cómo vivirla cada vez de manera más plena, completa, total y trascendente.

Seguramente en algún momento de tu vida, viendo los logros que alguien hubiese conseguido, te has preguntado cómo pudo hacerle. Esa pregunta surge de manera natural y espontánea pues lo único que aparece ante nuestra vista es precisamente lo conseguido, más no el andar para alcanzarlo.

El símil de caminar en la vida es idóneo para representar el logro de cualquier cosa que uno pueda conseguir en ella ya que, tanto en uno como en otro, son muchos los pasos que han de darse para alcanzar lo que uno desea.

Pero de igual forma, y siguiendo con el mismo símil, esos pasos iniciaron con uno, el primero, el que detonó todo lo que a continuación vino y que permitió la consecución de lo perseguido. De igual forma, y siguiendo con el mismo símil, ese primer paso si bien es incipiente, tal vez incluso hasta titubeante, es el que sin el cual los demás no tienen ni siquiera razón de existir.

Todo sueño inicia como un anhelo, a veces difuso, vago, que va cobrando claridad conforme uno piensa más y más en él, ese sueño es el que nos llama a remontarnos sobre las nubes dejando atrás los obstáculos que en el camino pudiéramos encontrar con el único fin de conseguir lo que anhelamos.

Pero para llegar a ese punto donde el volar es la imagen que pudiéramos elegir para el dinamismo que deseamos imprimir en nuestra vida, debemos comenzar por ese primer paso que nos impulse a caminar en pos de nuestras metas y objetivos.

Ese paso, al igual que el inicio difuso y vago de nuestro sueño, puede ser titubeante, inseguro, pero conforme avancemos en nuestro andar nuestros pasos tenderán a hacerse más decididos, más determinados.

El problema es que así como el volar requiere un sueño inicial, así ese andar requiere un paso inicial. Ese paso inicial a veces cuesta, incluso si seguimos con el símil del andar pudiéramos decir que ni siquiera podríamos llamarlo paso, tal vez incluso sea más bien como andar a gatas, como un bebe que comienza a desplazarse, pero si no lo hacemos no podremos llegar luego a caminar y por ultimo a correr.

Todo en la vida parte de un comienzo incipiente, todo, incluso los más grande logros que la humanidad, de manera general, o cada uno de nosotros, de manera personal, pueda alcanzar, así que ya lo sabes: Para correr, primero gatear; para volar, primero soñar.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/OL-YVanGXnI

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