Ninguno de nosotros nacemos sabiendo que hacer con esto
que se nos ha dado y que llamamos vida, pero en el interludio consciente que se
nos ha entregado podemos ir descubriendo la manera de cómo vivirla cada vez de
manera más plena, completa, total y trascendente.
Seguramente en algún momento de tu vida, viendo los
logros que alguien hubiese conseguido, te has preguntado cómo pudo hacerle. Esa
pregunta surge de manera natural y espontánea pues lo único que aparece ante
nuestra vista es precisamente lo conseguido, más no el andar para alcanzarlo.
El símil de caminar en la vida es idóneo para representar
el logro de cualquier cosa que uno pueda conseguir en ella ya que, tanto en uno
como en otro, son muchos los pasos que han de darse para alcanzar lo que uno
desea.
Pero de igual forma, y siguiendo con el mismo símil, esos
pasos iniciaron con uno, el primero, el que detonó todo lo que a continuación
vino y que permitió la consecución de lo perseguido. De igual forma, y
siguiendo con el mismo símil, ese primer paso si bien es incipiente, tal vez
incluso hasta titubeante, es el que sin el cual los demás no tienen ni siquiera
razón de existir.
Todo sueño inicia como un anhelo, a veces difuso, vago,
que va cobrando claridad conforme uno piensa más y más en él, ese sueño es el
que nos llama a remontarnos sobre las nubes dejando atrás los obstáculos que en
el camino pudiéramos encontrar con el único fin de conseguir lo que anhelamos.
Pero para llegar a ese punto donde el volar es la imagen
que pudiéramos elegir para el dinamismo que deseamos imprimir en nuestra vida,
debemos comenzar por ese primer paso que nos impulse a caminar en pos de
nuestras metas y objetivos.
Ese paso, al igual que el inicio difuso y vago de nuestro
sueño, puede ser titubeante, inseguro, pero conforme avancemos en nuestro andar
nuestros pasos tenderán a hacerse más decididos, más determinados.
El problema es que así como el volar requiere un sueño
inicial, así ese andar requiere un paso inicial. Ese paso inicial a veces
cuesta, incluso si seguimos con el símil del andar pudiéramos decir que ni
siquiera podríamos llamarlo paso, tal vez incluso sea más bien como andar a
gatas, como un bebe que comienza a desplazarse, pero si no lo hacemos no
podremos llegar luego a caminar y por ultimo a correr.
Todo en la vida parte de un comienzo incipiente, todo,
incluso los más grande logros que la humanidad, de manera general, o cada uno
de nosotros, de manera personal, pueda alcanzar, así que ya lo sabes: Para
correr, primero gatear; para volar, primero soñar.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
puede verse en video en https://youtu.be/OL-YVanGXnI
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