En nuestro andar por la vida no podemos menos que
reconocer que en muchas ocasiones hay circunstancias externas que exceden al
control que sobre lo que somos o hacemos podemos conferirnos, sin pretender con
esto disminuir la responsabilidad que sobre nuestra vida tenemos, reconociendo
esto, podemos ver la manera en que seguimos avanzando sin renunciar a nuestros
sueños.
Si todo lo que queremos lograr pudiera lograrse tal y
como lo queremos, es cierto que pudiéramos reconocernos como exitosos, pero tal
vez la parte de nuestro desarrollo personal quedara trunca, ¿por qué?, porque
ese éxito no estaría aderezado de la madurez en el carácter que generan las contrariedades que ante la
vida experimentamos.
Si pensamos en todo aquello que hemos querido lograr en
la vida, veremos tres grandes grupos: aquellas cosas que sí logramos y no solo
eso sino que logramos como nos lo propusimos tanto en el proceso como en el
resultado, aquellas cosas que sí logramos aunque no como nos lo propusimos ni
en el proceso ni en el resultado, y aquellas cosas que de plano no logramos.
De las clasificaciones anteriores quiero referirme a la
segunda, la de aquellas cosas que aunque logramos, esto no lo hicimos ni como quisimos ni los resultados
fueron los que establecimos.
Situaciones como esta producen en nosotros una madurez de
carácter que se finca en darnos cuenta de las limitaciones propias que tenemos
y de igual manera darnos la oportunidad para generar en nosotros esa sinergia
dinámica como para que, a pesar de esto, seguir avanzando en pos de nuestras
metas, sueños y objetivos.
Por otro lado, y curiosamente, el hecho de que logramos
algo no como lo habíamos previsto, ni en el proceso ni en el resultado, implica
que nos vimos enfrentados a retos, a obstáculos, que exigieron de nosotros la
aplicación de fuerza, inteligencia y pasión, para sortear esos obstáculos y de
una manera ingeniosa lograr lo que buscábamos.
Cuando se logra lo que uno quiere, tal y como uno lo
quiere, el aprendizaje corre solo en una vía, pues nos refuerza las formas y
los fondos para alcanzar algo; cuando no logramos lo que nos proponemos el
aprendizaje también corre en una vía, aunque opuesta a la anterior, pues nos
permite crecer en humildad al sabernos y vernos limitados; pero cuando se
logran las metas aunque no de la forma que esperábamos, ni en cuanto el proceso
ni en cuanto el resultados, las dos vías anteriores convergen en nuestro
aprendizaje y por ende en nuestro crecimiento y madurez como personas.
Las circunstancias que nos va poniendo la vida, llámense
obstáculos o restricciones a nuestro andar, trabajan en nuestro carácter como
un crisol y, por qué no decirlo, incluso en nuestra creatividad para de manera
ingeniosa ver la forma en la cual podemos, a pesar de todo, seguir en pos de
nuestros sueños, después de todo a veces no escoges el ritmo que la vida te
pone, pero si puedes elegir la manera de bailarlo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Este artículo
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