viernes, 22 de febrero de 2019

No te preocupes tanto por tener grandes logros, mejor preocúpate por tener grandes intenciones



La tendencia natural del ser humano es a evaluar lo que se es y lo que se hace en función de lo que se logra, pero si lo pensamos un poco, esto último no depende totalmente de nosotros sino que hay muchos factores externos que inciden en ello, pero las motivaciones, nuestras intenciones, la fuerza que nos mueve a tratar de conseguir algo, eso sí es de nosotros.

Sin duda alguna que cuando uno logra algo existe en nosotros un satisfacción interna por haber alcanzado lo que nos propusimos, de igual forma cuando la conquista de lo planteado se frustra no podemos menos que sentir desasosiego en nuestro interior, tristeza o depresión, pues prácticamente la consecución del objetivo era lo que nos daba razón de ser.

Lo anterior, hay que aclarar, es un sentir y un actuar muy natural propio del ser humano, después de todo la relación esfuerzo-logro es algo sin lo cual la misma vida no tiene sentido, bueno al menos así nos parece a nosotros.

Pero si analizamos la situación, si somos objetivos, podremos darnos cuenta de que en realidad, tras cada logro o cada fracaso, podremos identificar un sinfín de factores de externos, de variables ajenas a nosotros, que tienen incidencia en lo buscado.

Si la conquista de cualquier meta, sueño u objetivo dependiera enteramente de nosotros, inequívocamente el logro o no de eso sería nuestra entera responsabilidad, por lo que las emociones comentadas anteriormente estarían más que justificadas, pero siendo que conseguir o no algo tiene muchas más variables externas, factores ajenos a nosotros, ¿cómo podemos responsabilizarnos en su totalidad si logramos algo o no?

Lo anterior no busca quitar la responsabilidad que tenemos de luchar en nuestra vida por lo que queremos, sino poner las cosas en su justa dimensión para no exacerbar el sentimiento aunado a una conquista o a un fracaso, pero de igual forma busca poner el foco en aquello de lo cual sí somos responsables: nuestras motivaciones, nuestras fuerzas, nuestras intenciones.

Nuestras motivaciones, nuestras fuerzas, nuestras intenciones sí son algo que nos pertenecen y de las cuales somos responsables, y en última instancia, de ellas, por lo que a nosotros corresponde, dependerá el logro o no de metas, sueños y objetivos loables, trascendentales.

Si no hay motivaciones, fuerzas o intenciones superiores en nosotros, difícilmente podremos esperar grandes logros, de igual forma aunque las halla no podemos asegurar que conseguiremos lo esperado, pero la sola existencia de ello implica que en nosotros hay grandeza, grandeza que tarde que temprano se hará concreta, visible, palpable.

Si bien la vida está llena de retos, luchas y desafíos y nuestro andar motivado por alcanzar metas, sueños y objetivos, no son estos últimos los que de manera contundente nos definen, sino aquellas motivaciones, fuerza e intenciones que nos mueven a ir en pos de lo que nos hemos planteado, así que no te preocupes tanto por tener grandes logros, mejor preocúpate por tener grandes intenciones


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/5YZ-ugyiatc

También puede descargarse gratis el libro  “Tu Palabra es Verdad -365 citas y reflexiones- Tomo 1”, desde www.rocefi.com.mx  (Menú “Libros” Sección “e-book gratis”)


viernes, 15 de febrero de 2019

Atrévete: La historia de tu vida también puede ser escrita con colores



Todos tenemos una idea de más o menos qué queremos para nuestra vida o cómo queremos vivirla. Estudio, trabajo, familia, y un sinfín de metas, sueños y objetivos matizan nuestro camino hacia la autorrealización, pero para que esa autorrealización sea plena necesariamente debe pasar por el tamiz de la individualidad, de la particularidad, de la singularidad.

Cuando hablamos de vivir la vida todos los seres humanos entramos en un conflicto dicotómico: por un lado queremos vivirla de acuerdo a nuestros gustos, nuestros criterios, nuestra personalidad, es decir, vivirla de una manera única, pero por otro lado no queremos desentonar de la generalidad siendo diferente del conglomerado social en el cual nos desenvolvemos.

Si bien lo segundo, es decir, el vivir en armonía con el conglomerado social en el cual estamos es una parte fundamental de nuestro proceso humano, lo primero, la búsqueda de la unicidad en la vivencia de nuestra existencia es finalmente lo que le concede el carácter de hacerla y llamarla nuestra.

La individualidad tiene que ver con las características particulares que cada uno de nosotros tenemos y de las cuales debemos hacer uso para avanzar en el camino de nuestra vida en pos de nuestros sueños, metas y objetivos.

La particularidad se refiere a las maneras especiales y diferentes que cada uno de nosotros tiene de llevar a cabo lo que uno tiene que hacer para alcanzar lo que nos hemos propuesto.

La singularidad tiene que ver con las características diferenciadas de los resultados que se obtienen al avanzar en el camino de la vida considerando las dos características anteriores.

Visto de esta forma la individualidad se refiere a los insumos, en este caso los insumos personales, nuestras propias características, con las que abordaremos el vivir nuestra vida. La particularidad se refiere más bien al proceso, es decir, tiene que ver con el cómo vivimos nuestra vida, claro, considerando la cuestión de la individualidad. Por su parte la singularidad son los resultados que obtenemos los cuales, obvio, si por la cuestión de la individualidad cada uno es diferente y si por esas diferencias, según la particularidad, cada quien vive su vida de forma diversa, es lógico pensar que, según la singularidad, cada quien obtendrá resultados heterogéneos.

La individualidad, la particularidad, la singularidad, nos van llevando en la vida por el camino de la lucha por conseguir nuestros sueños, metas y objetivos, pero una forma que sólo es significativa y sólo nos compete a nosotros, con lo cual la misma adquiere un valor incalculable de unicidad universal, en ese caso atrévete: la historia de tu vida también puede ser escrita con colores.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/QskJt-d3A54

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viernes, 8 de febrero de 2019

Para correr, primero gatear; para volar, primero soñar



Ninguno de nosotros nacemos sabiendo que hacer con esto que se nos ha dado y que llamamos vida, pero en el interludio consciente que se nos ha entregado podemos ir descubriendo la manera de cómo vivirla cada vez de manera más plena, completa, total y trascendente.

Seguramente en algún momento de tu vida, viendo los logros que alguien hubiese conseguido, te has preguntado cómo pudo hacerle. Esa pregunta surge de manera natural y espontánea pues lo único que aparece ante nuestra vista es precisamente lo conseguido, más no el andar para alcanzarlo.

El símil de caminar en la vida es idóneo para representar el logro de cualquier cosa que uno pueda conseguir en ella ya que, tanto en uno como en otro, son muchos los pasos que han de darse para alcanzar lo que uno desea.

Pero de igual forma, y siguiendo con el mismo símil, esos pasos iniciaron con uno, el primero, el que detonó todo lo que a continuación vino y que permitió la consecución de lo perseguido. De igual forma, y siguiendo con el mismo símil, ese primer paso si bien es incipiente, tal vez incluso hasta titubeante, es el que sin el cual los demás no tienen ni siquiera razón de existir.

Todo sueño inicia como un anhelo, a veces difuso, vago, que va cobrando claridad conforme uno piensa más y más en él, ese sueño es el que nos llama a remontarnos sobre las nubes dejando atrás los obstáculos que en el camino pudiéramos encontrar con el único fin de conseguir lo que anhelamos.

Pero para llegar a ese punto donde el volar es la imagen que pudiéramos elegir para el dinamismo que deseamos imprimir en nuestra vida, debemos comenzar por ese primer paso que nos impulse a caminar en pos de nuestras metas y objetivos.

Ese paso, al igual que el inicio difuso y vago de nuestro sueño, puede ser titubeante, inseguro, pero conforme avancemos en nuestro andar nuestros pasos tenderán a hacerse más decididos, más determinados.

El problema es que así como el volar requiere un sueño inicial, así ese andar requiere un paso inicial. Ese paso inicial a veces cuesta, incluso si seguimos con el símil del andar pudiéramos decir que ni siquiera podríamos llamarlo paso, tal vez incluso sea más bien como andar a gatas, como un bebe que comienza a desplazarse, pero si no lo hacemos no podremos llegar luego a caminar y por ultimo a correr.

Todo en la vida parte de un comienzo incipiente, todo, incluso los más grande logros que la humanidad, de manera general, o cada uno de nosotros, de manera personal, pueda alcanzar, así que ya lo sabes: Para correr, primero gatear; para volar, primero soñar.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
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viernes, 1 de febrero de 2019

A veces no escoges el ritmo que la vida te pone, pero si puedes elegir la manera de bailarlo



En nuestro andar por la vida no podemos menos que reconocer que en muchas ocasiones hay circunstancias externas que exceden al control que sobre lo que somos o hacemos podemos conferirnos, sin pretender con esto disminuir la responsabilidad que sobre nuestra vida tenemos, reconociendo esto, podemos ver la manera en que seguimos avanzando sin renunciar a nuestros sueños.

Si todo lo que queremos lograr pudiera lograrse tal y como lo queremos, es cierto que pudiéramos reconocernos como exitosos, pero tal vez la parte de nuestro desarrollo personal quedara trunca, ¿por qué?, porque ese éxito no estaría aderezado de la madurez en el carácter  que generan las contrariedades que ante la vida experimentamos.

Si pensamos en todo aquello que hemos querido lograr en la vida, veremos tres grandes grupos: aquellas cosas que sí logramos y no solo eso sino que logramos como nos lo propusimos tanto en el proceso como en el resultado, aquellas cosas que sí logramos aunque no como nos lo propusimos ni en el proceso ni en el resultado, y aquellas cosas que de plano no logramos.

De las clasificaciones anteriores quiero referirme a la segunda, la de aquellas cosas que aunque logramos, esto no  lo hicimos ni como quisimos ni los resultados fueron los que establecimos.

Situaciones como esta producen en nosotros una madurez de carácter que se finca en darnos cuenta de las limitaciones propias que tenemos y de igual manera darnos la oportunidad para generar en nosotros esa sinergia dinámica como para que, a pesar de esto, seguir avanzando en pos de nuestras metas, sueños y objetivos.

Por otro lado, y curiosamente, el hecho de que logramos algo no como lo habíamos previsto, ni en el proceso ni en el resultado, implica que nos vimos enfrentados a retos, a obstáculos, que exigieron de nosotros la aplicación de fuerza, inteligencia y pasión, para sortear esos obstáculos y de una manera ingeniosa lograr lo que buscábamos.

Cuando se logra lo que uno quiere, tal y como uno lo quiere, el aprendizaje corre solo en una vía, pues nos refuerza las formas y los fondos para alcanzar algo; cuando no logramos lo que nos proponemos el aprendizaje también corre en una vía, aunque opuesta a la anterior, pues nos permite crecer en humildad al sabernos y vernos limitados; pero cuando se logran las metas aunque no de la forma que esperábamos, ni en cuanto el proceso ni en cuanto el resultados, las dos vías anteriores convergen en nuestro aprendizaje y por ende en nuestro crecimiento y madurez como personas.

Las circunstancias que nos va poniendo la vida, llámense obstáculos o restricciones a nuestro andar, trabajan en nuestro carácter como un crisol y, por qué no decirlo, incluso en nuestra creatividad para de manera ingeniosa ver la forma en la cual podemos, a pesar de todo, seguir en pos de nuestros sueños, después de todo a veces no escoges el ritmo que la vida te pone, pero si puedes elegir la manera de bailarlo.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/OC0dOb09OTo

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