Todos en nuestro andar por la vida tropezamos, caemos,
pero de esos que podríamos llamar errores e incluso fracasos podemos aprender
algo que nos ayude a ser las personas de excelencia que estamos llamadas a ser.
Sin duda alguna a nadie nos gusta tropezar por la vida.
Los errores, los fracasos, no son precisamente algo que nos haga sentir bien ni
mucho menos que podamos mostrar, pero con todo y ello sí pueden llegar a ser
algo de lo que podamos aprender y por
ende ser mejores.
Cuando uno plantea algo positivo como resultado de algo
tan negativo como el tropezarse o caer en la vida, de inicio puede parecer como
un absurdo, pero si uno lo piensa detenidamente de toda situación adversa algo
puede aprenderse, más si uno se enfoca en el origen, el desarrollo y el
resultado de la adversidad.
En cuanto al origen, una verdad de perogrullo es que todo
sucede por algo, y está bien pensarlo así, pero en el caso de los tropiezos,
las caídas, esta verdad debe llevarse a un sentido práctico que nos permita
identificar las causas que originaron la adversidad, sobre todo si esas causas
son imputables a uno mismo.
En cuanto al desarrollo, es menester identificar los
factores que llevaron al tropiezo, al fracaso, pero que fueron parte del cómo
se fueron dando las cosas, esto porque hay ocasiones en que algo inicia bien
pero de igual forma algo en el camino termina por desbarrancar el trayecto
inicial. Al igual que el caso anterior, el énfasis debe estar en las
responsabilidades personales de ello.
Por último, en cuanto a los resultados, el enfoque de análisis
no debe estar en lo negativo que en sí mismo es el tropiezo, la caída, sino más bien en aquellas cosas que podamos
aprender de lo que se ha obtenido.
En todos estos análisis el énfasis, como se comentó, está
puesto en las responsabilidades que uno mismo pudo haber tenido en los tropiezos,
las caídas, esto por una causa muy lógica: sólo lo que pensamos, lo que
hacemos, vaya, lo que somos, es lo que en cierta forma podemos controlar.
Lo anterior no quiere decir que no debamos analizar aquellos
factores ajenos a nuestro control que tuvieron incidencia en el tropiezo, en la
caída, claro que deben ser analizados si algo de ello puede aprenderse, pero no
perder mucho el tiempo en ello como si el control de los mismos dependiera de
nosotros.
Cada tropiezo, cada caída en esta vida conlleva una
enseñanza, algo de lo que podemos aprender para con ello avanzar de manera
decidida en la construcción de nuestro proyecto de vida, así que no lo olvides:
Un error no te hace peor, te hace mejor si aprendes algo de él.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
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