viernes, 2 de noviembre de 2018

No uses tus problemas como rocas en tu cuello que detengan sino como peldaños a tus pies que te hagan subir



Si el hecho de caminar, físicamente hablando, conlleva tropezones y caídas, con mayor razón cuando hablamos de un caminar por la vida; esos tropezones, esas caídas, pueden convertirse en dos cosas: o bien cargas que nos dobleguen por su peso al caminar vía autorecriminaciones, o bien como lecciones de las cuales podemos aprender para ser mejores en nuestro andar.

Dicen que el éxito tiene muchos padres mientras que la derrota siempre es huérfana, y es verdad pues los logros son algo de lo que uno puede ostentarse mientras que los fracasos, por el contrario, uno no quiere ni verlos ni mencionarlos.

En ese mismo orden de ideas fíjate cómo es que para cada caída, cada tropiezo, siempre existe una justificación, algo o alguien, ajeno a uno, sobre el que recae la responsabilidad de lo que no se ha logrado, de lo que no se ha conseguido.

Pero de esa autocomplacencia es muy fácil pasar a una recriminación donde a causa de los errores que se cometen, uno va desarrollando un carácter amargo, deprimido, ante la vida.

Es cierto que los errores, los fracasos, a nadie nos gustan, pero es muy distinto el dolor, la molestia pasajera que pudiera experimentarse, aprendiendo de la experiencia, a quedarse rumiando la amargura y no solo no aprender de lo sucedido sino ni siquiera seguir avanzando.

Cada error, cada caída, es una oportunidad de aprender, de ser mejores, esto porque necesariamente nos mostrarán un área de oportunidad que no habíamos trabajo: nuestros conocimientos, nuestras habilidades, nuestras actitudes, nuestros valores. Claro, esto en el caso de que el error, la caída, puedan decirse fueron mayormente por nuestra responsabilidad.

Pero incluso aunque hayan sido factores externos los que mayormente tuvieron que ver con ese error, con esa caída, lo que nos queda de esa experiencia puede circunscribirse en el ámbito de la humildad que debemos tener pues ni lo sabemos todo ni lo podemos todo.

Es así como sea que uno aprenda de la experiencia para intentarlo de nuevo con más y mejores recursos, o bien que reconozca que uno no puede lograr todo por sí y para sí, el resultado de cada error, cada caída, puede ser positivo para nuestra vida si es que optamos por sacar de ello lo mejor que podamos.

Cada situación adversa que experimentamos y que deviene en un tropezón, en una caída en la vida, puede convertirse en algo que nos detenga en nuestro andar o bien que nos impulse a un mejor caminar, finalmente tu decidirás, así que no uses tus problemas como rocas en tu cuello que detengan sino como peldaños a tus pies que te hagan subir.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

Este artículo puede verse en video en  https://youtu.be/mMuP8fta4Io


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